Investigación destaca la importancia de la salud cardiovascular en la prevención del Alzheimer

La investigadora Marta Cortés enfatiza que la salud cardiovascular es fundamental en la patogénesis del Alzheimer.

Imagen de la jornada.FUNDACIÓN RAMÓN ARECES

La experta del Centro de Neurociencias Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNC-CSIC), Marta Cortés, ha subrayado en un reciente foro que la salud cardiovascular constituye una base crucial en el proceso de desarrollo del Alzheimer, destacando que un alto riesgo vascular conduce a hipometabolismo cerebral, daño neuronal e inmunotrombosis, “redefiniendo la enfermedad como un problema sistémico y no solo neurológico”.

En un evento organizado por la Fundación Ramón Areces junto a la Real Academia de Farmacia, Cortés y otras investigadoras han discutido sobre los avances en el tratamiento y comprensión del Alzheimer. Marta Cortés ha mencionado que actualmente hay “más de 100 compuestos para esta enfermedad en ensayos clínicos”, y ha resaltado que un riesgo cardiovascular elevado, en especial la hipertensión, disminuye el metabolismo en áreas cerebrales que son afectadas por el Alzheimer, incluso en personas sin síntomas.

Según Cortés, “la prevalencia de Alzheimer se triplica en individuos con aterosclerosis, y el aumento de la placa ateromatosa se relaciona directamente con una reducción del metabolismo cerebral y un incremento de indicadores de muerte neuronal”. Ha añadido que “células inmunes (TH17) y procesos de inmunotrombosis, exacerbados por factores de riesgo cardiovascular, dañan la barrera hematoencefálica, ocluyen microvasos y contribuyen activamente a la formación de placas de amiloide”.

Durante su ponencia, afirmó que controlar los factores de riesgo cardiovascular, incluyendo hábitos saludables como buena alimentación y ejercicio físico, puede prevenir hasta el 45% de los casos de demencia, mitigando el daño vascular que acelera el deterioro cognitivo. También ha explorado el papel del micro ARN 721 en el deterioro cognitivo a través de un modelo de ratón ‘knockout’, con miras a desarrollar nuevas terapias y biomarcadores.

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