El día de una UE «patrimonio de la humanidad»

Es imprescindible seguir profundizando políticamente la UE, dotándola de mayor eficacia en la toma de decisiones, más competencias y mayores recursos propios

Lo dijo el presidente Lula da Silva durante su reciente visita a España: la Unión Europea es un “patrimonio de la humanidad”. Y es muy útil que uno de los principales líderes del Sur Global nos recuerde lo que demasiadas veces olvidamos nosotros mismos. No para regodearnos en lo mucho conseguido ni para dormirnos en los laureles, pero sí para calibrar su importancia histórica y, sobre todo, no dejar de preservarlo y mejorarlo.

Por eso me gustaría, en torno al 9 de mayo, Día de Europa -así reconocido por la mayoría de los Estados miembro, entre ellos España, en una Declaración anexa al Tratado de Lisboa-, sugerir que sigamos utilizando una expresión que puede parecer un tanto pasada de moda, pero en mi opinión absolutamente adecuada: el proceso de construcción europea.

La Unión ha ido forjando la primera democracia supranacional de la historia y el más avanzado espacio social del planeta

Sobre la base de la experiencia histórica, de una coyuntura determinada y de la voluntad política, los europeos pusimos la primera piedra de la actual UE hace décadas, con la idea de levantar, sin precedentes de los que aprender, un edificio con horizontes, pero sin límites. Año a año, tratado a tratado, ampliación a ampliación, la Unión ha ido forjando la primera democracia supranacional de la historia y el más avanzado espacio social del planeta.

La UE no es el paraíso terrenal -ni debe pretenderlo-. Pero sí un punto de referencia global, desde su autonomía estratégica abierta (que hay que ratificar cada día), en la defensa de la democracia y las libertades, el impulso del crecimiento sostenible, la lucha contra el cambio climático, el respeto del derecho internacional, el multilateralismo cooperativo y la solución pacífica y negociada de los conflictos, y el mantenimiento de la cooperación internacional.

Hasta la fecha, cada reto ha representado para la Unión una nueva oportunidad de ser útil y reforzar su capacidad de actuación, aprendiendo de los éxitos y los errores (por citar uno, la austeridad por la austeridad en 2008). La pandemia, la guerra en Ucrania provocada por la ilegal invasión de su territorio por parte de Rusia y la crisis económica generada por ambos factores son buen ejemplo de ello.

El NextGenerationEU, la compra conjunta de vacunas y el certificado europeo de vacunación o la solidaridad con un país agredido han sido respuestas adoptadas con la urgencia de la realidad, pero que solo han sido posibles gracias a la UE que hemos levantado.

Sin embargo, en la UE hay países en los que avanza la extrema derecha; hay desempleo, desigualdad y pobreza; nuestro continente no está en paz y carece de una arquitectura de seguridad compartida que evite nuevas guerras; y en el mundo sigue habiendo dictaduras, subdesarrollo y pobreza. Así que queda mucho por hacer desde el consenso europeísta de los principales partidos políticos europeos.

Es imprescindible seguir profundizando políticamente la UE, dotándola de mayor eficacia en la toma de decisiones, más competencias y mayores recursos propios

Por eso es imprescindible seguir profundizando políticamente la UE, dotándola de mayor eficacia en la toma de decisiones, más competencias y mayores recursos propios (como un Fondo de Recuperación permanente). Aprovechar al máximo el Tratado de Lisboa -este año, por cierto, se cumple el veinte aniversario de la Convención que redactó la Constitución Europea del que en buena medida procede- y, en el momento más adecuado, reformarlo para progresar en la unión política, de orientación federal, son las vías que debemos utilizar.

Hay que seguir legislando con directivas y reglamentos -trasponiéndolas y aplicándolos en tiempo y forma en los Estados miembro-, en todos los terrenos en los que sea necesario, sin quedarse cortos y, al tiempo, sin provocar lo que podríamos denominar “incertidumbre regulatoria” en las empresas.  

Para todo ello, esto es, la profundización política, la regulación legislativa comunitaria y actuación en el mundo como poder global relevante de paz, libertades y desarrollo sostenible, la Presidencia Española del Consejo de la UE jugará en el segundo semestre del año un papel relevante en un momento oportuno.

El nítido europeísmo de la ciudadanía, los partidos, las instituciones y la sociedad civil de nuestro país garantizan un éxito que dará continuidad al obtenido en las cuatro ejercidas previamente. Estoy seguro.

SOBRE LA FIRMA

Carlos Carnero González (Madrid, 1961) ha sido eurodiputado, miembro de la Convención que redactó la Constitución Europea,  diputado a la Asamblea de Madrid, Embajador en Misión Especial y Director Gerente de la Fundación Alternativas.
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