Todas las delegaciones pronosticaban que la última cumbre del año no se parecería en nada a una “noche de paz”, ni mucho menos “de amor”. A lo largo de toda la jornada, se han mantenido las dudas sobre el plan europeo que los jefes de Gobierno debían aprobar para mantener la ayuda financiera a Ucrania. Finalmente, una propuesta del presidente del Consejo Antonio Costa le ha servido al continente para evitar el desastre tras dicesiséis horas de reunión.
Cerca de las dos de la madrugada, el portugués presentaba la propuesta, que se acabaría aprobando una hora más tarde, de utilizar el crédito común para cubrir las carencias más inmediatas del pueblo ucraniano. Las conclusiones aprobadas por unanimidad encomiendan a la Comisión seguir trabajando en el fondo de reparación inicialmente propuesto. En cualquier caso, este se utilizaría al largo plazo. "Ante los intentos por vernos débiles, debemos ser conscientes de que la UE es una anomalía histórica que ha construido los valores de democracia que defiende", ha celebrado el presidente español, Pedro Sánchez, al término de la cita.
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De esta forma, se emplearía el artículo 20 de cooperación reforzada de los tratados para dar garantía de que las movilizaciones de los recursos europeos que certifiquen la deuda europa "no impacte en las obligaciones financieras de la República Checa, Hunría y Eslovaquia". El ejecutivo calcula que en los próximos dos años Kiev necesitará un préstamo de 90.000 millones que ahora va a movilizar. Una vez finalice el conflicto, Ucrania devolvería lo prestado a través de las aportaciones de Rusia para la reconstrucción. En el caso de que el Kremlin no cumpliese con el derecho internacional, el continente se reseva el derecho de aplicar otras acciones.
Este mecanismo legal permite a un grupo de Estados miembros avanzar en la integración europea en áreas de competencia no exclusiva de la UE cuando no es posible lograrlo con todos los miembros en un plazo razonable. En cualquier caso, el documento ratificado se aleja de lo que en un principio propuso la Comisión, que también ha sido incapaz de sacar adelante durante la cumbre el pacto con Mercosur. La líder del Ejecutivo, Ursula von der Leyen, ha vendido como un éxito el bloqueo indefinido de los activos, pese a que no serán empleados en este momento,
¿De dónde veníamos?
El camino hacia “Belén” no iba a ser fácil. La propuesta inicial de la Comisión pasaba por hacer uso de los saldos de caja generados por los activos rusos congelados en bancos europeos desde que comenzó la invasión a Kiev. En concreto, se estimaba que los de Volodímir Zelenski necesitaban cerca de unos noventa mil millones de euros. ¿Cuándo? Para 2026 y 2027, de ahí el “arre borriquito” y la necesidad de acelerar las negociaciones para que no les “diesen las uvas”.

El propio Zelenski había trasladado en la sala de reuniones la voluntad de su país de que el dinero no quedase en manos del Kremlin, explicando que la decisión europea podría influenciar en las que pudiesen tomar en un futuro potencias como Estados Unidos o Japón. Esto no ha bastado para convencer a Bélgica, que cuenta en sus entidades con el grueso de estos bienes. De hecho, durante la jornada, el primer ministro belga, Bart de Wever, se reunió de forma bilateral con Zelenski. Un “campana, sobre campana”.
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Lo cierto es que no ha habido sorpresas. A primera hora de la mañana, antes de trasladarse al edificio del Consejo, el primer ministro Bart de Wever ya comunicó ante el Parlamento flamenco cuál era su posición inicial. “No he visto ningún texto que me convenza de cambiar la postura de Bélgica. Espero verlo hoy, pero hasta ahora no ha llegado”, replicó haciendo sonar las campanas.
Tras el anuncio, el dirigente belga ha celebrado la decisión apelando a la racionalidad comunitaria. “Los países que viven cerca de Rusia… lo encontraron emocionalmente satisfactorio”, dijo, pero “la política no es un trabajo emocional” y “la racionalidad ha prevalecido", ha expresado.
Entre cortina y cortina
Con un “yo me remendaba, yo me remendé”, la Comisión, el Consejo y Bélgica abordaron una a una las preocupaciones del país antes de llevar el texto con las conclusiones a la mesa de los Veintisiete. Pese a que esta es una cuestión que precisa de mayoría cualificada, fuentes diplomáticas explicaban que no es lo mismo sacar una medida así con el rechazo de un país como Hungría que con la negativa del Estado que alberga el corazón de la Unión.
Los funcionarios en la capital comunitaria repetían en los últimos días la idea de que la Comisión no traería carbón para Bélgica. “No saldrá sin ellos”, advertían. Para tratar de entender la estrategia belga, miraban hacia el acuerdo de Luxemburgo, vigente para Rusia, que protege inversiones mutuas y permite arbitrajes por expropiaciones.

En estas conversaciones, no se abordó en un primer punto el plan “B” del Ejecutivo, que ha acabado también por ser desechado. Consistía básicamente en sufragar las necesidades de Kiev a través del remanente del presupuesto europeo, o la deuda comunitaria. Sin embargo, según explican fuentes presentes en la discusión, la opción que ha sobrevolado al inicio de las conversaciones ha sido la opción de los bienes del Kremlin que ha desenvocado en la que ha terminado por convencer a los Estados.
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Los líderes tenían eso de “esta noche es Nochebuena, y no es noche de dormir” sobre la cabeza. Bien entrada la medianoche, fuentes comunitarias rebajaban el optimismo del inicio de la jornada y no descartaban la posibilidad de estudiar nuevas vías con las que garantizar “su compromiso” con Ucrania. Ahí, Costa ha podido, en un giro de guión, salvar lo que algunos definían como “punto de inflexión” en Europa.
La delegación española se ha mostrado prudente desde que comenzó a plantearse las formas de ayudar económicamente a Kiev y evitaba decantarse por alguna de las propuestas. Eso sí, desde el gabinete del presidente del Gobierno apuntaban a que “al constatar en la reunión de embajadores que no había acuerdo para la opción de la deuda, la Comisión trabajaba exclusivamente en las garantías de los activos”.
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No obstante, este mismo martes Ursula von der Leyen volvió a abrir la puerta a la emisión de deuda comunitaria. “He propuesto dos opciones de reparación: basadas en los activos y basadas en los préstamos de la UE”, dijo ante el Parlamento Europeo. Ahora, después de varios diseños, con la iniciativa de Costa, este débito recaería en los Veintisiete y no en los Estadosm como planteaba el ejecutivo.
Ni oro, ni incienso, ni mirra. Los jefes de gobierno del continente han acabado optando por la vía conciliadora. Un paso que sirve a las partes para ganar más tiempo todavía y dibujar una señal de apoyo "intacto".