Una reciente investigación en adultos jóvenes, de entre 20 y 45 años, que padecen trastorno bipolar, ha identificado alteraciones sutiles en el funcionamiento del corazón y la circulación de la sangre, aún antes de que se manifieste la insuficiencia cardíaca. Esto se logró midiendo la tensión sistólica máxima y el esfuerzo del miocardio.
Publicados en ‘Biological Psychiatry’ de ‘Elsevier’, los hallazgos sugieren nuevos caminos para el desarrollo de tratamientos que prevengan el avance hacia la insuficiencia cardíaca en este grupo de riesgo.
Aunque se ha acumulado evidencia de que el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares es mayor en las primeras fases del trastorno bipolar, son escasos los estudios que han indagado sobre la disfunción cardíaca en las etapas iniciales de esta condición. Este estudio es pionero en descubrir que la disfunción miocárdica es ya aparente en pacientes con trastorno bipolar menores de 45 años antes de que se presente la insuficiencia cardíaca, lo que indica una posible conexión con la disfunción vascular coronaria subyacente.
Utilizando marcadores sensibles para la detección temprana de la disfunción cardíaca subclínica, se encontró que tanto la deformación sistólica máxima global como la regional, y el trabajo miocárdico estaban alterados en los segmentos del ventrículo izquierdo en adultos jóvenes con trastorno bipolar comparados con individuos de la misma edad sin trastornos psiquiátricos. Los investigadores observaron la deformación sistólica máxima regional y el trabajo miocárdico regional según el modelo de 17 segmentos de la Asociación Americana del Corazón (AHA) basado en los territorios de perfusión, lo que sugiere una función cardíaca alterada relacionada con una perfusión vascular coronaria anómala en la fase inicial del trastorno bipolar.
‘Debido a que ningún estudio había evaluado anteriormente la deformación sistólica máxima regional y el trabajo miocárdico regional en pacientes con trastorno bipolar utilizando el modelo de 17 segmentos de la AHA, este estudio generador de hipótesis se diseñó para identificar patrones y formular hipótesis potenciales para seguir investigando la relación entre el corazón y el trastorno bipolar’, explica el investigador principal, Pao-Huan Chen, del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Médica de Taipéi (Taiwan).
‘Aunque hay muchas pruebas que sugieren un riesgo cardiovascular elevado en las personas con trastorno bipolar, nos sigue sorprendiendo el hallazgo de que, incluso en esta población joven con trastorno bipolar, la disfunción miocárdica afecta ampliamente a los segmentos ventriculares izquierdos en los territorios de perfusión de las tres arterias coronarias principales’, ha añadido el primer autor, Cheng-Yi Hsiao, doctor en Medicina, de la División de Cardiología del Departamento de Medicina Interna y del Centro de Investigación Cardiovascular del Hospital Universitario Médico de Taipéi.
SE DEBEN EXPLORAR LAS VÍAS QUE LLEVAN A LA DISFUNCIÓN
El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave que generalmente surge durante la adolescencia y la adultez temprana. Estudios de cohortes y metaanálisis a gran escala han mostrado que, además de experimentar síntomas de trastorno del ánimo a lo largo de su vida, los pacientes tienen un riesgo aproximadamente dos veces mayor de desarrollar insuficiencia cardíaca, una de las principales causas de mortalidad cardiovascular prematura en pacientes con trastorno bipolar.
Para entender mejor la patología de la insuficiencia cardíaca en estos pacientes, los investigadores indican que futuros estudios deberían investigar las vías mecánicas que llevan a la disfunción vascular coronaria en esta población.
‘Tras la replicación en futuros estudios con diferentes muestras, los índices de esfuerzo sistólico máximo y trabajo miocárdico deberían incorporarse a la evaluación cardiovascular de los pacientes con trastorno bipolar. Esta evaluación ofrecería la oportunidad de identificar y tratar la disfunción cardíaca lo antes posible, antes de que progrese la insuficiencia cardíaca, al tiempo que sentaría una base sólida para el desarrollo de nuevas terapias para evitar la insuficiencia cardíaca y mejorar la esperanza de vida’, aconseja Chen.