CAF ha logrado de forma definitiva el contrato público lanzado en Bélgica para la fabricación de nuevos trenes por 1.700 millones de euros, con un primer encargo ya firmado que incluye 180 vagones con capacidad para 54.000 plazas.
La empresa con sede en Beasain (Guipúzcoa) cierra así un largo periodo de dudas en torno a este concurso, que generó una fuerte controversia en Bélgica, donde la francesa Alstom cuenta con varias plantas y tanto sindicatos como responsables políticos cuestionaron que no fuera esta compañía la que consiguiera el pedido.
El gestor ferroviario público belga, la SNCB, decidió en febrero adjudicar el contrato a la firma vasca, pero el Consejo de Estado de Bélgica anuló esa resolución y exigió una justificación mucho más detallada de los motivos que llevaban a elegir a CAF frente a sus competidores.
Más adelante, y ante la presión de sindicatos y partidos belgas por la implicación de CAF en un contrato en la Palestina ocupada ilegalmente por Israel, la SNCB reclamó a la compañía que acreditara que sus operaciones se ajustan al respeto de los derechos humanos y del derecho internacional.
CAF respondió con un comunicado en el que detallaba su presencia en Cisjordania y defendía que sí cumple con los derechos humanos, subrayando que el tranvía que construye en Jerusalén favorece el transporte tanto de judíos como de los árabes. A pesar de ello, la empresa terminó siendo incluida en una “lista negra” de la ONU.
Este viernes, la SNCB ha anunciado que ha adjudicado ya de manera oficial el contrato a CAF y que incluso ha cursado el primer pedido. Este encargo inicial asciende a 1.700 millones de euros e incluye 180 vagones con 54.000 plazas, que está previsto que entren en servicio en 2030.
Asimismo, ambas partes han suscrito un contrato marco que abre la puerta a nuevos pedidos de trenes, hasta alcanzar un total de 170.000 plazas en los próximos 12 años, lo que podría elevar el valor global del acuerdo hasta los 3.400 millones de euros.