Los ministros de Finanzas de los Veintisiete han designado por unanimidad al titular griego Kyriakos Pierrakakis como nuevo presidente del Eurogrupo, tras la dimisión en noviembre del irlandés Paschal Donohoe. El acceso al cargo, que comenzará a ejercer este viernes con un mandato inicial de dos años y medio renovable, tiene lugar aproximadamente diez años después de que se aprobara el tercer programa de rescate consecutivo para Grecia a raíz de la crisis financiera.
En la votación interna, Pierrakakis ha resultado elegido frente al ministro belga, Vincent Van Peteghem, los dos únicos aspirantes en una contienda precipitada por la dimisión imprevista de Donohoe y sin más candidatos, después de que el ministro español, Carlos Cuerpo, decidiera retirarse de la pugna tras un primer revés sufrido el pasado mes de julio.
Desde su llegada a Hacienda, la atención de su gestión se ha centrado en los resultados macroeconómicos: Grecia ha registrado superávits primarios, un ritmo de crecimiento superior a la media de la UE y una constante reducción del endeudamiento —que ha bajado notablemente desde los niveles extremos de la crisis—, logros que Pierrakakis y su equipo suelen presentar como prueba de la “credibilidad restaurada” del país.
En entrevistas con medios internacionales, el ministro ha defendido que esta mejora no es fruto de “austeridad pura”, sino de disciplina fiscal combinada con reformas estructurales y crecimiento económico real, aunque la narrativa oficial ha sido recibida con cierto escepticismo por sectores que recuerdan el coste social de años anteriores de ajustes estrictos.
Del Estado digital al liderazgo europeo
La trayectoria de Pierrakakis es atípica para un titular de Finanzas: su reputación se forjó primero como motor de la transformación digital de la administración pública, liderando iniciativas como la plataforma centralizada de servicios públicos que redujo trámites y burocracia, algo poco habitual en la política griega tradicional.
Ese perfil tecnocrático y orientado a resultados ha sido clave para su ascenso y en parte explica su elección al frente del Eurogrupo, donde deberá coordinar políticas económicas en un contexto europeo complejo, con tensiones por inflación, crecimiento dispar y debates sobre la gestión de activos rusos congelados.
Medios como el Financial Times destacan su imagen de gestor moderno y competente, capaz de “vender” en el exterior la historia de un país que dejó atrás, o al menos mitigó, la sombra de sus rescates financieros. Eso sí, señalan críticas internas y escepticismo, especialmente de opositores que defienden que las mejoras macroeconómicas aún coexisten con desafíos estructurales, tales como la demografía, la precariedad laboral y las desigualdades regionales, que el Gobierno no ha resuelto del todo.
Luces y sombras
Además, episodios colaterales, como la demanda contra una página de Facebook que usó deepfakes con su imagen, ilustran la vulnerabilidad de los políticos frente a la desinformación y los riesgos de la era digital que él mismo ayudó a moldear.
Pierrakakis aparece como una pieza central del relato de recuperación griega: un ministro joven, educado internacionalmente, que ha sabido combinar tecnocracia y política para posicionarse como una voz respetada en Europa. Su liderazgo en el Eurogrupo, un órgano tradicionalmente dominado por figuras de países con economías más fuertes, es percibido como un símbolo del retorno de Grecia al corazón de la política económica europea.
Sin embargo, los críticos advertirán siempre que el relato de éxito económico debe medirse no solo con cifras macroeconómicas, sino con la experiencia cotidiana de los ciudadanos, y ahí están los debates que siguen abiertos en la prensa helena y europea.











