El 21 de octubre de 1805, frente a las costas de Cádiz en el cabo Trafalgar, se libró un enfrentamiento clave en la historia naval: la Batalla de Trafalgar. Este evento enfrentó a la flota británica contra la alianza franco-española durante las Guerras Napoleónicas, resultando en una victoria que cimentó la supremacía marítima británica por más de un siglo y marcó el inicio del declive del Imperio Español.
En aquel tiempo, Napoleón Bonaparte, emperador de Francia, estaba empeñado en extender su dominio por Europa. Para desafiar el bloqueo marítimo británico y facilitar una posible invasión a las islas británicas, era esencial derrotar a la Royal Navy, comandada por Horatio Nelson.
Con este objetivo, Napoleón coordinó una operación con la armada española, aliada de Francia tras los Tratados de San Ildefonso y Aranjuez. Así, una flota de 33 navíos franceses y españoles, bajo el mando de Pierre-Charles Villeneuve, se preparó para enfrentarse a los británicos y abrir paso al Canal de la Mancha.
Las flotas de Francia y España se reunieron en Cádiz en agosto de 1805, pero fueron bloqueadas por los ingleses. A pesar de esto, Villeneuve decidió zarpar el 20 de octubre, y al día siguiente se desató la batalla.
VICTORIA BRITÁNICA
Nelson organizó su flota en dos columnas y atacó de frente a la flota aliada franco-española. La resistencia de los marinos españoles y franceses fue notable, pero la superioridad táctica y de artillería británica prevaleció. Aunque victoriosos, los británicos sufrieron una gran pérdida cuando Nelson fue mortalmente herido por un disparo de mosquete.
El liderazgo del teniente general Federico Gravina fue crucial para la flota española, aunque resultó gravemente herido y falleció semanas después. España perdió 15 navíos, incluyendo el ‘Santísima Trinidad’, un poderoso y emblemático navío que se hundió tras ser capturado.
ANTES Y DESPUÉS EN LA HISTORIA NAVAL
La batalla estableció un antes y un después en la historia naval, consolidando el dominio británico sobre los mares y frustrando los planes de Napoleón de invadir las islas británicas desde Calais. La flota combinada franco-española quedó tan mermada que no constituyó una amenaza seria durante el resto de las Guerras Napoleónicas.
Este dominio británico se extendió durante más de un siglo, redefiniendo el equilibrio político y naval en Europa.