La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido recientemente un conjunto de directrices destinadas a mejorar la capacidad de los países para responder a emergencias sanitarias. Estas pautas buscan facilitar una acción rápida, coordinada y abarcadora de múltiples sectores, reduciendo los impactos negativos en situaciones críticas.
“Responder a las emergencias es solo una parte del trabajo de la OMS; apoyar a los países para que se preparen para ellas es otra”, enfatizó en una conferencia de prensa Tedros Adhanom, director general del organismo, quien subrayó que estas directrices se fundamentan en los aprendizajes obtenidos de experiencias previas, incluyendo las lecciones de la pandemia de Covid-19.
Desde la OMS se ha resaltado la creciente frecuencia y complejidad de las emergencias sanitarias, impulsadas por fenómenos como el cambio climático, la urbanización intensiva, las transformaciones geopolíticas y el incremento de la movilidad internacional.
El marco presentado consolida los elementos clave de la estructura de Preparación, Resiliencia y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HEPR, por sus siglas en inglés), incluyendo más de 300 recomendaciones post-pandemia. “Incluye sistemas dedicados con roles claros; una fuerza laboral capacitada; procedimientos flexibles para lidiar con información que cambia rápidamente y más”, detalló Adhanom.
Asimismo, el documento detalla las fases de una emergencia sanitaria, abarcando desde la detección y notificación inicial hasta la evaluación de riesgos, la activación de protocolos de emergencia, las acciones de respuesta y la revisión operativa. Promueve, además, la incorporación de evaluaciones de rendimiento en la respuesta a distintos riesgos y establece tiempos para la realización de tareas cruciales en brotes y desastres, basados en el marco de evaluación 7-1-7, que fija metas de rendimiento de 7 días para detectar un brote, 1 día para notificar a las autoridades sanitarias y 7 días para completar las intervenciones de respuesta iniciales.