La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha incrementado su estimación de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina para el año 2025 a 2,2%, un ajuste de dos décimas más en comparación con las cifras proyectadas en abril, gracias a un mejor desempeño económico de la región observado de enero a marzo de este año.
Esta revisión fue detallada en el reporte anual ‘Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2025. Movilización de recursos para el financiamiento del desarrollo’, donde además se señala que la región sigue atravesando un extenso periodo de crecimiento moderado.
Para 2026, la Cepal prevé que el crecimiento del PIB latinoamericano alcance el 2,3%, aunque destaca variaciones significativas entre los países y subregiones.
AMÉRICA DEL SUR, MOTOR DE LA REGIÓN
En América del Sur, se espera que el crecimiento alcance el 2,7% este año, superando el promedio regional, impulsado principalmente por la recuperación económica de Argentina y Ecuador, el aumento en Colombia y la consolidación gradual en Paraguay. Para el resto de los países de esta área se anticipa una desaceleración para 2024, aunque se proyecta que la región en su conjunto logre un crecimiento de 2,4% para 2026.
En contraste, en Centroamérica y México, se espera un crecimiento del PIB de solo el 1% para 2025, casi la mitad del 1,8% registrado el año anterior, debido principalmente al debilitamiento de la demanda externa, en particular de Estados Unidos.
En países como Guatemala, Panamá y República Dominicana, se podrían registrar tasas de crecimiento superiores al 3,5% gracias al dinamismo del sector servicios, el consumo privado y las remesas. A nivel regional, la expectativa de recuperación es del 1,7%, aunque sigue siendo susceptible a choques externos debido a su dependencia de la economía estadounidense.
En el Caribe, excluyendo a Guyana, se proyecta un crecimiento del 1,8% en 2025 y del 1,7% en 2026, afectado por la desaceleración en Estados Unidos y una menor demanda de servicios turísticos. Estos países enfrentan altos costos de importación de energía y transporte, además de una mayor vulnerabilidad a desastres naturales. Por otro lado, Guyana continuará experimentando altas tasas de crecimiento apoyadas en inversiones continuas en el sector de hidrocarburos.
El informe también menciona un panorama macroeconómico complicado, con una demanda interna débil, especialmente por la desaceleración del consumo privado, condiciones financieras restrictivas, un comercio internacional debilitado y el recrudecimiento de conflictos bélicos. Además, destaca la vulnerabilidad externa de estos países, que se manifiesta en un déficit creciente de la cuenta corriente y una dependencia aumentada del capital externo, especialmente en un contexto de relaciones comerciales tensionadas con Estados Unidos debido a la imposición de aranceles.
Finalmente, se anticipa una desaceleración en el crecimiento del empleo para el año en curso, con una tasa de paro que se situaría alrededor del 5,6%, aunque se espera una ligera reducción del trabajo informal y de las brechas de género en el mercado laboral. El informe también prevé una inflación regional estable para el cierre de 2025 y 2026, aunque con riesgos de presiones inflacionarias al alza.











