Por qué Feijóo no suma con Vox o Pedro Sánchez puede repetir mandato: las claves para entender los resultados de las elecciones generales

La reducida ventaja del PP sobre el PSOE en muchas provincias, la transferencia de voto nacionalista y el resultado en Cataluña diluyeron el efecto mayoritario del sistema electoral que premia a la lista más votada. Feijóo sí gozará de mayoría absoluta en el Senado.

Apenas medio punto más de participación

A falta de conocer la movilización del voto de los españoles residentes en el extranjero (CERA), la participación para estas elecciones generales ha sido muy similar a la de la anterior convocatoria: poco más de medio punto de diferencia (70,4% frente al 69,6% de noviembre de 2019). En total, han acudido a los colegios electorales 384.000 votantes más.

En estos momentos es osado vaticinar si habrá o no relevo al frente del Ejecutivo. Una retrospectiva de los procesos de la democracia reciente muestra que solo en una ocasión cambió el nombre del inquilino de La Moncloa tras unas elecciones con un nivel moderado de participación. Fue en 2011, año de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy, cuando la proporción de votantes fue casi del 72%.

Unas Cortes con menos actores políticos

Otra de las consecuencias que deja el 23-J es el adiós de varias formaciones. Si en el 10-N de 2019 conseguían representación en el Congreso 16 candidaturas, esta vez solo lo han logrado once. Los motivos son variados. Por un lado, en la coalición Sumar se han diluido las siglas de Unidas Podemos, Más País y Compromís. En otros casos, la salida se debe a decisión de no concurrir a los comicios, como sucede con Ciudadanos y el Partido Regionalista de Cantabria (PRC). Por último, están la CUP y Teruel Existe, que sí registraron candidaturas, pero no han cosechado los apoyos suficientes para lograr escaño.

Los independentistas catalanes se han quedado por debajo del límite del 3% de voto válido necesario para entrar en el reparto de actas en la provincia de Barcelona, circunscripción por la que tuvieron dos asientos en la legislatura pasada. Los regionalistas aragoneses han sido la tercera fuerza tras perder más de once puntos y se quedan a menos de 2.000 papeletas (1.956) de arrebatarle un diputado al PP.

Dicen también adiós a la Cámara Baja el PDeCAT, que se presentaba al margen de Junts, y Nueva Canarias, que ha quedado muy lejos de mantener el puesto que durante los últimos años tuvo Pedro Quevedo.

En el Senado, Teruel Existe y Vox pierden los dos parlamentarios electos de 2019, si bien Vox mantiene representación gracias a los senadores por designación autonómica que tiene en Andalucía y Extremadura.

Amarga victoria (o dulce derrota)

Que el Partido Popular es la primera fuerza es un hecho incontestable. La candidatura encabezada por Alberto Núñez Feijóo sube más de 12 puntos y 47 diputados en comparación con las cifras que dejó Pablo Casado. No obstante, el aguante del PSOE respecto a lo que vaticinaban la inmensa mayoría de las encuestas reduce la diferencia entre ambos partidos a menos de un punto y medio (1,35%) y 330.000 votos. Los datos son similares a los de José María Aznar cuando en 1996 se impuso a Felipe González. Entonces, Aznar logró ser investido dos meses después de las elecciones con el voto a favor de CiU, PNV y Coalición Canaria.

Si bien al ser el más votado en urnas permite al PP teñir de azul el mapa de partido vencedor por circunscripciones, la distancia respecto a los socialistas en la mayoría de los territorios ha impedido a los de Feijóo dispararse en el número de escaños. En no pocas de las provincias que reparten hasta cinco escaños (las más desproporcionales), los populares no han logrado escaños adicionales respecto al PSOE, por lo que su victoria en ellas no ha servido para abrir brecha en el cómputo final de diputados.

Así ha sucedido en plazas como Albacete, Burgos, Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén, La Rioja, León y Valladolid. El ansiado3-1 frente a los socialistas solo ha tenido lugar en Lugo, Ourense y Salamanca. De esta manera, el sesgo mayoritario del sistema electoral, que suele premiar al partido más votado, ha quedado atenuado. En circunscripciones de mayor tamaño también se ha repetido el empate en cuanto a actas: Islas Baleares, Córdoba o Pontevedra.

Transferencias más allá del propio bloque ideológico

Sin información todavía sobre transferencias y recuerdos de voto, el análisis pormenorizado de la distribución geográfica de los apoyos y los saldos entre e intra bloques ideológicos permite esbozar algunas hipótesis con cierta consistencia.

Por el lado del PSOE, Sánchez crece prácticamente en un millón de papeletas respecto a la repetición electoral de 2019. No obstante, no hay que perder de vista que esas segundas generales en un mismo año supusieron para el actual presidente en funciones la pérdida de más de 700.000 votos. ¿Cómo se explicarían entonces los números de los socialistas? Una primera lectura, la más sencilla, es mirar a su izquierda y ver qué ha sucedido.

Las diferentes siglas coaligadas bajo la marca Sumar pierden 705.000 sufragios respecto a su rendimiento el 10-N. Suponiendo que todo o gran parte de ese electorado hubiera saltado a las filas del PSOE (lo cuál es mucho suponer), todavía faltarían casi 300.000 papeletas adicionales. En algunos lugares, como la Comunidad Valenciana, un voto útil de Compromís o Unidas Podemos hacia el PSOE es muy plausible (allí el PSOE gana 145.000 votantes al tiempo que Sumar se deja 116.000). Pero en otro sitios, casos de Andalucía o Madrid, lo que se deja Sumar es muy superior a lo que han ganado allí los socialistas.

Por otra parte, en clave territorial, más del 40% de la crecida del Sánchez (418.000 votos) llega por Cataluña. Allí, las pérdidas de los comunes de Ada Colau no llegan a 100.000, mientras que ERC, Junts y la CUP se dejan 700.000 (411.000 se evaporan en ERC). En ese contexto, el PSC se ha hecho con 19 escaños, una cota que no se daba desde los tiempos de bipartidismo, en 2008, cuando Zapatero recogió en Cataluña 25 diputados.

Unas elecciones con reminiscencias de 2008 y 2016

De esa forma, no es aventurado conjeturar que, más allá de la crecida de la abstención en Cataluña (-6,7 puntos), una fracción de los votantes de los republicanos en 2019 haya optado esta vez por el PSC (hasta una quinta parte manifestaba esa intención en la última encuesta del CIS). Ya sucedió en 2008, cuando Rodríguez Zapatero se fue por encima de los once millones de papeletas en un escenario de polarización, como el actual. Entonces, Zapatero cimentó su subida a costa de dejar a Izquierda Unida y a partidos nacionalistas en chasis. Solo en Cataluña, ERC e ICV pasaron de 10 escaños a quedarse en cuatro, mientras que en el País Vasco, sin lista de la izquierda abertzale en liza, el PSE-EE (marca vasca del PSOE) se alzaba con un triunfo histórico en votos y escaños.

Esa vía, la vasca, es otra de las que apuntala la hipótesis de una transferencia de voto desde opciones nacionalistas a Sánchez. El País Vasco es la tercera región, junto con Canarias, en la que más suben los socialistas en números absolutos: 62.400 sufragios, por encima de otras comunidades mucho más pobladas como Madrid o Andalucía. En paralelo, el PNV ha caído 8 puntos y 100.000 votos (apenas 1.000 son los que le separan de EH Bildu y de pasar a ser tercera fuerza).

Por la parte derecha del eje ideológico, también hay paralelismos con convocatorias pasadas. Feijóo prácticamente calca los apoyos y escaños de Rajoy en 2016: 7,9 millones y 137 parlamentarios, por 8,1 millones de papeletas y 136 actas (provisionales) del actual presidente del partido. En aquel momento, la contienda en el bloque se daba entre populares y Ciudadanos. Tras aquella repetición electoral, los naranjas retrocedieron hasta quedar con el 13,1% y 3,1 millones de los votos. Ahora, es Vox quien le pelea al PP buena parte del electorado, una disputa que se ha saldado este 23-J con 3 millones y el 12,4% de los apoyos para los de Abascal.

El voto útil a derecha

En el caso del voto al PP, de nuevo una primera lectura intrabloques serviría para dar una posible respuesta al origen de tres cuartas partes de sus nuevos votantes, dando siempre por hecho que la inmensa mayoría de quienes en 2019 se decantaron por Albert Rivera o Santiago Abascal ahora habrían dado su confianza a Feijóo. De esa manera, alrededor de 2,25 millones de españoles de los tres que gana respecto a Pablo Casado ya habían apostado antes por el lado derecho del hemiciclo parlamentario. ¿Y el resto?

Sin información demoscópica poselectoral es muy difícil saber cuánto de la crecida obedece a antiguos abstencionistas, a jóvenes que votan por primera vez o a gente que incluso antes pudo haber dado su apoyo a Pedro Sánchez. Esa hipótesis era una de las que cimentaba el resultado mejor del esperado que dibujaron buena parte de los sondeos. Con transferencias desde el PSOE de seis a diez puntos, de haberse consolidado ese comportamiento, en total hasta un 4% del resultado de Feijóo debería haber llegado por ahí.

Geografía del voto a Feijóo

Sin embargo, lo ajustado del resultado final unido a la crecida del PSOE hace pensar que al final la porción de socialistas desencantados que cambiaron el rojo por el azul no fue de la magnitud que se esperaba. En ese sentido también señalan los datos de sufragios por bloques. Si en 2019 era la izquierda quien aventajaba en siete décimas (43,4%) y 140.000 votos a la derecha, ahora es la derecha la que estaría algo por encima: un punto y medio (45,7%) y 400.000 sobres. Es factible el movimiento de izquierda a derecha, sí, pero no habría terminado de ser un factor capaz de cambiar los números de la gobernabilidad en España.

Por comunidades autónomas, el tan espoleado nuevo "granero" andaluz tampoco ha servido para marcas diferencias respecto al PSOE. El PP atrae en Andalucía más de 700.000 nuevos votantes, pero el aguante del PSOE, que se ha impuesto en Sevilla y prácticamente ha empatado con los populares en Jaén y Huelva, se ha traducido en apenas 4 escaños de ventaja sobre los socialistas. A falta del recuento del CERA y el recuento oficial (será este viernes), Madrid también ha tenido un aporte limitado: otros cuatro escaños de diferencia con el PSOE, que podrían ser seis si consiguen recortar las 1.749 por las que estos sumaron su úndecimo parlamentario en la capital a costa precisamente del PP. Cabe recordar aquí, que solo en Cataluña el PSOE ha sacado 13 diputados al Partido Popular.

Sí podría decirse que Feijóo ha sido profeta en su tierra. Menos poblada que Andalucía, Madrid o la Comunidad Valenciana, Galicia le ha proporcionado un plus de casi 225.000 votos y lo que es más importante: seis asientos de ventaja sobre los socialistas. En la misma línea, Castilla y León, donde el PP ha sacado 130.000 votos y otros seis diputados sobre el PSOE.

Vox se apaga en la España interior

El empuje de los populares en lugares como Galicia o Castilla y León es el que da respuesta a lo que ha sucedido con Vox en esta ocasión. La formación se deja más de 600.000 votos y algo más de dos puntos y medio en comparación con 2019. En escaños, la penalización es grande y supondrá una merma de casi una veintena de asientos en el grupo parlamentario de la próxima legislatura (se quedan en 33). Salvo que Feijóo logre ser investido presidente, el resultado reduce la fuerza de Vox en el Congreso. Por ejemplo, en lo que dure la nueva legislatura no podrán presentar nuevas mociones de censura en solitario (el artículo 113 de la Constitución exige 35 diputados) ni recursos ante el Constitucional (el artículo 162 de la CE fija el mínimo en 50 señorías).

La fortaleza de Vox en las anteriores elecciones, su buen resultado en las zonas de perfil más rural, esta vez se torna en debilidad. Las singularidades del sistema electoral español hacen que cuando una formación de ámbito nacional cae por debajo del 15%, su capacidad de conversión a escaños se resiente. Aunque han conseguido mantener la tercera plaza frente a Sumar en buena parte del territorio, el porcentaje de papeletas no ha servido para conseguir representación en muchas plazas.

En las circunscripciones más pequeñas (de hasta cinco diputados), Vox sacó el 13% de los votos y se hizo con el menos del 7% de los asientos. En contraste, el PP obtuvo en esas zonas uno de cada cuatro de todos su votos y sacó de allí el 40% de sus escaños. En total, el partido cae en 18 circunscripciones quedándose sin representación en Albacete, Ávila, Islas Baleares, Cáceres, León, Salamanca, Segovia, S. C. de Tenerife (aquí no lograron registrar candidatura) o Zamora. En Castilla y León, los casi 200.000 votos de Vox solo sirvieron para lograr un único diputado (en Valladolid). Otros 200.000 en Castilla-La Mancha le valen para tres actas y los 77.000 votantes de Galicia no tendrán representación en la XV Legislatura.

Sumar, un fenómeno de grandes poblaciones

El balance de Sumar tras el 23-J es de siete parlamentarios menos respecto a los 35 de Unidas Podemos, dos de Más País y el de Compromís, candidaturas todas ellas presentadas esta vez bajo la marca de Yolanda Díaz. Con un rendimiento del voto similar al de Vox, Díaz ha concentrado sus sufragios en las provincias más pobladas (aquellas que reparten diez o más actas). Ahí es donde se encuentra la mitad de todo lo recogido por Sumar a nivel nacional y el 58% de sus escaños. Hablamos de Madrid (seis escaños), Barcelona (cinco), Valencia (tres), Sevilla (dos) y ya con un perfil más obrero Vizcaya (uno) y Asturias (uno).

Por contra, en las circunscripciones más pequeñas, donde se asigna casi un tercio de todos los diputados, Díaz se queda en blanco. Por territorios, en Cataluña aguantan la embestida del PSC y retienen sus siete asientos. En la Comunidad Valenciana, donde en sus inicios Podemos, junto a Compromís, llegó a tener nueve escaños, pierden uno de los cinco que lograron en 2019.

Las investiduras, en manos de Junts y PNV

¿Otra vez repetición electoral? Es lo que sucedió tras los comicios de finales de 2015 y los de primavera de 2019. Aunque no es imposible, en estos momentos que Feijóo o Sánchez logren ser investidos por el Congreso no se presenta como una tarea fácil. Para el gallego, la necesidad de contar con Vox supone alejar a prácticamente cualquier otro posible socio. Así las cosas, solo un apoyo del PNV más el de UPN o Coalición Canaria hacen viable la llegada a La Moncloa. Los nacionalistas vascos ya han dicho que no quieren oír hablar de un eventual Gobierno con Vox como integrante. ¿Y sin ellos en el Ejecutivo? Quién sabe. Y este es un escenario que exigiría a los de Abascal votar a favor de Feijóo.

Pedro Sánchez necesita reunir a más formaciones, pero cualquier cábala exige la participación de Junts: bien mediante una abstención o votando a favor del presidente en funciones. Desde ERC, han lanzado el guante a los de Puigdemont para que cualquier negociación de cara a una eventual investidura de Sánchez se negocie de forma conjunta y unitaria por parte del independentismo catalán.

Mayoría absoluta del PP en el Senado

El gran olvidado, el Senado, también celebró sus comicios como parte del sistema bicameral de las Cortes Generales de España. El 23-J se renovaban 208 escaños (casi el 80%), que junto a los 66 que designan las comunidades autónomas suman los 266 senadores que en la XV Legislatura compondrán la Cámara Alta.

Aunque en el Senado rige un sistema de listas abiertas, la realidad es que el elector apenas hace uso de ellas. De esta forma, rara es la vez que no cumple el siguiente automatismo: la candidatura que es primera fuerza en el Congreso lo es también en el Senado y se lleva todas las actas en juego salvo una. Esta vez se cumplieron las previsiones y el PP, como partido más votado en la Cámara Baja, se hizo con la victoria en casi cuarenta circunscripciones. En la mayoría de ellas el reparto fue de tres parlamentarios para los populares y uno para el PSOE.

La excepción llegó en las provincias extremeñas, en Huelva y en Valencia, donde las distancias entre PP y socialistas fueron tan estrechas, que el reparto de senadores ha sido de dos y dos para cada formación. Tanto en Cáceres como en la provincia andaluza y la valenciana, el escrutinio no está completado, según los últimos datos oficiales, y todavía sería posible el baile de entre uno y tres escaños.

Concluida la jornada electoral, el PP conseguía 120 senadores (la mayoría absoluta está en 134), el PSOE con 73 (uno de ellos en coalición con Sumar, en Ibiza-Formentera) y el resto se repartían entre nacionalistas y regionalistas. Vuelve al Senado la Agrupación Herreña Independiente, por la isla de El Hierro (Santa Cruz de Tenerife).

Una vez sumados a los electos los representantes elegidos por los plenos de los parlamentos autonómicos, el PP gozará de mayoría absoluta con entre 142-145 escaños, en función del escrutinio definitivo y de si terminan cediendo a Vox (como han hecho en Extremadura) u otra formación el asiento que les corresponde en Aragón, en Murcia y en las Islas Baleares.

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