Alguien se preguntará que, si es mi primera tribuna en Demócrata, por qué en el título se infiere una segunda parte.
La razón es que, la semana pasada, escribí un artículo llamado Sede Vacante en el que hablaba de los distintos sistemas electorales y cómo el sistema español es más cercano al del Vaticano que al americano.
En resumidas cuentas: en EE.UU. el sistema electoral distingue entre legislativo y presidencia, ambos son a candidato ganador / perdedor y las fechas de las elecciones están pautadas, al igual que lo está la toma de posesión del cargo.
… y, en España, no.
El sistema americano aspiraba a un modelo que no debía replicar los errores de sistema de la nación de la que eran colonia (bueno, colonias, que llegar a poner de acuerdo trece territorios creo que ya es el primer logro de ese país).
Por ser más eficiente, debían garantizar siempre la continuidad en plenas funciones del Estado y, por ese motivo, no hay órganos “en funciones”, es decir: no se observan escenarios de capacidades limitadas.
El sistema americano aspiraba a un modelo que no debía replicar los errores de sistema de la nación de la que eran colonia
Es cierto que hay algo que se llama “lame duck” que podría llevar a confusión, pero este concepto no es lo mismo que estar en funciones. El caso es que, desde las elecciones a la toma de posesión pasan unos 60 días y, durante ese periodo, un “lame duck” es, en esencia, un oficial en ejercicio que abandonará el mandato en cuanto se active la siguiente legislatura.
Ojo, que fue elegido y su mandato no termina hasta el mismo día en que se inicie el siguiente, pero no se ve del todo bien que, si no va a seguir, ponga pegas o inicie procedimientos. Es más, suelen votar con la mayoría de su grupo o se abstienen, por no tomar posición si saben que ya no cuentan con el respaldo de los votantes.
Pero en este sistema tan bien sellado en principio, ha aparecido una grieta. Bueno, se ha provocado una grieta. Una grieta que sólo había tenido hecho “crack” en 1910 y en 2015, pero que nunca había pasado de ahí. El caso es que el pasado martes Kevin McCarthy fue expulsado de su puesto de Speaker de la Cámara de Representantes.
Para quién no esté familiarizado, el Speaker es quien preside la Cámara de Representantes. Esta cámara forma parte del Capitolio junto con el Senado. La conforman 435 representantes elegidos por cada uno de los 435 distritos que dibujan el mapa político de los EE.UU.
Ese número de asientos no se modifica desde 1913 y se distribuyen en función de la población que contienen. Así California, con sus 39 millones de habitantes, aúna 52 distritos y, por tanto 52 representantes, Texas (29 millones) 38, pero estados de muy baja población como Dakota del Norte (algo menos de 800.000) sólo manda a Washington 1 representante.
Los 435 asientos salen a elección cada dos años y al inicio de cada nuevo “Congreso” (así se denomina la legislatura) se elige a un Speaker. Obviamente muchos son elegidos a lo largo de varias legislaturas, como Tip O’Neill, que estuvo 5 legislaturas consecutivas. Otros han sido elegidos de forma discontinuada pero han hecho sus años en el cargo, como Sam Rayburn (17 años) o Nancy Pelosi (7 años). Finalmente otros han estado un suspiro y, bueno, el que menos duró fue Theodore Pomeroy, quien ejerció el cargo sólo un día.
El caso es que Kevin McCarthy puede pasar a la historia por ser el que más dolores de cabeza ha sufrido por el puesto. Le costó 15 votaciones a principio de año llegar al cargo y le acaban de echar porque un miembro de su propio partido presentó la moción.
A ver… que esto también le pasó a John Boehner en 2015 (uno de los dos casos que les he comentado antes), pero se fue antes de que le echaran.
Quién ha cumplimentado la moción es Matt Gaetz (representante por el 4º distrito de Florida) y junto a él han votado otros 7 republicanos para echarle. Sumen a eso, claro, los 208 demócratas que ocupan asiento en la Cámara.
Éste es el escenario: 208 demócratas votando a favor de una moción presentada por un incondicional de Donald Trump.
Las conclusiones se las dejo a ustedes.
SOBRE LA FIRMA Enrique Cocero es consultor político y asesor en gabinetes políticos. Ha sido asesor en campañas electorales desde 2012 en España y en EE.UU. (Senado, Congreso y Gobernadores).