Miguel Sánchez, al frente del Instituto de Dermatología Integral, destacó que la dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica que se manifiesta en forma de picor severo, enrojecimiento, sequedad y descamación de la piel. Sin embargo, su impacto ‘va más allá de lo físico’, repercutiendo gravemente en la calidad de vida de los afectados.
‘El picor constante, la alteración del sueño, la presencia de lesiones visibles en cara o manos y la necesidad de cuidados continuos hacen que los pacientes vean limitada su vida diaria, sus relaciones sociales y, en muchos casos, su estado emocional’, explicó Sánchez Viera.
Según la National Eczema Association y la Asociación de Afectados por Dermatitis Atópica, esta patología ocasiona problemas frecuentemente ignorados, como la fatiga, la disminución del desempeño académico o laboral, la vergüenza por el aspecto de la piel y un incremento en el riesgo de ansiedad y depresión.
‘Muchos pacientes se sienten incomprendos porque, desde fuera, se tiende a pensar que es solo un problema de piel seca. Sin embargo, se trata de una enfermedad crónica que puede condicionar la forma en la que una persona duerme, se relaciona o trabaja’, añadió Sánchez.
En España, esta afección impacta a alrededor del 20 por ciento de los niños y entre el 1 y el 3 por ciento de los adultos, cifras que han aumentado en los últimos diez años. Aunque los síntomas suelen desaparecer con la edad en la mayoría de los casos, en otros persisten en la adultez, afectando significativamente la calidad de vida.
TRATAMIENTOS Y AUTOCUIDADOS: CLAVES PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA
Aunque no hay cura definitiva, los tratamientos actuales permiten controlar los brotes y mitigar su impacto en la vida cotidiana. Desde el uso regular de cremas hidratantes y emolientes hasta terapias farmacológicas avanzadas como los fármacos biológicos, el enfoque debe ser siempre personalizado.
‘El objetivo del tratamiento no es solo controlar los síntomas, sino también devolver al paciente su calidad de vida, evitando que la enfermedad condicione su descanso, sus relaciones personales o su bienestar psicológico’, enfatizó Sánchez.
Para mejorar la calidad de vida de los pacientes con dermatitis atópica, el dermatólogo recomienda mantener la piel hidratada diariamente con productos específicos, controlar el estrés, uno de los principales desencadenantes de los brotes, y optar por ropa de algodón o lino, evitando la lana y tejidos sintéticos que irritan la piel. También es crucial mantener ambientes húmedos, usar humidificadores y evitar cambios bruscos de temperatura.
Finalmente, ante la aparición de brotes, es recomendable consultar al dermatólogo en vez de recurrir a remedios caseros, ya que un diagnóstico y tratamiento adecuados permiten un mejor control de la enfermedad y reducen su impacto en la vida diaria. Además del control de los brotes, es importante el seguimiento periódico por parte del dermatólogo, que ayuda muchas veces a adherir al paciente al tratamiento y a las rutinas saludables que permiten su prevención.
A pesar de su elevada prevalencia, la dermatitis atópica sigue siendo una enfermedad poco conocida y, en muchos casos, infradiagnosticada. ‘Es fundamental que la sociedad y el entorno de los pacientes comprendan que la dermatitis atópica es una enfermedad crónica con repercusión física y emocional. La concienciación y el diagnóstico precoz son claves para que los pacientes puedan acceder a tratamientos adecuados y vivir con una mejor calidad de vida’, concluyó Sánchez.















