La presidenta de Banco Santander, Ana Botín, ha reclamado a las instituciones comunitarias que aceleren en la simplificación del marco regulatorio, al considerar que el entramado actual “no protege a Europa, sino que la frena”. Defiende que una reforma profunda permitiría al sistema bancario liberar capital y aumentar el crédito disponible para financiar las transformaciones que precisa la economía europea.
En una columna de opinión en el ‘Financial Times’, la también presidenta del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) incide en que es imprescindible aligerar y hacer más claro el marco regulatorio financiero si se quiere apuntalar el crecimiento del bloque. A su juicio, el principal foco de riesgo para la estabilidad financiera de la región “ya no son los bancos, sino el bajo crecimiento económico”.
“Un crecimiento más sólido es esencial para mantener la seguridad, la prosperidad y la autonomía estratégica”, subraya Botín, que pone en valor que “por primera vez” la pasada semana los 27 ministros de Economía de la Unión Europea pidieran a la Comisión que simplifique y racionalice las normas financieras.
En la misma línea, recuerda que “por primera vez, los 27 Estados miembros han reconocido una verdad incómoda que se ha ignorado durante demasiado tiempo: el sistema regulatorio europeo es demasiado denso, complejo y lento para el mundo al que nos enfrentamos”.
Como referencia, Botín cita a Estados Unidos, que ha suavizado la aplicación final del paquete de regulación bancaria conocido como ‘Basilea III’, y al Reino Unido, donde el Banco de Inglaterra ha rebajado algunas exigencias de capital para facilitar mayor capacidad de concesión de crédito.
“El mensaje de Washington y Londres es inequívoco: si se busca crecimiento, no se puede seguir apretando las tuercas a las instituciones que financian la economía real. Un crecimiento sólido y una estabilidad sólida no son objetivos opuestos, sino que se refuerzan mutuamente”, argumenta.
La directiva lamenta que, pese a que en Europa se ha asumido la existencia del problema, todavía “no ha actuado con urgencia”. Recuerda que hace más de un año se presentó el informe sobre competitividad europea elaborado por Mario Draghi y que sus recomendaciones clave, en especial las vinculadas a la simplificación regulatoria y a la mejora de la capacidad inversora, continúan “en gran medida sin implementarse”.
Botín incide en que, aunque la Unión Europea busca reforzar la financiación mediante los mercados de capitales, la economía del continente sigue dependiendo sobre todo del crédito bancario. Por ello, advierte de que cuando esa vía se restringe, el efecto “es sistémico”.
En este contexto, calcula que los “colchones discrecionales de supervisión” añadidos a los ya exigidos requisitos de capital recortan la capacidad de financiación entre 2,7 y 4,1 billones de euros, “lo que equivale a 100 millones de préstamos a pymes, 20 millones de hipotecas o la totalidad de la inversión necesaria para las transiciones verde, digital y de defensa de Europa en conjunto”.
“Este marco no protege a Europa, sino que la frena. El bajo crecimiento, si no se aborda, se convierte en una fuente de inestabilidad financiera por sí mismo”, advierte.
A partir de ahí, plantea tres grandes líneas de actuación para revertir esta situación. En primer lugar, “detener la acumulación” de nuevas normas, especialmente cuando generen “cargas de capital innecesarias”. En segundo término, modernizar la elaboración regulatoria mediante un análisis “independiente” de costes y beneficios, revisiones periódicas y calendarios de implantación gradual. Y, por último, reformar el modelo de supervisión para que los supervisores cuenten con un “claro mandato secundario” ligado al crecimiento y la competitividad.
Según Botín, estos cambios no suponen relajar la estabilidad financiera. Defiende que una regulación “más inteligente no consiste en debilitar las defensas”, sino en “garantizar que el código normativo europeo respalde sus objetivos más amplios: mayor crecimiento, mayor inversión, mayor competitividad y una auténtica autonomía estratégica”.
La banquera sostiene además que estas reformas tendrían impacto positivo más allá del continente, incluyendo a Estados Unidos. Cita las recientes declaraciones del presidente y consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, que calificó la fragilidad europea como una “preocupación mundial”.
“Estados Unidos tiene un profundo interés en una Europa fuerte; seguimos siendo los principales socios comerciales y los aliados más cercanos. Una economía europea más dinámica, innovadora y competitiva contribuye directamente a la estabilidad global”, sostiene.
En su reflexión final, Botín contrapone dos caminos para la UE: “Europa puede aprovechar este momento para reducir la complejidad innecesaria, abordar las cargas de capital excesivas y desbloquear la financiación necesaria para la prosperidad a largo plazo. O puede seguir gestionando los riesgos de hoy con las herramientas de ayer a costa de la competitividad del mañana”.
Propuestas del BCE para aligerar los requisitos de capital
Dentro de este debate, Botín valora de forma favorable la iniciativa presentada la pasada semana por el Banco Central Europeo, orientada a simplificar la arquitectura de los requerimientos de capital. Esta revisión forma parte del proceso de racionalización de la normativa bancaria que está impulsando la institución.
El BCE plantea reagrupar los distintos colchones de capital en solo dos niveles: un colchón no liberable y otro liberable, que las autoridades podrían reducir en fases de tensión económica para sostener el flujo de crédito.
Asimismo, propone simplificar los componentes de la ratio de apalancamiento, pasando de cuatro a dos: un requisito mínimo del 3% y un único colchón, que podría situarse en cero para entidades de menor tamaño. El PG2, la recomendación que el BCE dirige actualmente a los bancos sobre capital adicional para escenarios adversos, seguiría siendo un elemento separado, al igual que el colchón liberable.