El Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) ha emitido una advertencia respecto a que la asistencia humanitaria está enfrentando una sobrecarga debido al regreso de aproximadamente 1,5 millones de personas al país centroasiático, impulsado por un aumento en las deportaciones por parte de Irán y Pakistán.
Desde el oeste de Afganistán, los equipos del NRC han reportado que el sistema de ayuda humanitaria se encuentra extremadamente presionado «por el ritmo y escala» de las llegadas, acumulando más de 1,4 millones de retornados en el transcurso del año, incluyendo a más de un millón procedentes de Irán y adicionando a los deportados desde Pakistán.
«Estamos viendo a familias completas que llegan exhaustas y preocupadas a un país con capacidades muy limitadas para apoyarlas y reintegrarlas», expresó Jacopo Caridi, director del NRC en Afganistán, quien aseguró que la organización «está haciendo todo lo posible, pero la magnitud de las necesidades supera los recursos actuales.»
«Las comunidades locales han mostrado una solidaridad notable. Muchos de nuestros empleados están acogiendo en sus hogares a familias retornadas», agregó, antes de mencionar que las autoridades instauradas por los talibán tras tomar el poder en agosto de 2021 «están haciendo lo posible para movilizar los pocos recursos disponibles, pero los sistemas locales no están preparados para afrontar necesidades tan enormes.»
El NRC también señaló que muchos de los repatriados habían vivido por décadas en Irán, y algunos incluso nacieron allí. Llegan con pocas posesiones y enfrentan una necesidad urgente de alojamiento, agua potable, alimentos, documentación, educación y servicios de salud.
Alrededor de dos tercios de la población afgana ya requiere ayuda humanitaria tras décadas de conflicto, complicando aún más la capacidad del país para acoger y reintegrar a estas personas, debido a las limitaciones sobre los servicios públicos y la reducción del nivel de ayuda humanitaria entregada a Afganistán después de la toma del poder por los talibán.
«Si las tendencias actuales continúan, Afganistán podría ver más de tres millones de repatriados para finales de 2025», señaló Caridi. «La comunidad internacional no debe dar la espalda a los civiles afganos. Tanto los repatriados como las comunidades de acogida necesitan apoyo urgente para evitar mayor sufrimiento e inestabilidad», añadió.
Caridi subrayó que los retornos deben respetar los principios de voluntariedad, seguridad y dignidad, enfatizando que «los retornos involuntarios deben ser detenidos, ya que las condiciones actuales en Afganistán no cumplen los estándares mínimos de seguridad y sostenibilidad».
«Pedimos también un mayor reparto de responsabilidades a nivel internacional y un mayor apoyo a los países que han acogido a refugiados afganos durante décadas», concluyó, después de que varios países de la región hayan argumentado que estas devoluciones se deben también a las dificultades que atraviesan las comunidades locales en la acogida de estas personas.
















