El incremento en el uso de pantallas durante la infancia se relaciona con una mayor incidencia de trastornos emocionales y de conducta, además de afectar negativamente la calidad del sueño en los menores. Así lo señala un estudio realizado por el área de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBEROBN) en colaboración con el equipo de Alimentación, Nutrición, Desarrollo y Salud Mental de la Universitat Rovira i Virgili (URV)-IISPV.
Este análisis forma parte del proyecto CORALS y se ha publicado en la revista ‘World Journal of Pediatrics’. En él se examina cómo el tiempo frente a pantallas influye en el sueño y la salud mental de niños de entre 3 y 6 años. El estudio contó con la participación de 1.420 niños de diversas ciudades españolas como Reus, Barcelona y Zaragoza, entre otras.
Los datos recopilados de las familias sobre el tiempo diario frente a pantallas y la duración del sueño revelaron que aquellos niños que pasan más tiempo ante dispositivos electrónicos tienden a desarrollar más problemas emocionales y de conducta. No obstante, estos efectos pueden mitigarse si los niños cumplen con las horas de sueño recomendadas para su edad.
El estudio también destaca que reemplazar 30 minutos de uso de pantalla por una cantidad igual de tiempo de sueño mejora significativamente el bienestar psicosocial de los niños. «Nuestros hallazgos subrayan la importancia de limitar el tiempo de exposición a pantallas en la infancia temprana. Cumplir con las recomendaciones de uso de pantallas (= 2 horas al día en estas edades) y garantizar un buen descanso es clave para la salud mental en la infancia», señalan Lucía Iglesias-Vázquez y Tany E. Garcidueñas Fimbres, co-primeras autoras del estudio.
«Aunque se trata de un estudio transversal, y no podemos establecer relaciones de causa-efecto, los resultados refuerzan la necesidad de estrategias preventivas desde edades muy tempranas. Fomentar rutinas saludables, limitar el tiempo de pantalla y promover un buen descanso infantil son medidas esenciales para favorecer un desarrollo emocional y conductual óptimo», destaca Nancy Babio, investigadora principal del estudio.