Dilawar Hussein, confeso del triple homicidio en Morata de Tajuña, dejó evidencias incriminatorias en el lugar del suceso. Los investigadores, durante la revisión del lugar, encontraron su ADN en muebles incinerados junto a los cadáveres, una colilla en una papelera y dos impresiones de zapatos diferentes.
En la continuación del juicio, la corte escuchó a los agentes de la Policía Local de Morata y de la Guardia Civil que participaron en la investigación, alertados por los vecinos del área.
El detonante del crimen fue una deuda de 60.000 euros que las hermanas debían al acusado, resultado de una ‘estafa amorosa’ por supuestos militares americanos en Afganistán, a quienes enviaban dinero desde el locutorio de Dilawar.
Un agente de la Guardia Civil testimonió que Dilawar, durante la inspección ocular, confesó haber matado a los hermanos acusándolos de la muerte de su madre, quien falleció por enfermedad en Pakistán. Según él, las víctimas no enviaron dinero necesario para su cuidado.
El acusado se entregó voluntariamente y durante su declaración en el cuartel, afirmó: «Sabes lo que ha pasado en Morata, pues he sido yo. Estoy loco» y solicitó escuchar música mientras esperaba.
La investigación se intensificó cuando los vecinos reportaron la desaparición de los hermanos, llevando a la autorización judicial para acceder a la vivienda. Los cuerpos fueron encontrados el 17 de enero, apilados y parcialmente quemados. La Guardia Civil, al no localizar el arma del crimen, sí encontró un destornillador, un arma detonadora y un mechero.
El fiscal ha pedido 36 años de cárcel para Dilawar por tres homicidios y quebrantamiento de condena, considerando una atenuante por alteración psíquica. La defensa solicita reducir la condena a siete años por las atenuantes de trastorno de personalidad paranoide, confesión y arrebato.