Desde Cigna Healthcare se alerta que una alimentación desequilibrada combinada con el calor del verano podría incrementar el riesgo de deshidratación y desestabilizar la microbiota intestinal, lo que afectaría la resistencia y eficacia del sistema digestivo.
La microbiota intestinal, que comprende más del 70% de los microorganismos del cuerpo, es esencial para la salud digestiva y general. Una alteración en esta puede elevar la probabilidad de experimentar molestias digestivas comunes, incluyendo acidez, inflamación abdominal, gases o estreñimiento.
Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, explica que la microbiota tiene funciones antiinflamatorias, mediante la producción de compuestos como los ácidos grasos de cadena corta que reducen la inflamación intestinal. Además, tiene un papel neuro regulador al influir en la producción de neurotransmisores, como la serotonina, estableciendo así una comunicación directa con el cerebro a través del llamado eje intestino – cerebro.
«Por este motivo, un desequilibrio en la microbiota intestinal puede afectar no solo a la salud digestiva, sino también al estado de ánimo y a la gestión del estrés. Así, cuidar la microbiota debería ser una prioridad, especialmente en momentos del año como el verano, cuando nuestros hábitos tienden a cambiar», añade.
Según el Cigna Healthcare International Study, solo un 35 por ciento de la población adulta en España afirma mantener una dieta equilibrada. Este dato es significativo, considerando que las enfermedades del aparato digestivo fueron en 2023 la principal causa de hospitalización en España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Una microbiota equilibrada está relacionada con una mejor respuesta inmunitaria, una mayor protección contra toxinas y contaminantes alimentarios, y una mayor eficacia de las intervenciones nutricionales, tanto preventivas como terapéuticas.
MEDIDAS SENCILLAS PARA MANTENER UNA MICROBIOTA EQUILIBRADA
Durante el verano es común cambiar la alimentación y el estilo de vida. Los profesionales de Cigna Healthcare sugieren unas pautas para fomentar un equilibrio intestinal.
La primera medida es mantener la hidratación aumentando la ingesta de agua e incorporando alimentos ricos en agua, como la sandía, el pepino o el tomate. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recomiendan un consumo diario total de entre 2 y 2,5 litros de agua para mujeres adultas y entre 2,5 y 3 litros para hombres adultos.
También, el incremento en el consumo de fibra de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales puede mejorar el tránsito intestinal y favorecer el equilibrio de la microbiota. La fibra alimenta a las bacterias beneficiosas del intestino, lo que puede resultar en la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), como el butirato, asociados con efectos antiinflamatorios y protectores a nivel intestinal. Además, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), la fibra soluble puede ayudar a reducir el tiempo de tránsito intestinal y prevenir el estreñimiento.
El consumo de alimentos fermentados como yogur, kéfir o chucrut puede ayudar a mantener o recuperar el equilibrio de la microbiota intestinal, al aportar microorganismos vivos (probióticos). Los prebióticos, presentes en alimentos como la alcachofa, el plátano o la cebolla, actúan como alimento para las bacterias intestinales beneficiosas.
Además, la práctica de ejercicio moderado, como caminar, nadar o montar en bicicleta, se ha vinculado con un mejor tránsito intestinal y con una mayor diversidad microbiana. Esta actividad también tiene efectos positivos sobre el estado de ánimo y los niveles de estrés, factores que también parecen influir en la salud digestiva.
Limitar las grasas y los productos procesados es crucial para proteger la flora. Se recomienda consumir alimentos frescos y de alta calidad nutricional como el aceite de oliva virgen extra, que pueden ayudar a regular la presión arterial, mejorar los niveles de colesterol y prevenir enfermedades como la diabetes tipo 2, por su riqueza en compuestos fenólicos y ácido oleico. El exceso de alcohol, en cambio, afecta negativamente a la mucosa intestinal y dificulta la absorción de nutrientes.
Finalmente, el estrés prolongado podría alterar la microbiota y aumentar la permeabilidad intestinal. Una microbiota alterada podría empeorar los síntomas del estrés y la ansiedad. Por ello, técnicas como la meditación, el yoga o el mindfulness han demostrado ser útiles para reducir los niveles de cortisol, lo que puede favorecer una mejor comunicación entre el sistema nervioso central y el tracto digestivo. Establecer rutinas de descanso y momentos de desconexión también puede tener un efecto positivo sobre el bienestar digestivo.















