Una revisión meticulosa de estudios sobre terapias alternativas y complementarias para el autismo ha determinado la falta de evidencias robustas que justifiquen su aplicación, y destaca que su seguridad raramente ha sido evaluada.
El reciente análisis realizado por expertos de la Universidad Paris Nanterre, la Universidad Paris Cité y la Universidad de Southampton, y publicado en ‘Nature Human Behaviour’, abarcó 248 metaanálisis que incluyeron 200 ensayos clínicos con la participación de más de 10.000 individuos.
Los expertos examinaron la efectividad y seguridad de las medicinas complementarias, alternativas e integrativas (CAIM) en el tratamiento del autismo, analizando 19 tipos de terapias, incluyendo la acupuntura, la fitoterapia, la musicoterapia, entre otros.
Además, desarrollaron una plataforma en línea para facilitar el acceso a las evidencias recopiladas acerca de diversos CAIM. Los individuos con autismo, que pueden enfrentar desafíos en la comunicación y comprensión de sentimientos ajenos, frecuentemente se ven abrumados por la información sensorial y pueden experimentar ansiedad en entornos nuevos y comportamientos repetitivos.
Esto puede afectar su calidad de vida, y hasta un 90 por ciento ha probado CAIM al menos una vez. ‘Muchos padres de niños autistas, así como adultos autistas, recurren a medicinas complementarias y alternativas con la esperanza de que puedan ayudar sin efectos secundarios no deseados’, expresó el profesor Richard Delorme, del Hospital Robert Debré de París.
‘Sin embargo, es necesario considerar cuidadosamente las pruebas de ensayos aleatorios rigurosos antes de concluir que estos tratamientos deben probarse’, agregó.
Los investigadores realizaron una revisión global de metaanálisis para proporcionar una visión general de la situación. ‘Es importante destacar que también hemos desarrollado una plataforma en línea gratuita y fácil de usar, que seguiremos probando. En última instancia, esperamos que esta herramienta ayude a las personas autistas y a los profesionales a elegir juntos el mejor tratamiento’, afirmó el doctor Corentin Gosling.
A pesar de que algunos tratamientos mostraron potencial, la mayoría de los estudios presentaban pruebas ‘débiles o de mala calidad’, lo que hace que los efectos no sean confiables. Es ‘preocupante’ la falta de evaluaciones de seguridad para la mayoría de los tratamientos, ya que menos de la mitad de los CAIM fueron evaluados en términos de aceptabilidad, tolerabilidad o efectos adversos.
Samuele Cortese, coautor principal, concluyó que ‘cuando las personas quieren saber si un tratamiento es eficaz, no deben basarse únicamente en un único estudio. Es fundamental tener en cuenta todas las pruebas disponibles y su calidad. Sacar conclusiones a partir de un estudio de baja calidad puede ser engañoso’.










