La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha experimentado un inusual silencio durante la declaración de Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado, acusado de una supuesta revelación de secretos hacia Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso. Este ambiente contrasta con el habitual bullicio de risas y murmullos que caracterizaba las previas sesiones del juicio.
Antes de su intervención, García Ortiz se separó de su toga y se posicionó en el centro de la sala para enfrentar su declaración. Frente a él, el tribunal compuesto por siete magistrados y bajo la inscripción de ‘IUSTITIA’, optó por no responder a ciertas acusaciones, calificándolas de «desleales», mientras un público atento seguía cada palabra.
Entre los asistentes se encontraban colaboradores cercanos y otros testigos del juicio, incluidos aquellos que habían sido previamente exculpados por el Supremo. Durante el interrogatorio, García Ortiz tuvo la oportunidad de narrar su versión de los hechos, particularmente sobre lo ocurrido entre el 7 y el 15 de marzo de 2024, fechas clave de la presunta filtración del correo electrónico.
El fiscal general reiteró su inocencia y explicó que no tuvo «ninguna conversación» con el periodista que divulgó el contenido del correo y que el borrado de sus dispositivos electrónicos era una práctica habitual de ciberseguridad. Con firmeza, defendió su posición en dos ocasiones sin ser interpelado directamente, concluyendo con un firme: «La verdad no se filtra, la verdad se defiende».
La jornada también incluyó testimonios de miembros de la Guardia Civil, quienes sostuvieron que García Ortiz tenía el control sobre las acciones en la Fiscalía y que era probablemente el responsable de la filtración. Sin embargo, este punto y las declaraciones de los agentes provocaron momentos de tensión y risas entre los presentes, especialmente cuando se discutían detalles más personales o interpretaciones de los informes de la UCO.











