Las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), grupo paramilitar enfrentado al Ejército sudanés, han denunciado la muerte de “decenas” de personas en un bombardeo de las Fuerzas Armadas contra el principal yacimiento de petróleo de Sudán, recientemente capturado por las RSF y situado en las cercanías de la frontera con Sudán del Sur. Por el momento, las autoridades de Jartum no han ofrecido ninguna reacción oficial a estas acusaciones.
En un comunicado difundido en su canal de Telegram, las RSF han descrito lo ocurrido como “un ataque terrorista” perpetrado con un dron de origen turco contra el yacimiento de Heglig “con la intención de destruirlo”. Según su versión, entre los fallecidos figuran “ingenieros y trabajadores del campo, líderes de la administración local y soldados de las fuerzas de protección y seguridad de Sudán del Sur y las RSF”.
El grupo ha asegurado que el ataque “ha destruido varias instalaciones vitales” y ha subrayado que “este acto de agresión supone una violación flagrante de las normas y leyes internacionales, así como una amenaza directa a la seguridad y la estabilidad en la región”. Al mismo tiempo, atribuye lo sucedido a “la profunda frustración y el colapso interno” del Ejército debido a sus “derrotas diarias”.
En su mensaje, las RSF sostienen que “nuestras fuerzas advierten de las graves consecuencias de tolerar estos ataques, que suponen un riesgo directo a la seguridad de esta instalación petrolera vital, que supone un salvavidas económico compartido con el hermano pueblo de Sudán del Sur, que depende en gran medida del flujo del petróleo a través del territorio sudanés”.
El grupo paramilitar ha pedido además a los actores internacionales que “asuma totalmente sus responsabilidades a la hora de condenar este ataque atroz y adoptar acciones inmediatas para poner fin a estos actos hostiles, que suponen una violación flagrante de la tregua humanitaria declarada por nuestra parte”, un alto el fuego unilateral al que el Ejército no se adhirió.
Las RSF recalcan igualmente que “nuestras fuerzas afirman su total capacidad de dar protección total al yacimiento, garantizar la seguridad de los civiles y proteger las instalaciones contra taques futuros”, al tiempo que lanzan una advertencia al mando militar para que no “persistir en estos ataques bárbaros” y reiteran su “derecho inherente a responder” ante “cualquier agresión” de las Fuerzas Armadas.
Mientras tanto, las autoridades sudanesas guardan silencio sobre el incidente. No obstante, fuentes oficiales de Kordofán Sur citadas por el portal Sudan Tribune han indicado que el ataque tuvo como objetivo una localidad cercana al campo petrolero y se habría saldado con la muerte de siete líderes comunitarios y “decenas” de combatientes de las RSF.
El yacimiento de Heglig es el principal punto de procesamiento del crudo que exporta Sudán del Sur, recurso que constituye prácticamente la totalidad de los ingresos por exportaciones de Yuba. La captura de esta instalación por parte de las RSF, que ya habían llevado a cabo ataques con drones en la zona y provocaron la paralización de las operaciones en agosto, mantiene en vilo la posible reacción del Gobierno sursudanés, muy dependiente del tránsito del petróleo por territorio sudanés.
La actual guerra civil en Sudán estalló por las profundas discrepancias sobre la integración de las RSF en la estructura del Ejército regular, un proceso clave de la transición abierta tras el derrocamiento en 2019 del régimen de Omar Hasán al Bashir. Esa transición ya había quedado gravemente dañada por el golpe de 2021 que forzó la salida del entonces primer ministro, Abdalá Hamdok.
El conflicto, en el que intervienen diversos países respaldando a uno u otro bando, ha hundido a Sudán en una de las peores emergencias humanitarias del planeta. Millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, dentro y fuera del país, mientras crece la preocupación internacional por la expansión de enfermedades y por el deterioro de infraestructuras esenciales, que dificulta la asistencia a cientos de miles de afectados.










