Hace cinco décadas, exactamente el 6 de noviembre de 1975, alrededor de 350.000 ciudadanos marroquíes cruzaron la frontera de lo que era entonces la provincia española del Sáhara Occidental, impulsados por el rey Hassán II de Marruecos. El objetivo era evitar la independencia de la zona, la cual Rabat reclamaba como propia y que España se preparaba para dejar, asegurando primero el derecho a la autodeterminación de sus habitantes.
Este acto marcó el inicio de la Marcha Verde, resultado de los esfuerzos del monarca en los últimos días del franquismo, para tomar control sobre el territorio que, 50 años más tarde, sigue siendo administrado de facto por Rabat, aunque la ONU todavía lo considera pendiente de descolonización. Recientemente, el Consejo de Seguridad ha apoyado el plan de autonomía propuesto por Marruecos como solución al conflicto.
El Gobierno español, en agosto de 1974, había aceptado la propuesta de la ONU de comenzar el proceso de descolonización de la provincia número 53 y se comprometió a organizar un referéndum de autodeterminación en la primera mitad de 1975. No obstante, antes de que finalizara ese año, la Asamblea General de la ONU solicitó a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), a instancias de Marruecos, que aclarase la situación del territorio antes de su colonización por España y si realmente era ‘res nullius’, es decir, «cosa de nadie» antes de la llegada de los españoles.
Mientras se esperaba la decisión de la CIJ, la ONU pidió a España que detuviera el referéndum y en mayo de 1975, una comisión de observación viajó al Sáhara Occidental para conocer la opinión de sus habitantes y también visitó Marruecos, Argelia y Mauritania.
Hassán II expresó a esta comisión que solo aceptaría un referéndum en el Sáhara y el resultado del mismo si la pregunta era «¿acepta permanecer bajo autoridad española o unirse a Marruecos?», según revela un informe revisado por Europa Press.
En un encuentro histórico con el entonces secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, el 15 de octubre de 1974, el monarca manifestó su rechazo total a la independencia de la colonia española. Advirtió que si España procedía a la independencia del Sáhara, aunque Estados Unidos dejase de proporcionarle «armas, tanques y aviones», Marruecos actuaría militarmente. «Si a las 10.00 el Sáhara español se convierte en independiente, movilizaré a mis fuerzas y entraré a las 11.00», afirmó.
Finalmente, el 16 de octubre, la CIJ publicó su veredicto, indicando que no encontró «comprobada la existencia de vínculos jurídicos de tal naturaleza» que afectaran a la descolonización del Sáhara Occidental y «en particular, la aplicación del principio de autodeterminación». Sin embargo, Hassán II se apoyó en otro punto del dictamen, afirmando que los elementos obtenidos «muestran la existencia, en el momento de la colonización española, de lazos jurídicos de pleitesía entre el sultán de Marruecos y algunas de las tribus que vivían en el territorio del Sáhara Occidental». Por ello, en un discurso a la nación, el monarca declaró: «solo nos queda iniciar una marcha pacífica del norte al sur y volver a conectar con nuestros hermanos».
En España, a mediados de octubre, el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, ordenó preparar un plan para la retirada del Sáhara Occidental a partir del 10 de noviembre, en lo que se denominó Operación Golondrina. El 30 de octubre, tras un tercer infarto de Franco y ante la improbable recuperación del dictador, el entonces Príncipe Juan Carlos asumió la jefatura de Estado en funciones. Anunció su intención de viajar a El Aaiún para explicar la situación a los militares y transmitirles que España se retiraría de la colonia «en buen orden y con dignidad».
El príncipe llegó el 2 de noviembre de 1975 a El Aaiún en una visita que se interpretó más como un gesto para apaciguar al Ejército ante la inminente transición. «Se hará cuanto sea necesario para que nuestro Ejército conserve intacto su prestigio y el honor», les aseguró a los militares de la aún provincia española. «España cumplirá sus compromisos y tratará de mantener la paz, don precioso que tenemos que conservar», fue su mensaje.
Mientras tanto, el temor a un baño de sangre ante la intención de Hassán II de seguir adelante con la marcha hacia el Sáhara hizo que se intensificaran los esfuerzos para evitarlo. Kissinger envió un mensaje al monarca alauí el 19 de octubre pidiéndole que dejara espacio para la diplomacia y buscar un «acuerdo que evite la confrontación política o militar».
El mismo día de la última visita del futuro rey de España al Sáhara, el Consejo de Seguridad aprobó una resolución en la que llamaba «a todas las partes involucradas e interesadas a evitar cualquier acción unilateral o de otra índole que pudiera intensificar más la tensión en la región».
Además, el mismo 2 de noviembre, el entonces ministro de Exteriores, Pedro Cortina, advirtió a Kissinger que España tenía información de que entre los participantes en la marcha «hay 25.000 hombres que son miembros del Ejército marroquí y que llevan armas ocultas». «Este grupo constituye un caballo de Troya», alertó Cortina, asegurando que el Gobierno estaba convencido de que una vez en territorio saharaui «tomarán las armas y comenzará la invasión militar».
Las preocupaciones del Gobierno español fueron comunicadas de inmediato por Washington a Hassán II, quien, no obstante, continuó con su plan. Así, en un discurso el 5 de noviembre, el monarca marroquí llamó a sus ciudadanos a comenzar al día siguiente la marcha: «Querido pueblo, mañana, por la voluntad de Dios, penetrarás las fronteras. Mañana comenzará la Marcha, por voluntad divina».
El 6 de noviembre, poco después de las 10:30 horas, los primeros de los 350.000 voluntarios marroquíes que habían llegado desde distintos puntos del país y se habían concentrado en la frontera, cortaron la alambrada y entraron en territorio español. Tres días después, Hassán II ordenó a los participantes en la marcha que regresaran, tras dar por cumplida la misión, y expresó el deseo de «abrir una nueva página» en la relación con España.
El monarca dio este paso tras las negociaciones entre bambalinas para propiciar un acuerdo, incluida la visita a Marrakech del secretario general del Movimiento, José Solís. Ese pacto se formalizaría el 14 de noviembre en el llamado Acuerdo Tripartito suscrito por España, Marruecos y Mauritania.















