El coordinador del Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría (CSV-AEP), el doctor Ignacio Manrique, ha subrayado que pelar las uvas y partirlas a lo largo en cuatro porciones ayuda a prevenir atragantamientos en niños menores de 5 años durante la Nochevieja, una fecha en la que se incrementa el riesgo de asfixia, una de las principales causas de mortalidad infantil.
“No hay año en que no acabe algún niño en urgencias por este motivo, con consecuencias a veces graves o incluso fatales”, ha señalado el doctor Manrique, quien ha incidido en que “el atragantamiento se puede prevenir tomando las medidas adecuadas y aprendiendo a actuar correctamente si se da un episodio”.
Por este motivo, también ha aconsejado ofrecer las uvas sin piel ni semillas, ya que la piel es deslizante y puede irse “sin querer” hacia la garganta.
Para extremar la seguridad, Manrique ha recalcado la conveniencia de que el menor las tome sentado, tranquilo y siempre bajo la vigilancia de un adulto. Además, ha propuesto los gusanitos de sémola de maíz o las pasas como alternativas “seguras” a las uvas.
Con todo, ha recordado que las uvas no son el único alimento de riesgo en Navidad, una época en la que se consumen más turrones, frutos secos, peladillas, palomitas de maíz o caramelos. En el caso de estos últimos, sobre todo los duros y redondos, pueden obstruir por completo la vía aérea de un niño en cuestión de segundos, ya que no se disuelven con rapidez y encajan con facilidad en la garganta.
Por esta razón, desde el CSV-AEP se aconseja no dar caramelos a los menores de entre 0 y 3 años. Entre los 3 y 5 años el peligro sigue siendo elevado incluso con supervisión adulta. A partir de los 5 años, la probabilidad de atragantamiento baja, aunque no desaparece.
Cómo actuar ante un atragantamiento infantil
En caso de que se produzca un episodio de este tipo, el doctor Manrique ha desmontado algunos mitos, como introducir el dedo en la boca para intentar extraer el objeto, una maniobra que “puede incluso empujarlo más profundamente” y causar lesiones; o levantar al niño por los pies para facilitar la salida del cuerpo extraño, otra “práctica ineficaz, además de peligrosa”.
Asimismo, ha insistido en que, cuando el niño está consciente y con tos efectiva, es preferible no intervenir ni dar golpes en la espalda, ya que la tos es el mecanismo natural para expulsar el objeto.
Si el menor permanece consciente pero con tos inefectiva o dificultad para respirar, se deberá pedir ayuda a las personas cercanas o llamar al 112; observar la boca y retirar el cuerpo extraño si se ve y se puede alcanzar; y, a continuación, aplicar cinco golpes interescapulares seguidos de cinco compresiones abdominales (maniobra de Heimlich). Estos pasos se repetirán hasta que el niño vuelva a respirar con normalidad, expulse el objeto o pierda la consciencia.
En este último supuesto, se deberán iniciar maniobras básicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) y contactar de inmediato con los servicios de emergencia. Una vez expulsado el objeto, se recomienda acudir igualmente al hospital para descartar posibles lesiones internas o complicaciones posteriores.