A propósito de la relación de los Hobbits, perdón, Lobbies

El entramado de Tito Berni es una muestra lamentable de la parte más fea de la actividad política

Los Hobbits son gente pequeña, de menor tamaño y menos corpulenta que los Enanos. Evitan a los Hombres. No se fían de ellos. Un pueblo pacífico que jamás hubiera pensado que cambiaría el curso de la historia de la Tierra Media, protagonista de una de las grandes obras de la literatura del s.xx: “El Señor de los Anillos”.

Más a allá de una narración sobre elfos, orcos y demás seres fantásticos y sus aventuras para acabar con el malvado espíritu de Sauron, nos encontramos ante un relato que nos muestra los claroscuros de nuestra propia existencia y del valor de cada criatura, incluso de aquellas que rechazamos o a las que catalogamos según nuestros prejuicios.

Para aquellos que no hayan leído ni visto esta trilogía, hay un personaje que fue antaño un Hobbit, pero quedó cautivado por el poder del Anillo Único y se pasó a lo que llamamos “el lado oscuro”. Gollum es un ser repugnante que acompañará a Frodo hasta las profundidades de Mordor y del que nos preguntamos por qué no acaba con él, ya que sabemos que se la jugará. Pero ya hemos dicho que los Hobbits son gente pacífica. Como los magos son gente sabia que pueden caer en la magia negra. Y los Hombres fueron grandes reyes hasta que quisieron apropiarse del mundo. Nadie está a salvo de elegir un camino u otro, pero Tolkien nos muestra en estos ejemplos, que pocos escapan de las redes del mal a medida que nuestra voluntad flaquea respaldada por falsos consejeros que alimentan la ambición de poder. El Anillo tienta y corrompe.

En una de las comparecencias del portavoz ante el Congreso del Psoe, Patxi López, cuando le preguntaron por los controles de investigación a raíz del caso de Tito Berni y si había diputados en las cenas que orquestaban, aclaró que ellos habían presentado “una propuesta para la regulación de los Hobbits”. Se refería a los Lobbies, pero su lengua le jugó una mala pasada confundiéndolos con los habitantes de la Comarca. Errores como éstos nos hacen preguntarnos si realmente se sabe a qué se dedica un lobista o si aquellos que piden medidas para limitar su función no han basado sus criterios en el cine, donde la mayor parte de las veces los presentan defendiendo armas y manejando el entramado político en defensa de intereses que rozan la inmoralidad.

Uno de los principios de todo buen lobista es la transparencia, y hay grandes y buenos Lobbies que la cumplen

Uno de los principios de todo buen lobista es la transparencia. Y hay grandes y buenos Lobbies que la cumplen. Tienen códigos de conducta, como también los tienen empresarios, bufetes de abogados, médicos o periodistas. Es decir, como lo tiene cualquier oficio. Otra cosa es que, junto a ellos, existan quienes se los saltan. A Elliot Ness le resultó complicado encontrar policías para luchar contra el crimen organizado.

Si a uno lo confunden con un Hobbit puede tomárselo como un insulto, una burla. Pequeños bajitos de pies peludos carentes de la elegancia de los Elfos y la astucia de los Hombres. Sin embargo, compararte -aunque sea por una torpeza lingüística- con un Hobbit es un halago. Ellos poseen virtudes que, aunque parezcan denostadas, existen: honestidad y fortaleza. Honestidad aceptando sus limitaciones, fortaleza para no caer en la codicia.

En el camino hacia el Monte del Destino, único lugar donde el Anillo puede ser destruido, Frodo borra su ingenuidad. Será herido, engañado. Supera los obstáculos con una carga que otros no hubieran tenido la capacidad de aguantar y, a pesar de creerlo incorruptible, al final también él flaquea. Sucumbe. Sin embargo -y aquí está la genialidad de Tolkien- será Gollum, el que termine cayendo con su tessssoro en el fuego destruyendo a Sauron. La podredumbre tiene sentido cuando enaltece a la verdad. Algo se remueve en nosotros al ver la decrepitud, la corrupción o los peores vicios del ser humano encarnados. Gollum es la advertencia de aquello en lo que podemos convertirnos. Frodo y Sam, el ejemplo de lo que somos capaces de aspirar.

El entramado de Tito Berni es una muestra lamentable de la parte más fea de la actividad política. Influencias y falta de gusto. Dinero guardado en cajas y excusas que parecen sacadas de Mortadelo y Filemón. No dar importancia a los casos de corrupción sería relativizar o justificar en función de si son o no “de los nuestros”. La labor del periodismo es fundamental para sustentar la Democracia, defender la Tierra Media de quienes con lengua de serpiente restan valor a las palabras o no quieren responder a preguntas incómodas.

La profesión de un buen lobista es la de ayudar a dar voz a empresas o grupos minoritarios a través del conocimiento legislativo y una estrategia para alcanzar sus objetivos. Y si no todos los periodistas buscan el escándalo, como se denuncia en la gran película de Billy Wilder “El gran carnaval”, no todos los Lobbies son como los del “Caso Sloan” y no todos los políticos subyugan o son sometidos al poder. Aragon arrastra los fantasmas de sus antepasados, su viaje es también el de encontrar el convencimiento de que no es como los hombres que fueron tentados, que puede unir -y así lo hace- a distintos clanes para luchar por una causa más importante que sus disputas internas. Los peores puñales a veces se forjan dentro de una misma comunidad, cuando los egos hablan. Legolas el elfo, y Gimli el enano se odian. Uno es estirado y el otro codicioso. Hasta que se conocen. Descubren en el contrario cualidades que no imaginaban, porque cada ser es más complejo de lo que aparenta al igual que cada trabajo tiene más recovecos de los que se pueden resumir en un Tweet.

Si los grupos políticos exigen regular a los lobistas y exigirles controles, no deberían mostrarse a la defensiva si es a ellos a quienes se les pide claridad

En un clima de tensión parlamentaria no se ha de olvidar la necesidad de dar respuestas y de mostrar buenas intenciones, que no son otras que las de facilitar el curso político y dar valor a las leyes y sus representantes sin utilizarlos como excusa con los que salir del paso. Si los grupos políticos exigen regular a los lobistas y exigirles controles, no deberían mostrarse a la defensiva si es a ellos a quienes se les pide claridad. “Café para todos”.

Son muchas las escenas memorables del Señor de los Anillos filmada por Peter Jackson, pero hay una que podría recordarnos a algunas comparecencias donde los diputados se muestran reacios con la prensa. Ocurre en la segunda parte de la trilogía: “Las dos Torres”, cuando Gandalf -ya de mago blanco- se presenta ante el rey Theoden, que se encuentra bajo el influjo del diabólico Saruman y su asesor Grima. No quiere recibirle. Gandalf, al entrar dice: “La cortesía de tu castillo ha disminuido notablemente”. No se trata de que los periodistas entren con una vara mágica y el ímpetu de un viejo con barbas blancas, pero sí de que todos seamos conscientes de que, en Democracia, las respuestas veladas dan lugar a interpretaciones y las actitudes, opiniones. La cortesía no equivale a un nuevo maquillaje y palabras huecas. Son las miradas huidizas y las espantadas de pasillo las que delatan. Utilizar las bases que configuran un Estado como soldados en defensa de su rey y no de sus súbditos dañan la credibilidad de quien gobierna y, sobre todo, sitúan en un lugar de indefensión lo que tanto tiempo se ha tardado en lograr en España, es decir, un régimen de libertad.

Frodo en inglés tiene muchas similitudes con una palabra: freedom. No es casual. Tolkien era un experto en lenguas. Luchó en la Primera Guerra Mundial y conocía la realidad del hombre. El portador del Anillo defendía lo mismo que han defendido los hombres a lo largo del tiempo. La fantasía nos muestra un camino de baldosas amarillas. En nosotros está encontrar la Ciudad Esmeralda y hacerla posible.

SOBRE LA FIRMA

Fátima Rivera de Alvarado es licenciada en Derecho. Máster en Periodismo en El Mundo. Después de unos años trabajando en comunicación orientó su carrera hacia la docencia especializándose en Historia. Actualmente es profesora de Bachillerato. @fatimamorisot
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