José María Ángel, el comisionado especial del Gobierno para la Reconstrucción y Reparación de los daños causados por la DANA, ha renunciado a su cargo a través de una carta dirigida al ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres. En ella, Ángel, quien también preside el PSPV, expresa que desde su nombramiento como comisionado ha enfrentado ‘reiteradas actitudes de inquina’ que buscan ‘socavar, dañar y manchar’ su ‘trayectoria de servicio diligente y transparente’.
La dimisión de Ángel se da tras un informe de la Agencia Valenciana de Antifraude, revelado por El Mundo, que acusa a Ángel de ‘falsificar’ un título universitario para ingresar en la Administración Pública. Sin embargo, Ángel defiende su ‘honestidad y honor, que han sido puestos en entredicho por un procedimiento inquisitorial, secreto, mal intencionado y sin derecho de réplica. Todo lo cual te traslado, a los efectos oportunos’.
Además, Ángel recalca que ha ‘acreditado y aclarado’ que su acceso a su puesto como funcionario en la Diputación de Valencia hace 43 años fue completamente legal. La renuncia, según explica, es una ‘decisión personal e irrevocable’ motivada por los ataques recibidos y la necesidad de defender su integridad. ‘Después de más de cuarenta años dedicando mi vida al servicio público, puedo asegurar que ésta es una vocación que no se improvisa, que no se hereda, y que no se compra, sino que se construye día a día, con los pies en la calle y la mirada puesta en las personas, en sus problemas, en sus derechos, en su dignidad’, sostiene Ángel en su comunicado.
‘No necesito grandes discursos para defender mi trayectoria, pues creo que hablan por mí los años vividos en primera línea, las decisiones difíciles, la cercanía a quienes más lo necesitaban, el trabajo callado, las horas sin reloj. Y hablan por mí los principios que nunca negocié: la libertad, la justicia social, la democracia. He servido -y sigo sirviendo- a la ciudadanía y para ella trabajo. Con entrega. Con respeto. Y con una idea firme que me ha acompañado siempre: que lo público es sagrado, porque es de todos’, concluye.














