Un grupo de científicos de la Unidad de Innovación Biomédica del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), del Instituto de Investigación Sanitaria Fundación Jiménez Díaz y del CIBER de Enfermedades Raras (CIBERER) ha diseñado dos nuevas estrategias que incrementan la eficacia de las terapias de edición genética aplicadas a patologías hematológicas, unos progresos calificados de «gran impacto».
El primero de los trabajos, difundido en la revista ‘Molecular Therapy Methods and Clinical Development’, describe un procedimiento que permite monitorizar con gran precisión el destino de las células madre sanguíneas sometidas a edición genética, optimizando su aprovechamiento terapéutico y elevando las probabilidades de éxito de los trasplantes para tratar enfermedades de la sangre.
Este enfoque perfecciona el protocolo de edición génica y representa un avance «significativo» al mejorar la edición genética de las células madre, ayudando a esclarecer cómo repercute este proceso en la generación y mantenimiento de dichas células.
De este modo, no solo se incrementa la eficiencia global de la intervención, sino que además se conserva una dinámica policlonal estable a largo plazo, lo que proporciona información esencial para su futura traslación a la práctica clínica.
El segundo estudio, publicado en la revista ‘Cell Press’, presenta una estrategia «segura y eficaz» para el trasplante de células madre hematopoyéticas que aspira a sustituir la quimioterapia convencional. Para ello, recurre a una combinación de anticuerpos y compuestos que favorecen la movilización de las células madre hematopoyéticas desde la médula ósea hacia la sangre periférica.
Con esta aproximación, el equipo investigador se ha enfrentado a uno de los grandes desafíos tanto del trasplante hematopoyético como de la terapia génica en este ámbito: la necesidad de un acondicionamiento suficientemente eficaz y al mismo tiempo seguro, que facilite el injerto de células madre sanas o corregidas genéticamente. En la práctica clínica, este acondicionamiento suele basarse en quimioterapia o radioterapia, tratamientos efectivos pero asociados a una «considerable toxicidad».
Los resultados obtenidos demuestran que la combinación de estrategias para movilizar las células madre hematopoyéticas fuera de la médula ósea incrementa su vulnerabilidad al tratamiento con anticuerpos monoclonales y reduce de forma notable la toxicidad habitual. Esto permite alcanzar tasas de injerto hematopoyético «significativamente superiores y de manera segura» si se compara con el empleo exclusivo de anticuerpos.
El estudio también ha puesto de manifiesto la utilidad de este enfoque en dos modelos de enfermedad de origen genético, una inmunodeficiencia y una anemia crónica, lo que «abre la puerta» a opciones terapéuticas menos agresivas y más fáciles de implementar para pacientes con múltiples patologías, entre ellas inmunodeficiencias, anemias hereditarias y otras enfermedades hematológicas que podrían ser tratadas sin los riesgos propios de la quimioterapia.
«Estos avances hacen más eficiente, segura y accesible la corrección precisa de genes (edición génica) para el tratamiento de enfermedades genéticas que afectan a la sangre», ha afirmado el jefe de la División de Tecnología Celular de la Unidad de Innovación Biomédica del CIEMAT, José Carlos Segovia.
Segovia ha subrayado asimismo que ambas investigaciones se complementan en el camino hacia el «objetivo común» de disponer de terapias avanzadas más seguras, duraderas y accesibles para enfermedades raras hematológicas. Por un lado, el acondicionamiento no genotóxico disminuye los riesgos asociados al trasplante de células madre y, por otro, la optimización de la edición génica refuerza la potencia y la estabilidad de los injertos modificados.
Los dos trabajos han sido posibles gracias al apoyo de la Fundación Botín a través de su programa de Ciencia y se integran en la tesis doctoral de la investigadora de la División de Tecnología Celular, Isabel Ojeda-Pérez, dirigida por los doctores José Carlos Segovia Sanz y Rebeca Sánchez Domínguez.










