Muchas cumbres internacionales suelen pasar desapercibidas, pero la reciente cumbre de la OTAN en Washington, que bajó la persiana el pasado jueves, atrajo muchas atenciones. Y no, no hablo solo de los ojos puestos en el presidente Joe Biden, sino de lo que allí se cocinó, si se me permite la expresión, pues la Alianza adoptó una postura más firme ante las nuevas y peligrosas realidades globales, destacando la creciente amenaza de China.
Durante esta cumbre, la OTAN reafirmó su apoyo a largo plazo a Ucrania y criticó duramente a Beijing por su apoyo implícito a la agresión rusa encabezada por Vladimir Putin. En una declaración conjunta, la OTAN subrayó que China se ha convertido en un «facilitador decisivo» de la guerra rusa mediante su asociación «sin límites» y su apoyo significativo a la industria de defensa rusa.
Según el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, Beijing ha suministrado a Rusia miles de millones de dólares en semiconductores, chips, rodamientos, sistemas de navegación y otros componentes cruciales. A estas alturas, ya sabemos que la tecnología china no solo sirve para fabricar cosas baratas.
La OTAN subrayó que China se ha convertido en un «facilitador decisivo» de la guerra rusa mediante su asociación «sin límites» y su apoyo significativo a la industria de defensa rusa
La Administración Biden se enfrenta ahora al desafío de continuar la hoja de ruta de imponer sanciones significativas, marcando el apoyo a Rusia por parte de China como una línea roja. Sin embargo, la declaración de la OTAN representa un avance crucial, dado que los aliados europeos han sido reacios a tomar medidas frente a Beijing debido a sus importantes lazos comerciales. Al fin y al cabo, no es fácil renunciar a un socio comercial tan lucrativo, aunque esté en el polo opuesto en materia de seguridad y defensa.
Además, Estados Unidos y Alemania han anunciado el despliegue de misiles de largo alcance en Europa, previsto para 2026. Estos misiles, incluidos los hipersónicos en desarrollo, proporcionarán una disuasión crucial contra amenazas potenciales.
Estados Unidos y Alemania han anunciado el despliegue de misiles de largo alcance en Europa, previsto para 2026
Estados Unidos también debe incrementar su arsenal de misiles en el Pacífico, lo que implicará un aumento considerable en el gasto de defensa. La OTAN reconoce que superar el objetivo del 2% del PIB en defensa será necesario, aunque esto sigue siendo inferior al 3% que algunos países bálticos han propuesto.
En una publicación anterior en este medio, anticipamos correctamente que la declaración de la Cumbre de Washington incluiría una referencia al “flanco sur”, una preocupación que es capital para España y el Mediterráneo. Aunque aparece en el apartado 32 de un total de 38, el foco está en países como Kuwait, Jordania e Irak, que también son “flanco sur”. Se acordó un plan de acción «para un enfoque más fuerte, estratégico y orientado a resultados hacia nuestro vecindario sur», actualizable regularmente.
También se propuso la designación por parte del Secretario General de la OTAN de un Representante Especial para el vecindario sur, con funciones de enlace en la zona y coordinación de los esfuerzos de la Alianza. En Ammán se abrirá una Oficina de Enlace de la OTAN, se ampliará el apoyo a las autoridades iraquíes y se reforzará la presencia de los instrumentos de capacitación y coordinación dispuestos en Kuwait.
Es decepcionante, sin embargo, que no se mencionara el Sahel, una omisión significativa para nuestros intereses, que miran a Mauritania, Malí, Níger… es decir “flanco sur”, no solo “flanco sureste” como se ha priorizado en esta cumbre.
A pesar de los avances –que los hubo-, no hay lugar para la complacencia. El mundo sigue siendo tan volátil y peligroso como en los primeros días de la Guerra Fría. Estados Unidos necesita un liderazgo decidido y preparado para enfrentar estos desafíos globales. Y Europa, también.
El apoyo de los aliados es crucial, pero también lo es la disposición a actuar con firmeza frente a los retos que presentan tanto Rusia como China
El apoyo de los aliados es crucial, pero también lo es la disposición a actuar con firmeza frente a los retos que presentan tanto Rusia como China. La OTAN, con su reciente cumbre, ha dado un paso importante en esa dirección, pero la verdadera prueba será la implementación efectiva de estas políticas en un mundo cada vez más inestable, porque, al final, lo que está en juego es nada menos que la paz, nuestros valores democráticos y la estabilidad mundial.

