La profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), Marta Massip Salcedo, destaca que adoptar un estilo de vida saludable, incluyendo una dieta equilibrada y ejercicio físico durante la menopausia, es crucial para mejorar la sensibilidad a la insulina, que tiende a ser más resistente en esta fase, contribuyendo así a la reducción del riesgo cardiovascular.
Massip Salcedo advierte que la inactividad física agrava la resistencia a la insulina, complicando el control de los niveles de glucosa en sangre. «Esto puede favorecer el desarrollo de diabetes de tipo 2, el aumento del colesterol ‘malo’ (LDL), una pérdida del colesterol ‘bueno’ (HDL) y una subida de la presión arterial, lo que eleva el riesgo de enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares», explica.
Asimismo, la experta señala que durante la menopausia es común aumentar de peso, especialmente en el abdomen, y perder masa muscular. Sin suficiente actividad física, este fenómeno se intensifica, lo que reduce la cantidad de calorías que el cuerpo quema, incluso en reposo.
Además, el sedentarismo no solo tiene impacto físico, sino también emocional. Salcedo recuerda que el ejercicio es altamente beneficioso para el estado de ánimo y puede ayudar a aliviar síntomas como la ansiedad, la tristeza o los cambios de humor, así como combatir el insomnio. Por ello, recomienda buscar oportunidades para realizar actividad física regular. «No es necesario hacer deporte intenso; con moverse con regularidad ya se notan beneficios importantes».
Para incorporar ejercicio de manera sencilla en la vida diaria, la profesora sugiere actividades como subir y bajar escaleras durante un par de minutos; hacer varias series de sentadillas; caminar rápido por casa; hacer saltos suaves; realizar series de flexiones apoyándose en un mueble; o hacer varias series de ponerse de puntillas. Recomienda realizar estos ejercicios cada hora y durante un tiempo de entre 1 a 5 minutos, lo que ayuda a mantener activos los músculos, mejorar la circulación, mantener el metabolismo en marcha y controlar los niveles de glucosa, además de incrementar la energía y la concentración. «Es una forma sencilla de combatir el sedentarismo, especialmente para quienes pasan muchas horas sentadas o están atravesando la menopausia y necesitan cuidar su salud metabólica y cardiovascular sin recurrir a un gimnasio o realizar largas sesiones de ejercicio físico», concluye Salcedo.















