Los profesionales médicos del Hospital de Llevant, donde fue trasladado el bebé encontrado en un contenedor en Porto Cristo, sostienen que el infante pudo haber nacido con vida, a pesar de que las circunstancias sugieran que llegó al hospital sin signos vitales.
En la continuación del juicio por jurado donde se acusa de asesinato a la madre y al tío del bebé, y de omisión del deber de socorro a la tía, uno de los doctores presentes durante los intentos de reanimación observó ciertos “indicios de vida”, aunque reconoció que el bebé, de entre 22 y 26 semanas, presentaba escasas probabilidades de sobrevivir dadas las condiciones de su nacimiento y las características del hospital. Este mismo médico declaró no haber visto signos vitales cuando examinó al bebé.
La discusión sobre si el bebé nació vivo o muerto ha sido central en los interrogatorios a los testigos. Según declaraciones del pediatra a la fiscal Antonia Ruiz, la autopsia mostró hemorragias que apoyarían la idea de que el bebé nació vivo, ya que de no ser así, no se habrían presentado dichas hemorragias.
En su defensa, la madre fue representada por el abogado Miquel Arbona, quien cuestionó algunas posibles inconsistencias en los testimonios del médico sobre la viabilidad del feto. “¿Por qué cambia de opinión?”, preguntó Arbona. “No estoy cambiando de opinión”, respondió el doctor, quien admitió que el calor del cuerpo del bebé podría deberse a los paños calientes aplicados anteriormente.
Por otro lado, un enfermero testificó que el monitor de seguimiento mostraba latidos, aunque podría ser resultado de las maniobras de reanimación. “No soy quién para decir si estaba vivo o muerto”, explicó.
PIDEN PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE
El juicio, que se celebra en la Audiencia Provincial, sigue su curso y se espera que los acusados declaren el viernes. La fiscalía acusa a la madre y dos acompañantes más de asesinato y omisión del deber de socorro, solicitando prisión permanente revisable para ellos.