El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reclama la puesta en marcha de medidas inmediatas y específicas para combatir la crisis de la vivienda que "está devastando" el nivel de vida en Europa. Defiende que es imprescindible incrementar la construcción de casas y, al mismo tiempo, blindar el derecho fundamental a un hogar digno y asequible frente a la especulación inmobiliaria.
En un artículo de opinión difundido en 'Politico', Sánchez rememora el papel de la UE como baluarte de los valores democráticos y la libertad, pero advierte de que "los valores no garantizan un techo" y que, si no se interviene ante la falta de vivienda asequible, "Europa corre el riesgo de convertirse en un refugio sin hogares".
Subraya que la crisis de la vivienda "está devastando el nivel de vida en toda Europa", recordando que los precios de compra se han encarecido un 60% entre 2010 y 2025 y que los alquileres han subido casi un 30%, mientras alrededor de uno de cada cinco ciudadanos europeos se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social.
Según el jefe del Ejecutivo, la vivienda, que debería ser un derecho garantizado, "se ha convertido en una trampa que condiciona el presente de las personas, asfixia su futuro y pone en peligro la cohesión, el dinamismo económico y la prosperidad de Europa".
Reconoce que las causas de este problema difieren entre países, pero sostiene que en todo el continente se repite un mismo patrón: faltan viviendas porque la construcción lleva casi veinte años por debajo de la demanda. Añade que es urgente asegurar que las casas nuevas o ya existentes sirvan para proteger el derecho a una vivienda digna y asequible, en lugar de destinarse cada vez más a alimentar la especulación o el alquiler turístico.
"En mi país, ciudades como Madrid y Valencia han presenciado el desplazamiento de residentes de sus centros históricos, que se están transformando en parques temáticos para turistas", señala.
En esta línea, considera que, con el Plan de Vivienda Asequible, la Comisión Europea empieza a dar pasos en la buena dirección, adoptando iniciativas que España lleva tiempo defendiendo. A su juicio, Bruselas reconoce con mayor claridad la magnitud de esta emergencia y asume que las particularidades de cada mercado exigen respuestas diferenciadas a escala nacional y local.
"Esto ayudará a consolidar un entendimiento político compartido sobre las zonas con dificultades para la vivienda y reforzará la necesidad de medidas específicas, que pueden incluir, entre otras, restricciones a los alquileres a corto plazo", expone.
"Se acabó el tiempo de las palabras. Necesitamos acciones urgentes", resume, aludiendo a la creciente indignación social por el problema de la vivienda en Europa. Recalca que la ciudadanía demanda soluciones tangibles y alerta de que la falta de ambición y rapidez puede convertir la crisis habitacional en un nuevo foco de euroescepticismo.
Por ello, llama a aprobar decisiones firmes que aumenten de forma drástica la financiación flexible, acorde con la magnitud del desafío, y que permitan a los Estados miembros desplegar con rapidez los instrumentos legales necesarios para aplicar "medidas regulatorias audaces" sobre los alquileres de corta duración y frenar el efecto de los compradores no residentes en el acceso a la vivienda.
"La verdadera dimensión de nuestra unión no se define solo en los tratados. Debe demostrarse garantizando que todas las personas puedan vivir con dignidad y tener un hogar", concluye.