Un momento decisivo en la Unión Europea

El Debate sobre el Estado de la Unión Europea 2023 marca el inicio de la última parte de la actual legislatura europea

El Debate sobre el Estado de la Unión Europea 2023, celebrado esta semana en el pleno del Parlamento Europeo reunido en Estrasburgo, marca el inicio de la última parte de la actual legislatura europea, cuando queda menos de medio año para las elecciones europeas de junio de 2024. Es decir, en un momento decisivo para la Unión.

La acertada intervención de la Presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen -que encabeza un Colegio de Comisarias y Comisarios cuya gestión presenta un balance claramente positivo, en un contexto particularmente difícil-, pudo tener, sin embargo, un contenido político de mayor profundidad, con análisis y tomas de posición más nítidas en los debates sobre algunos de los principales desafíos europeos.

La acertada intervención de la Presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, pudo tener un contenido político de mayor profundidad

El primero de esos desafíos es la permanencia de la gran coalición que ha permitido construir la unidad europea. El crecimiento constante de los partidos euroescépticos o directamente antieuropeos se ha convertido en una palpable tentación de conformar acuerdos que los incluyan. Frente a ese peligro, es imprescindible que populares, socialistas, liberales, verdes e izquierda europeísta preserven su compromiso de unidad en las instituciones comunitarias en lo esencial -más allá de sus lógicas y legítimas diferencias-, empezando por la defensa de los valores de la Unión, dejando fuera a los partidos que los cuestionan a diario.

El segundo es la autonomía estratégica europea: la justa y plena solidaridad de la UE con la Ucrania agredida ilegalmente por Rusia o la evidente necesidad de colaborar y al tiempo competir con China -trabajando en esos grandes asuntos con sus principales socios, como los Estados Unidos, que, no lo olvidemos, elegirán presidente en poco más de un año- no deben debilitar la capacidad de la Unión para fijar de manera independiente su estrategia global, promover sus objetivos (como la paz y el respeto al derecho internacional) y defender sus intereses sin diluirse en conceptos geoestratégicos abstractos, fomentando el multilateralismo cooperativo y considerando prioritaria la cooperación con el Sur Global.

El tercero, la recuperación económica: la austeridad por la austeridad fracasó en la crisis de 2008, y la intervención de lo público ha demostrado su éxito en las generadas por la pandemia y la guerra en Ucrania. Por eso es preciso que los presupuestos de la Unión (defenderlo es muy oportuno cuando llega la revisión del Marco Financiero Plurianual) y de sus estados miembro sigan siendo expansivos si se quiere continuar creando empleo, recuperar un crecimiento sostenible, garantizar las transiciones verde y digital, construir la Europa social, apoyar la reindustrialización y mejorar la competitividad. Lo que implica convertir el Fondo de Recuperación en un instrumento permanente, dotar a la Unión de recursos suficientes a partir de una capacidad recaudatoria propia, modificar sustancialmente el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y poner fin al alza de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo.

El cuarto, la ampliación, que sigue siendo una obligación moral y una oportunidad histórica (algo que el autor de este artículo tiene meridianamente claro tras haber votado favorablemente como eurodiputado al ingreso de quince países en la Unión): pero continuar con ella implica avanzar en la profundización y cumplir escrupulosamente las normas establecidas para llevarla a cabo, si queremos que sea un éxito tanto para la UE como para los países candidatos (expuestos a duros choques económicos y sociales si no se va al ritmo adecuado). Establecer a priori plazos temporales a procesos que solo pueden finalizar cuando se hayan culminado con éxito las negociaciones (duren lo que duren) es un craso error: la buena política en la ampliación demanda honestidad, no promesas incumplidas o prisas que luego se paguen con crisis.

El quinto, antes mencionado, es la profundización: la UE es una democracia supranacional de éxito porque ha ido perfeccionándose de manera continua. Así debe seguir haciéndose, con una orientación federal. Ampliar tanto la codecisión como el uso de la mayoría cualificada son ejemplos claros de la necesidad de mejorar el Tratado, utilizando todos los mecanismos de reforma (simplificada o no) que contiene.

Von der Leyen lo ha defendido en el Debate sobre el Estado de la UE, pero sin dar el paso de demandar una Convención que podría convocarse para que comenzara sus trabajos tras las elecciones a la Eurocámara, una vez que los partidos hubieran presentado ante el electorado sus propuestas de futuro en el terreno constitucional y con el PE y la Comisión renovados.

La Presidencia Española del Consejo -como ha demostrado el Debate sobre el estado de la UE- está siendo un gran aliado de la Comisión y del Parlamento Europeo para, en este semestre decisivo, sacar adelante muchas decisiones legislativas importantes para el presente y el futuro de la Unión. En la perspectiva del nuevo ciclo político que comenzará en junio de 2024, es la mejor contribución que nuestro país puede hacer para que el proceso de construcción europea sea percibido por la ciudadanía como algo propio y necesario para su vida cotidiana y sus legítimas aspiraciones.

SOBRE LA FIRMA 

Carlos Carnero González (Madrid, 1961) ha sido eurodiputado, miembro de la Convención que redactó la Constitución Europea, diputado a la Asamblea de Madrid, Embajador en Misión Especial y Director Gerente de la Fundación Alternativas.

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