Explicar la transición ecológica: COP28 y la extensión de los mercados de carbono

Debemos explicar los beneficios en términos de progreso y de un planeta más limpio, pero también como una fuente de ingresos que permita apoyar a los colectivos más vulnerables en esta transición energética.

Al inicio de la COP28, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en nombre de la presidencia española del Consejo de la UE, lanzaban una propuesta en Dubái: bajo el principio de quien contamina paga, todas las emisiones de CO2 deben tener un precio y deben extenderse los mercados de carbono en el mundo.

Pero, lo cierto es que una iniciativa de tal importancia y calado puede dejar indiferente a la mayoría de la sociedad, pues al ciudadano común le suena extraño ponerle un precio a un gas que es un desecho, un producto de la combustión que aparentemente no tiene valor. Y es por eso por lo que necesitamos explicar más y mejor algunas de las claves de la transición energética para que pueda ser comprendida por la ciudadanía.

Necesitamos explicar más y mejor algunas de las claves de la transición energética para que pueda ser comprendida por la ciudadanía

Emitir gases de efecto invernadero tiene un coste para el conjunto de la sociedad en general y para el medio ambiente (una externalidad negativa). Este coste, cuando no es asumido por los emisores, puede disponer de una ventaja económica sobre otras actividades o tecnologías más limpias.

Poner precio al CO2 es pagar por los efectos de quemar combustibles fósiles, principales causantes de la crisis climática. Pagar por quemar fósiles es una forma de eliminar una injusta ventaja de actividades contaminantes (al no pagar por los daños que provocan) con respecto a las no contaminantes. Es una manera de hacer justicia climática y, en consecuencia, también justicia social.

Precio al carbono

Así debemos trasladarle al ciudadano/a común que esta posibilidad no es una ocurrencia de Bruselas lanzada en una cumbre internacional por Von der Leyen o Sánchez sino que se inició con el Protocolo de Kioto y está en el propio articulado (art. 6) del Acuerdo de París y que en la UE y otras partes del mundo ya se han implementado.

Hoy en día hay diferentes formas de poner precio al carbono: desde el recientemente puesto en marcha en China, pasando por sistemas ligados de California y Quebec o experiencias en Kazajstán y Zambia

Hoy en día hay diferentes formas de poner precio al carbono: desde el recientemente puesto en marcha en China, pasando por los sistemas ligados de California y Quebec o experiencias en Kazajstán, Zambia y así hasta 73 esquemas diferentes en el mundo actualmente.

Lo cierto es que las diversas opciones existentes por el momento sólo cubren el 20% del total de las emisiones globales y, además, lo hacen con diferente intensidad, o lo que viene a ser muy relevante, con precios muy variables por cada Tm de emisiones de CO2.

El más extenso, robusto y representativo a día de hoy es el mercado europeo, al cual se le denomina EU ETS (de “European Union Emissions Trade Sytem”: Régimen de comercio de derechos de emisión de la UE) que se aplica en los 27 estados miembros y otros estados asociados como Noruega, Islandia y Liechtenstein.

Con su reciente revisión de este año, este acuerdo cubre las emisiones de CO2 de generación de electricidad y calor, y sectores industriales intensivos en energías (refinerías de petróleo, acerías y producción de hierro, aluminio, metales, cemento, cal, vidrio, cerámica, pulpa, papel, cartón, ácidos y productos químicos orgánicos a granel.) o el sector del transporte aéreo  dentro del Espacio Económico Europeo y vuelos con salida a Suiza y el Reino Unido y parte del transporte marítimo.

La revisión del EU ETS también alumbró un nuevo sistema de comercio de emisiones independiente: el conocido como Sistema de Comercio de Emisiones 2 (ETS 2), que cubre la quema de combustible en edificios, el transporte por carretera y otros sectores adicionales, principalmente la pequeña industria no cubierta por el actual ETS de la UE.

En Europa existe un sistema para poner precio al carbono, el denominado EU ETS (“European Union Emissions Trade Sytem”) que se aplica en los 27 estados miembros y otros estados asociados

Debemos explicarles a los ciudadanos por qué ponerle un precio al dióxido de carbono emitido es importante. La argumentación es sencilla si tenemos en cuenta las externalidades negativas. Una industria productora debe pagar por el CO2 que emite en el proceso productivo y que no le aporta un valor añadido a su producto, por ejemplo: acero, porque sus emisiones están provocando costes. Esas emisiones hacen su producto/servicio menos competitivo si contabilizamos esos costes, que están ahí, pero hasta ahora eran repartidos entre toda la sociedad.

Derechos de emisión

El incentivo es claro: esa industria buscará reducir o eliminar sus emisiones mediante la innovación y la introducción de otros medios de producción. Del mismo modo, procesos productivos y tecnologías más limpias podrán competir en igualdad de condiciones. Desde su entrada en funcionamiento en 2005, las emisiones de los sectores cubiertos por el EU ETS se redujeron en un 42,8% según la Comisión Europea.

Como se le denomina mercado, también deberemos explicar con qué se comercia y de qué manera. La unidad de comercio son los derechos de emisión, que se miden y cotizan en toneladas de CO2. Si una industria necesita más derechos de emisión porque emite más de lo esperado, puede acudir al mercado y comprarlos, o si le sobran porque ha reducido sus emisiones puede conservarlos por si le hicieran falta o venderlos y obtener un rendimiento económico.

De esta manera, con este instrumento regulatorio, estamos incentivando que las emisiones se reduzcan allí dónde sus costes de reducción son menores (al precio de los derechos), mientras que donde sus costes de reducción están por encima del coste de los derechos, estas industrias comprarán derechos de emisión. 

Una industria productora debe pagar por el CO2 que emite en el proceso productivo y que no le aporta un valor añadido a su producto

Cuanta más demanda hay de derechos y menor es la oferta de los mismos más se incrementa el precio de la tonelada de CO2, como en cualquier mercado, salvo por una importante peculiaridad, el EU ETS es un sistema que tiene por objetivo la reducción continuada de las emisiones a lo largo del tiempo, es decir, la oferta se reduce de manera reglada a lo largo del tiempo.

Para lograrlo, el regulador establece un techo máximo de derechos (cap) con los que se puede negociar (trade) y ese techo cada vez es más bajo, por lo tanto lo esperable en el EU ETS es que a lo largo del tiempo los precios del CO2 tiendan a subir y las emisiones a reducirse. A la modalidad de este sistema se le denomina “cap and trade” por lo explicado anteriormente.

Lucha contra el cambio climático

Con las emisiones de CO2 sometidas a un precio, un sector tan emisor como el eléctrico tendrá un incentivo mucho mayor para invertir en renovables ya que no emiten CO2, y por lo tanto no consumen derechos, que para hacerlo en fósiles como el gas o el carbón. Sirva como ejemplo que el carbón emite por término medio el doble de CO2 que el gas y por lo tanto por cada MWh de electricidad generada con carbón se consumen el doble de derechos que por cada uno generado con gas. Consecuentemente al no pagar derechos de emisión, las renovables se hacen más competitivas que el gas y mucho más que el carbón.

Extender los mercados de carbono puede contribuir definitivamente a reducir emisiones de una manera más rentable y al mismo tiempo a obtener una fuente de ingresos continuada

La lucha contra el cambio climático necesita de inversiones, pero sabemos que son mucho menores al coste de no hacer nada. Por lo tanto, extender los mercados de carbono y que sean como el EU ETS o con otros esquemas, puede contribuir definitivamente a reducir emisiones de una manera más rentable y al mismo tiempo a obtener una fuente de ingresos continuada que permita invertir masivamente en tecnologías de descarbonización.

Cuantas más emisiones estén sujetas a un precio del carbono, menos atractivo será emitir y más interesante invertir en reducción de consumos o energías limpias.

Al mismo tiempo, esos esquemas deben conllevar una armonización internacional de precios para que exista también un campo de juego equilibrado para todos los estados, que no sea proclive a la competencia desleal y a la fuga de emisiones de carbono (deslocalización de empresas emisoras de CO2 por los precios de los derechos de emisión). Por ejemplo, el precio de los derechos de emisión en el EU ETS está, en el momento en que escribo este texto, en alrededor de 81 euros por tonelada de CO2, en cambio en otros esquemas como el chino está a 8 euros por tonelada.

Evitar lagunas regulatorias

El FMI afirma que se necesita un precio mínimo de unos 70 euros por tonelada para avanzar hacia una reducción de emisiones compatible con el objetivo de que la temperatura no se eleve más de 1,5 ºC.

Como se observa, las diferencias son hoy en día palpables y la posible generalización de los mercados de carbono debe buscar una homogenización o incluso un ideal de mercados de carbono ligados a nivel global.

Cuantas más emisiones estén sujetas a un precio del carbono, menos atractivo será emitir y más interesante invertir en reducción de consumos o energías limpias

En definitiva, la extensión de los mercados de carbono es una de las herramientas más poderosas en términos de lucha contra el cambio climático, pero hay que velar por evitar lagunas regulatorias que permitan utilizarlos como greenwashing y recalcar la necesidad de pedagogía a la ciudadanía para evitar que se perciba como un capricho regulatorio de burócratas o políticos alejados de la realidad.

Debemos explicar los beneficios en términos de progreso y de un planeta más limpio, pero también como una fuente de ingresos que permita apoyar a los colectivos más vulnerables en esta transición energética. Poner precio a lo que se emite y ser conscientes de ello nos puede ayudar en la toma de decisiones en nuestra vida común al tiempo que avanzamos en la lucha contra el mayor desafío de nuestro tiempo: el cambio climático.

SOBRE LA FIRMA
Nicolás González Casares es eurodiputado socialista.
Salir de la versión móvil