Eran las 12:10 de la mañana del día 14 de octubre cuando el presidente del Congreso abría la sesión que incluía el debate de la proposición de ley de Amnistía. Se iniciaba así una jornada histórica para el parlamentarismo español que continuaría esa misma tarde en el Senado para la aprobación definitiva de la norma. Llegados a ese punto las propias Señorías pedían concisión a sus compañeros-
Pero entre ambas citas y Plenos se produjo una sesión conjunta que congregó a diputados y senadores, después de comer en la Carrera de San Jerónimo, para recibir la visita y escuchar el discurso del presidente de México José López Portillo. Precisamente, del segundo país que más exiliados españoles acogió tras la Guerra Civil.
«Solo una garantía»
En el Congreso el diputado de Alianza Popular Antonio Carro fue el primero en intervenir para fijar la postura de su Grupo: «Nuestra posición no es triunfalista. Nuestra posición más bien va a representar un humilde voto testimonial que de antemano sabemos muy poco va a valer frente al pacto de los demás Grupos de la Cámara». Y así fue.
La proposición de ley se aprobó con 296 votos a favor, 18 abstenciones -los diputados del partido de Manuel Fraga, el representante de Euskadiko Ezkerra Francisco Letamendia y del aragonés independiente Hipólito Gómez de las Roces – y dos votos en contra. Entre ellos el del diputado del PSOE Julio Busquets fundador de la Unión Militar Democrática (UMD).
Carro reconoció orgulloso haber tenido el honor «de proponer y refrendar el Decreto de 5 de diciembre de 1975» y haber aceptado «en conciencia la amnistía de 30 de julio de 1976» . Y recordó también el sí a su posterior ampliación en marzo de 1977 a pesar de que la consideraba cuanto menos dudosa, «pero fue el precio que hubo que pagar para que todos los partidos políticos participaran en las elecciones«. Para posteriormente asegurar desde la tribuna no encontrar legitimidad, ni razón de Estado en la nueva amnistía que se proponía: «En lugar de contribuir a la reconciliación nacional, se traduzca en un fermento de inseguridad social».
El diputado de AP antes de concluir se dirigió en estos términos al resto de bancadas:
Un consenso parlamentario al que no dejó de aludir Marcelino Camacho en el turno del PCE. «Yo creo que este acto, esta intervención (…) será para mí el mejor recuerdo que guardaré toda mi vida de este Parlamento«, llegó a confesar.
Durante su discurso el diputado reivindicó que durante años los comunistas fueron los únicos que se «batieron por la amnistía», pero llamó a convertir la aprobación de la ley en un acto de unanimidad nacional:
Enterrar la dictadura
Por el PSOE subió a la tribuna -por primera vez- Txiki Benegas, que celebró que el debate sobre la amnistía estuviese teniendo lugar en la Cámara Baja el día siguiente de la aprobación de su Reglamento de funcionamiento, enterrando y superando así «cuarenta años ‘de dictadura, de oscurantismo, de supresión de todo tipo de libertades democráticas y de división entre los españoles».
Para los socialistas «solamente» se estaba cumpliendo «con un profundo deber de demócratas, con un ineludible compromiso con la libertad, que no es más que intentar reparar los daños (…) provenientes de un régimen autoritario que no dudo en calificar como uno de los más implacables del siglo XX contra sus adversarios políticos».
En la misma línea fue la intervención de este Grupo en el Senado, donde Francisco Ramos recordó los años en la oposición antifranquista: Cuando estábamos en la clandestinidad (…) cuando temíamos la llamada del timbre en la madrugada (…) estábamos seguros de que íbamos a encontrarnos aquí, de que íbamos a poder votar (…) esta ley que ahora se presenta a nuestra consideración.
Rafael Arias-Salgado tomó la palabra en nombre de UCD para solicitar el sí a todos los grupos parlamentarios, «constituye una medida necesaria en determinados momentos de la historia de los pueblos», aunque aseguró :
El diputado en calidad de portavoz de los centristas, quiso también reconocer «como es lógico, el esfuerzo hecho hasta ahora por el Gobierno para cubrir los primeros pasos de la transición».
Una gesta laboriosa
Los diputados que redactaron la proposición de ley de Amnistía fueron Pilar Brabo y Marcelino Camacho (PCE), Xabier Arzallus y Mitxel Unzueta (Minorías Vasca y Catalana), Plácido Fernández Viagas y Pablo Castellano (PSOE) y Donato Fuejo, diputado por el PSP, pero que formaba parte del Grupo Mixto, y se presentó el 7 de octubre. Al apoyo de estos grupos se sumó el de Unión de Centro Democrático.
Pero tal como reivindicó el portavoz de las Minorías Vasca y Catalana, Arzallus, el suyo fue el primer grupo en instar a este espíritu.
También defendió que haber logrado el consenso final bajo el que se presentó la proposición suponía una «gestación laboriosa».
Otro vasco, Letamendia de Euskadiko Ezkerra, apostó por la abstención y se justificó en el mandato de un sector del pueblo vasco que aseguró, «tiene una concepción y una filosofía de la amnistía distinta de aquella que expresa el proyecto». «Sector del pueblo que está, entendedlo bien, por favor, por una pacificación de Euzkadi. Está por un serenamiento de los espíritus», insistió el diputado.
Durante las votaciones se produjo un momento de confusión debido al nuevo sistema introducido el día anterior. El Congreso apostó por un juego de llaves y giros mediante el cual se expresaba el sentido del voto. Un procedimiento que algún diputado no terminó de comprender a vista de los comentarios que realiza el presidente de la Cámara. Además, por los murmuros de los los miembros de la Mesa se advierte que varios parlamentarios perdieron su correspondiente llave.
Turno de tarde
Ya en el Senado, y tras reanudar la sesión suspendida con motivo de la visita del dirigente mexicano, todos los partidos volvieron a tomar la palabra para fijar el sentido de su voto. En la Cámara Alta, la unanimidad fue aún mayor que en el Congreso y la proposición se aprobó sin ningún voto en contra, solo con seis abstenciones -la del alcalde de Madrid (AP) y la de cinco Generales, la mayoría senadores por designación real- y 196 a favor.
Otra de las consecuencias de la aprobación de la amnistía, y que pasó muy desapercibida fue el fin de la performance que el senador Lluis María Xirinacs, independiente por Barcelona venía protagonizando desde la constitución de las Cortes: permanecer de pie durante todas las sesiones del Senado hasta que se promulgase una ley de Amnistía total para todos los presos y detenidos políticos.

En su intervención además de anunciar el fin de eso gesto, confesión que provocó risas y aplausos en el resto de bancadas según recoge el Diario de Sesiones -pero imperceptible en un audio plagado de interferencias- también enumeró una serie de agradecimientos entre los que incluyó «desde el policía que nos
pegó hasta el gran estadista que ganó la guerra«. «Su contradicción ha dado un valor único en el mundo a nuestra libertad», aseguró. Además, recordó que se trataba de la primera ley de las nuevas cortes democráticas.
Los grandes ausentes
Si bien, el consenso fue el gran protagonista de la jornada, ello no implicó que se silenciasen o se obviasen las diferencias. A pesar de congratularse del acuerdo logrado, la oposición dedicó continuas alusiones a la exclusión de los miembros de la UMD. Que es la razón que argumentó el diputado socialista Busquets para votar no. También hubo espacio para recordar que delitos referidos a la mujer como el adulterio, se habían quedado fuera.
Marcelino Camacho (PCE) afirmo «En esta hora de alegría, en cierta medida, para los que tantos años hemos pasado en los lugares que sabéis, sólo lamentamos que, en aras de ese consenso y de la realidad, amigos, patriotas, trabajadores de uniforme, no puedan disfrutar plenamente de esta alegría.»
Y Txiki Benegas mostró su desacuerdo a algunos de los artículos de la ley:

Donato Fuejo, del PSP también incidió en este hecho «Hemos tenido que aceptar unos límites; sabemos de una manera clara que con esta proposición de ley no satisfacemos ni hacemos justicia a unos sectores que dentro de sus instituciones expresaron su voluntad de unirse a la marcha por la democracia.»
La intervención más aplaudida al respecto se produjo en el Senado y corrió a cargo de Joaquín Satrústegui, miembro de la candidatura de Senadores por la Democracia -lista conjunta de la izquierda en Madrid con excepción del PSP-: «Que la aprobemos no quiere decir que nos parezca justa».
Finalmente a las 20:05 una ovación recorrió el Senado. La ley de la Amnistía había quedado aprobada.