Desde 1983, el 6 de diciembre está marcado en rojo en el calendario de todos los españoles como festivo de ámbito nacional. Una jornada para reivindicar la Constitución de 1978, coincidiendo con el aniversario de su aprobación por referéndum.
La Carta Magna cumple 47 años y Demócrata repasa todos los intentos por dotarle de mayor solemnidad ante el temor de que, con el paso del tiempo, quedara reducida a una «fiesta silenciosa», ignorando el hito que representa. En el ánimo de estas iniciativas también estaba rebajar el estatus del 12 octubre, día de la Fiesta Nacional, ya que para formaciones como IU y ERC el descubrimiento de América no merecía tal reconocimiento.
Primer intento
Era 1980, el 12 de octubre se celebraba la Fiesta Nacional en conmemoración del «Día de la Hispanidad» y la Constitución cumplía dos años desde su aprobación por referéndum. Gobernaba la UCD de Adolfo Suárez y la oposición del PSOE se repartía en tres grupos parlamentarios: Socialista del Congreso, Socialista Vasco y Socialistes de Catalunya.
Ellos tres fueron precisamente los firmantes de una proposición de ley (PL) para la «declaración de fiesta nacional, a todos los efectos, del día 6 de diciembre». La iniciativa registrada a finales de 1980, pero debatida en junio de 1981, la defendió en nombre del Grupo Socialista Gregorio Peces-Barba.
El que fuera padre de la Constitución alegó la necesidad de una fiesta «en la cual podamos conjuntamente los ciudadanos españoles solidarizarnos con el texto constitucional que hace posible la convivencia democrática».

La proposición de ley no recibió votos en contra en su toma de consideración, pero no llegó a Pleno y acabó caducando con la disolución adelantada de la I Legislatura (1979-1981).
Reconocimiento oficial
Con Felipe González en la Moncloa, el reconocimiento a la Constitución en forma de festividad llegó a través del Real Decreto 2964/1983 por el que se estableció el «Día de la Constitución». Sin embargo, no en los términos que habían reclamado en su etapa en la oposición: Fiesta Nacional.
En la norma se instó a las instituciones del Estado, «de ámbito nacional o territorial», a conmemorar con la «mayor solemnidad» este día y a los centros escolares a celebrarlo.
La defensa de Tamames
La Ley 18/1987, de 7 de octubre, estableció el Día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre. Y aunque la conmemoración del descubrimiento de América se venía celebrando con carácter especial desde finales del s.XIX, esta norma impulsada por el Gobierno de González adecuó los términos al nuevo sistema democrático y eliminó el término «hispanidad».
En su debate, una enmienda a la totalidad del Grupo Izquierda Unida-Esquerra Catalana reabrió la posibilidad de que la Fiesta Nacional en vez de fijarse en el 12 de octubre se trasladase al 6 de diciembre.
Para Ramón Tamames (IU) encargado de subir a la tribuna, el problema no era que la Fiesta Nacional se celebrase en la conmemoración de la llegada «al nuevo mundo». El problema era el rango que se le quería conceder a esta festividad, situándolo por encima de todas las demás del calendario. Pues su grupo consideraba que ese estatus debía recaer en el día de la Constitución.
Entre otros motivos, el cambio perseguía darle a la Constitución el papel relevante, que los comunistas consideraban debía tener en la vida política española. «La Constitución está a punto de convertirse en un libro sagrado, y ustedes saben que los libros sagrados no se leen», afirmó el diputado, llegando a compararla con la Biblia y los Evangelios:
«Una fiesta silenciosa»
Parte de la estrategia de Tamames pasaba por recordar a los grupos de la Cámara Baja que años atrás sí había sido posible una mayoría para aprobar la toma en consideración de la PL socialista anteriormente citada.
Ante esta alusión, el diputado del PSOE José Vicente Beviá Pastor recordó que la medida se registró cuando «había una cierta intuición de algunos movimientos extraños» y pues se debatió en mayo de 1981, apenas dos meses después de la intentona golpista del 23F.
«Aquella proposición de ley tenía unas razones y afortunadamente ahora casi es más el tiempo de la puesta en práctica, de la cotidianeidad, que el tiempo de las angustias y de las zozobras», remarcó Bevía Pastor.
«La discrepancia radica tan solo en cuál de ellas consideramos que ha de tener un subrayado específico, a cuál de ellas se ha de dotar de una solemnidad especial», subrayó el socialista.
En la última réplica, Tamames insistió: «Lo que yo me temo es que sea tan silenciosa la fiesta del 6 de diciembre que la gente llegue a no enterarse». La preocupación venía por el hecho de que el 8 de diciembre también es festivo (Día de la Inmaculada), lo que convierte estas fechas en uno de los puentes más esperados por la ciudadanía. «Nos preocupa que se convierta en una fiesta tan silenciosa que nos lleguemos a olvidar de ella», sentenció el diputado.
La enmienda a la totalidad del Grupo Izquierda Unida-Esquerra Catalana no fue aceptada.
Baile de fechas
En abril de 2005, en la Comisión Constitucional, ERC presentó una proposición no de ley (PNL) instando al Gobierno a suprimir el día 12 de octubre como día festivo, sustituyéndolo por el 9 de mayo, Día de Europa, y establecer como el día de la fiesta del Estado español el 6 de diciembre, Día de la Constitución.
Los republicanos apelaron al supuesto malestar entre sectores progresistas del Estado que llevaban años reclamando el traslado de la fiesta del 12 de octubre, «dado el origen franquista de la festividad y de los recelos que despierta en algunos Estados de Latinoamérica esta conmemoración», para ensalzar la celebración del texto constitucional.
La PNL firmada por Joan Tardá y Joan Puigcercós acabó caducando con la disolución de la VIII Legislatura (2004-2008).











