Las autoridades de Sudán del Sur han confirmado el fallecimiento de siete miembros de sus Fuerzas Armadas en un ataque con dron perpetrado el martes por el Ejército de Sudán contra el mayor yacimiento petrolero del país, situado en la zona fronteriza y controlado desde la víspera por las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Pese al bombardeo, el Gobierno sursudanés sostiene que las instalaciones no han sufrido daños de consideración.
El director de la oficina del jefe del Ejército, Dominic Santo, ha detallado que los siete militares muertos formaban parte de un destacamento desplegado para reforzar la seguridad del campo petrolero, considerado estratégico tanto para Jartum como para Yuba, según ha informado la emisora sursudanesa Eye Radio.
Santo ha explicado que las fuerzas regulares sudanesas abandonaron la zona tras el avance de las RSF y en el marco de un acuerdo a tres bandas que preveía que el Ejército de Sudán del Sur asumiera la protección del yacimiento. Al mismo tiempo, ha censurado a Jartum por ordenar un ataque con drones contra un área donde se encontraban tropas sursudanesas encargadas de la custodia de las instalaciones.
El responsable militar ha subrayado que el bombardeo se produjo de forma inesperada y sin previo aviso. “Entramos en Heglig tras un acuerdo. Había una pequeña presencia de las RSF, pero se retiraron el 8 de diciembre. Es un hecho desafortunado, pero el resto de medidas serán adoptadas por la cúpula del Gobierno (sursudanés)”, ha zanjado.
Desde el Ejecutivo de Sudán del Sur, el portavoz gubernamental, Ateny Wek Ateny, ha insistido en que la infraestructura petrolera no ha resultado seriamente afectada y que la actividad continúa con normalidad. “La producción petrolera continúa, y va bien. No hay informaciones sobre daños importantes que pudiera haber detenido la producción”, ha explicado.
Ateny ha reclamado además a todos los actores enfrentados que eviten cualquier combate en torno a las instalaciones energéticas y ha exigido que se mantengan alejados de los campos de crudo. “Tienen que irse de los campos petroleros”, ha recalcado, al tiempo que ha lanzado un mensaje de calma a las comunidades que viven en la franja limítrofe, asegurando que la situación de seguridad está bajo control.
Las RSF denunciaron el martes la muerte de “decenas” de personas en el ataque, y aseguraron que entre las víctimas se encuentran “ingenieros y trabajadores del campo, líderes de la administración local y soldados de las fuerzas de protección y seguridad de Sudán del Sur y las RSF”. El grupo paramilitar sostuvo también que el bombardeo “destruyó varias instalaciones vitales”, una versión que las autoridades de Yuba rechazan de plano.
Este campo petrolero funciona como principal centro de procesamiento del crudo destinado a la exportación desde Sudán del Sur, un recurso que constituye prácticamente la totalidad de los ingresos exteriores del país, dada su fuerte dependencia del petróleo. La toma del yacimiento por las RSF y el nuevo ataque con drones añaden incertidumbre sobre la respuesta política y militar que adoptará el Gobierno sursudanés, después de que una ofensiva similar en agosto ya obligara a suspender temporalmente las operaciones.
El conflicto armado en Sudán estalló a raíz de las profundas discrepancias sobre el proceso de integración de las RSF en el Ejército regular, lo que hizo descarrilar la transición abierta tras el derrocamiento en 2019 del régimen de Omar Hasán al Bashir, ya muy debilitada después del golpe que depuso en 2021 al entonces primer ministro, Abdalá Hamdok.
La guerra, en la que participan de forma indirecta varios países que respaldan a uno u otro bando, ha sumido a Sudán en una de las crisis humanitarias más graves del planeta, con millones de personas desplazadas o refugiadas. La comunidad internacional alerta además de la propagación de enfermedades y de los graves daños sufridos por infraestructuras esenciales, lo que dificulta la atención a cientos de miles de afectados.











