La base aérea de Bagram, clave en las operaciones militares de Estados Unidos en Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, ha sido recientemente objeto de atención por parte del expresidente estadounidense Donald Trump. Este ha manifestado su deseo de que la instalación retorne a manos estadounidenses, propuesta que ha sido firmemente rechazada por los talibán, quienes controlan Afganistán desde agosto de 2021.
Construida en los años cincuenta con apoyo de la Unión Soviética, Bagram se encuentra a menos de 50 kilómetros al norte de Kabul y fue durante mucho tiempo la principal base soviética en su guerra en Afganistán, sirviendo de plataforma para numerosas operaciones aéreas. Posteriormente, Estados Unidos la transformó en el centro neurálgico de sus operaciones militares en la región, llegando a albergar hasta 31.000 efectivos y una gran cantidad de aviones militares, convirtiéndola en una ‘ciudad militar’ completa con infraestructuras como hospitales y gimnasios.
DENUNCIAS SOBRE LA PRISIÓN DE BAGRAM
Además, la base incluía la principal prisión militar de Afganistán, notoria por los informes de torturas y malos tratos, lo que le valió el apodo de ‘el Guantánamo de Afganistán’. Las críticas aumentaron con la muerte de dos detenidos en 2002, y los abusos fueron comparados con aquellos de la cárcel de Abú Ghraib en Irak.
El control de la base ha sido un tema recurrente, especialmente después de que los talibán, tras un acuerdo de paz en 2020 con la administración Trump, avanzaran rápidamente y tomaran Kabul en 2021. La retirada de las tropas estadounidenses, marcada por la muerte de trece militares y caóticas escenas de evacuación, deterioró la imagen de Estados Unidos, algo que Trump ha usado para criticar a su sucesor, Joe Biden, por ‘debilidad’ y por haber ‘entregado’ Bagram.
Recientemente, Trump ha reiterado su interés en retomar el control de Bagram, citando amenazas como el programa nuclear chino y afirmando que la base está ‘a una hora del lugar donde China fabrica sus armas nucleares’. Ante estas declaraciones, tanto los talibán como China han respondido, destacando respectivamente que la base está ‘en manos de las fuerzas del Emirato Islámico’ y que Pekín ‘respeta la independencia de Afganistán’, advirtiendo contra la confrontación en la región.











