Los jóvenes que llevan semanas protestando en Madagascar contra la administración del país han conseguido acceder a la plaza 13 de Mayo en Antananarivo, un lugar emblemático de revueltas políticas que estaba previamente inaccesible para ellos.
La presencia de un amplio operativo de seguridad militar ha marcado este ingreso mientras el recién nombrado primer ministro, el general Ruphin Zafisambo, ha reiterado su llamado a la calma a los ciudadanos.
«La tarea urgente es celebrar la consulta nacional con todas las fuerzas vivas del país. Solo después de esto debería tener lugar el nombramiento de los demás miembros del gobierno», explicó Zafisambo.
Las manifestaciones, marcadas por la violencia, han dejado un saldo de 22 fallecidos y cientos de heridos, con incidentes como bloqueos en carreteras, incendios y saqueos aprovechados por algunos en medio del caos.
El primer ministro, tras prometer una investigación independiente, ha reconocido el desgaste de las fuerzas de seguridad. «De ahí la necesidad de frecuentes inspecciones por parte de los superiores para recordarles que demuestren respeto y profesionalismo en sus acciones», señaló en una declaración a ‘Midi Madagasikara’.
Además, aseguró que se tomarán medidas disciplinarias contra aquellos agentes que excedan sus funciones, con una postura firme del gobierno contra cualquier exceso.
Por otro lado, ‘Madagascar Tribune’ informó que las protestas están extendiéndose hacia el norte del país, en lugares como Antsiranana, tomando características de una insurrección popular. Miles de jóvenes continúan manifestándose con la intención de forzar la renuncia del presidente Andry Rajoelina.
Este sábado, una importante fracción del ejército, el Centro de Administración de Personal del Ejército (CAPSAT), expresó su apoyo a los jóvenes, alertando sobre la inestabilidad y deterioro de las condiciones de vida. «Las fuerzas de seguridad no deben acatar ciegamente órdenes ilegales», advirtieron en un comunicado, recordando a la policía y al ejército que «ellos son el pueblo, y al pueblo tienen que servir».
CAPSAT jugó un papel crucial en el ascenso al poder de Rajoelina en 2009, y ahora, frente a las crecientes demandas de renuncia en un contexto de múltiples golpes de estado desde la independencia de Francia en 1960, la situación parece reflejar un profundo descontento con el gobierno y los problemas estructurales del país.