La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) ha hecho un llamamiento este jueves para intensificar la detección precoz de la disfagia, con el fin de evitar complicaciones graves como la desnutrición, la deshidratación o la neumonía aspirativa. Esta última se considera la consecuencia más grave de la disfagia, ya que puede asociarse a una mortalidad del 50 por ciento.
Coincidiendo con la conmemoración este viernes del Día Mundial de la Disfagia, la sociedad científica ha recordado que este trastorno se define como la dificultad para trasladar el alimento desde la boca hasta el estómago. Sus causas pueden ser de origen neurológico, estructural o muscular, y aparece con frecuencia en personas que han sufrido un ictus, en quienes padecen enfermedades neurodegenerativas como Parkinson o esclerosis lateral amiotrófica (ELA), así como en pacientes operados de tumores de cabeza y cuello.
Se calcula que alrededor del ocho por ciento de la población mundial padece disfagia. En España, esta alteración afecta al 5,6 por ciento de los adultos, con una incidencia mayor en personas hospitalizadas, especialmente en unidades geriátricas (10,3%) y en servicios de neurología (7,5%).
“Debemos sospechar la presencia de disfagia cuando un paciente al comer o beber tosa con frecuencia, le cambie la calidad de la voz, se desature (disminución significativa del nivel de oxígeno), sea incapaz de mantener el bolo alimenticio en la boca, no pueda realizar el sello labial, babee, le quede comida en la boca o a nivel faríngeo tras la deglución, no pueda tragar el bolo alimenticio en una única deglución, sufra frecuentes infecciones respiratorias, se deshidrate con frecuencia o se desnutra”, ha explicado la vocal de Asistencia de la SEEN y miembro del Área de Nutrición de la sociedad, Emilia Cancer.
La especialista ha subrayado que el proceso de deglutir es esencial para asegurar una nutrición e hidratación correctas, de modo que su alteración conduce a desnutrición y/o deshidratación, además de favorecer aspiraciones orofaríngeas que pueden desencadenar infecciones respiratorias. “Hasta un 50 por ciento de los pacientes que presentan aspiración desarrollan neumonía, siendo la complicación más temida de la disfagia, ya que constituye entre el cinco y el 15 por ciento del total de las neumonías adquiridas y puede tener una mortalidad asociada del 50 por ciento. No es un problema menor”, ha precisado.
Todo ello repercute negativamente en la calidad de vida y en la supervivencia de las personas afectadas, y se asocia a estancias hospitalarias más prolongadas y a un incremento del gasto sanitario. La SEEN ha puesto el foco en la especial vulnerabilidad de los pacientes de edad avanzada con presbifagia, una situación que se estima entre el 10 y el 30 por ciento de los mayores de 65 años y que supera el 80 por ciento en quienes tienen más de 80 años. También ha recalcado el aumento de la prevalencia en pacientes frágiles e ingresados.
Además, Emilia Cancer ha advertido de que el temor a atragantarse y la necesidad de recurrir a texturas modificadas en la alimentación dificultan la participación de estos pacientes en comidas familiares y en actividades sociales, favoreciendo el aislamiento. “Muchos pacientes dejan de disfrutar de algo tan cotidiano como comer. Esto afecta a su bienestar emocional y a su integración social. El tratamiento no solo es clínico, también humano”, ha señalado.
Tratamientos disponibles y papel del endocrino
El abordaje de la disfagia puede ser compensatorio, rehabilitador o una combinación de ambos. Incluye la adaptación de texturas y viscosidades (evitando alimentos con grumos, pegajosos, duros o con líquido en su interior), la adopción de posturas seguras durante la ingesta, una higiene oral rigurosa, el uso de espesantes y aguas gelificadas para asegurar una correcta hidratación, así como menaje adaptado, supervisión por parte de cuidadores y programas de ejercicios de deglución y de rehabilitación muscular.
Cuando la ingesta por vía oral deja de ser segura o ya existe desnutrición y/o sarcopenia, se hace imprescindible una intervención nutricional específica. “La disfagia sarcopénica se debe a la sarcopenia, es decir, a la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular de los músculos de todo el cuerpo y de la deglución. Es un factor de riesgo importante para desarrollar desnutrición, ya que condiciona una ingesta oral reducida”, ha explicado Emilia Cancer.
En esta línea, ha insistido en que el tratamiento debe ser global, combinando la evaluación clínica, la adaptación dietética, la rehabilitación y el soporte nutricional, con especial énfasis en la prevención de las complicaciones, sin descuidar el acompañamiento al paciente. Para ello, es necesario un equipo multidisciplinar en el que colaboren endocrinólogos, otorrinolaringólogos, especialistas en rehabilitación, logopedas, geriatras, digestivos, neurólogos y oncólogos.
“El especialista en Endocrinología y Nutrición, con su visión holística del problema, aporta las soluciones más integradoras, multi e interdisciplinares, que permitirán mejorar la seguridad del paciente y su calidad de vida. De hecho, desde la SEEN nos estamos implicando en ello fuertemente, desarrollando diferentes herramientas de formación para cuidadores, pacientes y profesionales con el objetivo de apoyar la atención de los pacientes con disfagia, como el Aula Virtual SEEN”, ha destacado la especialista.
El estudio RECALSEEN, impulsado por la sociedad, pone de manifiesto que los endocrinólogos participan en comisiones clínicas de disfagia en el 40,5 por ciento de los hospitales y que existen consultas monográficas de disfagia orofaríngea en el 38,8 por ciento de los servicios de endocrinología de los centros hospitalarios españoles.
Asimismo, la SEEN ha valorado de forma positiva la creación de la “International Dysphagia Diet Standardisation Initiative” (IDDSI), que ha permitido consensuar a nivel internacional las texturas de los alimentos y las viscosidades de los líquidos para incrementar la seguridad de la deglución. También ha destacado propuestas innovadoras como la aplicación de la gastronomía molecular a la disfagia en el ámbito de la restauración adaptada, así como los avances en técnicas de rehabilitación neuromoduladora, que están ofreciendo resultados alentadores.
En este contexto, la doctora Cancer ha subrayado que el principal desafío ahora es trasladar estas herramientas y recursos a la práctica diaria en hospitales, residencias y domicilios, además de reforzar la formación de cuidadores y profesionales sanitarios. “Se debe establecer un plan de atención nutricional individualizado, cribado temprano, disponer de algoritmos de actuación y llevar a cabo un abordaje multidisciplinar para frenar complicaciones graves”, ha concluido la doctora.









