When there’s something strange in the neighborhood, who are you gonna call? Así decía la conocida melodía de la película ghostbusters que, allá por el año 1984, mostraba un escenario ficticio en el que espíritus y fantasmas aparecían en la ciudad de Nueva York.
40 años después la humanidad ha puesto su futuro en manos de la IA, en cuanto tecnología cuya velocidad de evolución está haciendo que su adopción sea (o parezca) precipitada, hasta el punto de no dejarnos pensar en los potenciales riesgos que puede traer consigo su adopción global y generalizada.
IA y grandes potencias
Como es sabido, la carrera por la IA está en las agendas políticas y militares de las grandes potencias, y en las económicas de las grandes corporaciones. Incluso ha dado pie a que muchos de estos territorios (estamos hablando de Estados Unidos, China o Europa, entre otros) se hayan visto obligados a avanzar en el camino de la regulación.
La carrera por la IA está en las agendas políticas y militares de las grandes potencias, y en las económicas de las grandes corporaciones
Quizás lo hagan movidos por el temor geopolítico a que sus rivales en el terreno de juego internacional avancen de forma más veloz. Menos probable es que les mueva una preocupación real de que un uso inadecuado de la inteligencia artificial pueda suponer una clara amenaza para los derechos y libertades fundamentales de las personas.
Con independencia de ello, ya ha habido voces destacadas que alertaron públicamente acerca de los riesgos y peligros que trae consigo un desarrollo incontrolado de la IA, incluso prediciendo el fin de la humanidad si no se lograba crear un sistema de control y supervisión eficaz de esta tecnología. Mensajes apocalípticos que, probablemente no se habían vuelto a escuchar desde los comienzos de la carrera armamentística nuclear.
En este sentido, a principios del mes de septiembre de 2024, un grupo de influyentes científicos especializados en Inteligencia Artificial expresaron su preocupación por la posibilidad de que la tecnología que ayudaron a crear pudiera, en cuestión de años, superar las capacidades de sus creadores y alertaron de que «la pérdida de control humano o el uso malintencionado de estos sistemas de inteligencia artificial podrían provocar resultados catastróficos para toda la humanidad».
