La política energética está marcando la actual legislatura europea por razones bien conocidas.
En primer lugar, la rápida recuperación de la economía mundial tras la pandemia produjo estrangulamientos en muchos sectores a mediados y finales de 2021. Este proceso demostró que Europa no tiene suficiente músculo industrial y que no tiene más remedio que aceptar los precios de la energía que vienen condicionados por decisiones de países terceros.
En segundo lugar, la invasión de Ucrania por parte de Rusia, iniciada en febrero de 2022, terminó por poner patas arriba el panorama energético en la Unión Europea. Todos los países europeos vieron máximos disparatados de los precios de la electricidad en marzo de 2022 que inflamaron los ánimos de los consumidores, que veían como el gas natural licuado importado marcaba los precios en el mercado mayorista de electricidad.
Ya desde finales de 2021 los gobiernos de Francia, Italia y España – los tres de distinto color político – venían pidiendo a la Comisión Europea la necesidad de modificar las normas del mercado de electricidad para que los precios reflejen de manera más adecuada los costes.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia terminó por poner patas arriba el panorama energético en la Unión Europea
Se oponía a esta reforma un conjunto de países, liderados por Alemania y Países Bajos, con acceso a gasoductos para la importación de gas barato, lo cual suponía una ventaja competitiva para su industria, frente a la del sur de Europa.
Durante un tiempo la Comisión Europea no se movió. En octubre de 2021 aprobó un documento enumerando las medidas que los países podían tomar. En mayo de 2022 la Comisión aprobó el Plan REPowerEU con compromisos más concretos en materia de renovables, eficiencia energética y diversificación de suministros.
Con la vista puesta en una adecuada preparación para el invierno de 2022, también se aprobaron una serie de medidas de emergencia, como el llenado urgente de los almacenamientos de gas, un objetivo de ahorro de gas del 15%, un mecanismo de corrección del mercado TTF holandés, un objetivo de ahorro de electricidad y un impuesto a los beneficios en el sector de los combustibles.
Pero la medida más polémica fue el establecimiento de un límite superior a la retribución de las tecnologías inframarginales (renovables, nuclear y lignito) de 180 euros MWh hasta junio de 2023. Aunque el límite era muy alto e inefectivo, la Comisión Europea ya reconocía la necesidad de tomar medidas.
Después de varios documentos exploratorios y discusiones en el Consejo de Energía durante las Presidencias Checa y Sueca, la Comisión terminó por poner una propuesta sobre la mesa en marzo de 2023, cediendo así a la presión de gobiernos y consumidores.
Las negociaciones iniciales han sido muy rápidas, tanto en el Parlamento como en el Consejo. Con respecto a los elementos principales, el primero se ha decantado por que los contratos por diferencias puedan utilizarse para nueva capacidad o ampliación sustancial de la existente, pero no para ampliaciones de vida útil, y por flexibilizar las condiciones de los mecanismos de capacidad. Pero se ha mostrado contrario al establecimiento de un límite máximo de 180 euros/MWh para retribuir a las tecnologías inframarginales.
Las negociaciones iniciales han sido muy rápidas, tanto en el Parlamento como en el Consejo
En cuanto al Consejo, es favorable a flexibilizar las condiciones de los mecanismos de capacidad y a mantener el límite de 180 euros/MWh hasta junio de 2024. Sobre los contratos por diferencias, se ha llegado a una solución para que se puedan aplicar para ampliaciones de capacidad o vida útil de centrales nucleares, como quería Francia, pero con un control de ayudas de Estado de la Comisión sobre el reparto de los ingresos del Estado.
De las posiciones de los dos colegisladores podemos anticipar que (1) habrá un mecanismo de declaración de crisis de precios para habilitar medidas excepcionales, pero habrá que ver con qué condiciones, (2) el tope de 180 euros/MWh a las tecnologías inframarginales irá como mucho hasta junio de 2024, si el Parlamento se aviene a ello, y (3) se podrán utilizar los contratos por diferencias para la energía nuclear, pero hay que ver con qué condicionantes. Quedan detalles muy relevantes por negociar sobre cada uno de estos asuntos.
Francia parece la gran ganadora en el Consejo, aunque solo sea por haber monopolizado una vez más la discusión sobre el valor de su energía nuclear para la transición energética. Alemania, en cambio, tiene una posición débil en cuestiones energéticas desde que no dispone del suministro barato de gas ruso para su industria.
España se ha apuntado el éxito de conseguir un acuerdo en el Consejo – cosa, por otra parte, obligada, ya que lo contrario habría sido un gran fracaso – pero el texto está lejos de sus demandas iniciales.
Ya han comenzado las negociaciones entre Parlamento y Consejo que veremos si, obedeciendo al mandato de los Jefes de Estado y de Gobierno, concluyen durante 2023.
SOBRE LA FIRMA Pedro Mielgo Cimas es experto en Asuntos Europeos