Hace un año que Santiago Abascal decidió finalizar las alianzas de gobierno con el PP en varias comunidades autónomas como Aragón, Castilla y León, y otras regiones, además de cesar el apoyo externo en Baleares. A pesar de esto, Vox continúa jugando un papel clave en estas áreas. A nivel nacional, la dinámica entre ambos partidos sigue siendo tensa, y Alberto Núñez, líder del PP, reitera su rechazo a incluir ministros de Vox en su posible gobierno.
Tras las elecciones del 28 de mayo de 2023, se formaron gobiernos de coalición donde algunos líderes del PP aceptaron a regañadientes la inclusión de Vox, obteniendo vicepresidencias y consejerías. Sin embargo, la gestión de una crisis migratoria en Canarias complicó las relaciones, llevando a Vox a posicionarse como una oposición «leal y contundente» al aceptar el PP la llegada de menores migrantes a la península.
Un año después, el PP enfrenta dificultades para aprobar presupuestos autonómicos sin el apoyo de Vox, sobre todo en Aragón, Castilla y León y Extremadura. Vox, por su parte, ha aprovechado su influencia para imponer condiciones en las negociaciones, enfocándose en rechazar políticas verdes e inmigratorias.
Los acuerdos logrados en algunas comunidades reflejan la influencia de Vox en temas como la inmigración y el medio ambiente. Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana se redujeron fondos para la Acadèmia Valencia de la Llengua e incluyeron políticas de reagrupación familiar para menores migrantes. Otros líderes regionales del PP también han tenido que adaptarse a las exigencias de Vox en diversas materias.
A nivel nacional, las relaciones entre PP y Vox no son las mejores. Abascal ha criticado duramente la postura del PP frente al gobierno de Pedro Sánchez y ha denunciado los acuerdos bipartidistas en la renovación de instituciones clave. Además, Feijóo ha expresado su deseo de gobernar sin Vox en futuras coaliciones, algo que ha generado tensiones adicionales entre ambos partidos.