Este viernes, las autoridades de Etiopía han lanzado una seria acusación contra Eritrea, afirmando que está organizando un ataque considerable en colaboración con un grupo del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF). Este movimiento podría significar la reanudación del desastroso conflicto que tuvo lugar hace cinco años en el norte etíope, marcando otro capítulo en el deterioro de las relaciones entre los dos países, que anteriormente se aliaron contra las milicias de Tigray.
El conflicto entre Etiopía y el TPLF se desencadenó en noviembre de 2020 y, en teoría, concluyó a fines de 2022 con un tratado de paz firmado en Pretoria (Sudáfrica). Sin embargo, el Gobierno de Eritrea quedó profundamente descontento con el acuerdo, sintiendo que su colaboración en la guerra junto al ejército etíope no fue adecuadamente valorada.
Olusegun Obasanjo, el mediador de la Unión Africana (UA) para el conflicto de Tigray, calculó en 2023 que aproximadamente 600.000 personas fallecieron durante el conflicto, ya sea por las atrocidades de todos los grupos involucrados o por las crisis de hambruna y enfermedades provocadas por los enfrentamientos.
Después del acuerdo de Pretoria, las relaciones se han deteriorado considerablemente, al punto que Gedion Timothewos, ministro de Exteriores de Etiopía, ha advertido a su homólogo estadounidense, Marco Rubio, que Eritrea está «cooperando sin freno» con una facción del TPLF y «otros grupos armados bajo su tutela para comenzar una gran operación ofensiva durante la inminente temporada de lluvias», según una carta fechada el 20 de junio y citada por el ‘Addis Standard’.
En medio de esta crisis, Etiopía ahora acusa directamente a Eritrea de aprovechar la guerra de Tigray para debilitar a Etiopía y de haber adoptado una postura cada vez más hostil tras el acuerdo de Pretoria. Según Gedion, el Gobierno eritreo ha tomado varias medidas hostiles, incluyendo la interrupción de vuelos directos, congelación de los activos de Ethiopian Airlines, bloqueo de telecomunicaciones y apoyo a varios grupos armados que actúan en representación de Eritrea en Etiopía.
Gedion también ha solicitado a Estados Unidos que presione a Eritrea para que «respete la soberanía y la integridad territorial de Etiopía», retire sus tropas y «ponga fin a su apoyo ilegal a la subversión y a los actores armados».
Por su parte, el Ministerio de Información de Eritrea ha negado todas las acusaciones, describiéndolas como una «estratagema destinada a engañar a la comunidad internacional y así obtener apoyo para sus intereses belicistas», según un comunicado en su cuenta de X, donde acusa al Gobierno etíope de «recurrir desde hace dos años, y de manera imprudente, a realizar declaraciones innecesarias y provocadoras bravuconadas» y de «vulnerar su soberanía e integridad territorial» en una «mentira descabellada».














