Durante la primavera transitaba por el este de Eslovaquia en una misión del Parlamento Europeo dedicada a conocer mejor los avances de la energía geotérmica en ese país cuando, al atravesar un bonito valle, uno de nuestros acompañantes eslovacos llamó nuestra atención sobre una gran construcción que se estaba erigiendo en una colina: “es el nuevo hospital que dará servicio a esta zona, lo construye el Ministerio de Defensa”.
Se trataba del hospital de Presov, iniciado por el Ministerio de Salud del país, pero finalmente incluido por el Gobierno eslovaco en sus gastos de defensa dado que, llegado el caso, podría usarse ante una contingencia militar. En realidad, el objetivo del hospital -sobre cuyo contrato existen sospechas de que se esté favoreciendo a empresas cercanas a Orban- era engrosar el presupuesto dedicado a ese departamento para poder alcanzar los compromisos de gasto adquiridos con la OTAN. Con esta argucia, el discutido gobierno del iliberal Fico, actualmente sometido al escrutinio de los “hombres de negro” de la Comisión Europea por déficit excesivo, no pretendía sino maquillar las cuentas para avanzar hacia el cumplimiento de sus compromisos de gasto en defensa.
Durante la cumbre de la OTAN, algunos países, singularmente España, advirtieron de las enormes dificultades existentes para cumplir con el requisito de dedicar el 5% del PIB a defensa (3,5% en capacidades militares, 1,5% en otros elementos de seguridad) y, al mismo tiempo, mantener el gasto social. Hay muchos países de la Alianza que cumplen de forma precaria con el 2% y al 5% no llegan ni los propios Estados Unidos. Cabe recordar que por ejemplo Italia -que ha llegado al 2% al mismo tiempo que España- cuenta con una deuda pública monumental, que superó el 135% del PIB en 2024: no hay un solo italiano que pueda imaginar de dónde va a salir ese dinero por muchos recortes que hagan en su estado social.
En realidad, estamos ante un juego de trileros que sólo buscan ganar tiempo y mantener contento al “daddy”, como lo denominó de manera sonrojante el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Una farsa a la que se ha prestado buena parte de los líderes del continente, pues saben que no va a ser posible cumplir tales compromisos en el plazo acordado. En el engaño no ha participado, sin embargo, Pedro Sánchez, quien ha explicado honestamente que a nuestro país le resultaría imposible llegar a esas cifras sin recortar los estándares de protección social.
También han actuado con sinceridad los países más al este de la UE que, sin duda, están comprometidos con el umbral del 5% pues sienten cerca el aliento de Putin. El problema del gasto en Defensa es que siempre se realiza a costa del erario público, por lo que si se quiere subir sólo hay dos opciones: o recortar gastos (sanidad ,pensiones, educación) o subir impuestos. España tendría que aumentar alrededor de 50.000 millones de euros las partidas de seguridad y defensa para cumplir ese compromiso.
Pero, como dice el refrán, antes se coge a un mentiroso que a un cojo. Y en Italia también han aparecido algunos sospechosos habituales en el arte de embaucar, como Antonio Tajani y Mateo Salvini, socios de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, que pocos días después de la cumbre de la OTAN retomaban la idea de construir un puente sobre el Estrecho de Messina adscribiendo el gasto a la partida de defensa, de forma que los 13.500 millones de euros que se estima que costaría esa infraestructura fueran computable para la OTAN con la excusa de que mejoraría la movilidad militar. Sin entrar en la discusión sobre la necesidad de la infraestructura , que corresponde a la sociedad italiana, resulta sonrojante el descaro con el que el neofascismo italiano se ha tomado el asunto del 5%, aunque parece que Trump les ha tomado la matrícula y lo del puente como gasto de defensa, no cuela.
Sin duda, la UE debe mejorar sus capacidades de seguridad y defensa, estableciendo una hoja de ruta con objetivos claros para dar respuesta a las  necesidades reales en estas materias. Los estados miembros de la UE están obligados a coordinarse para reducir ineficiencias y evitar duplicidades. Las amenazas de seguridad actuales tienen múltiples facetas que, por supuesto, pueden y deben incluir inversiones en materia de salud e infraestructuras,  y habrá que abordarlas todas. Pero resulta bochornoso plegarse ante el capricho de la Casa Blanca y mentir a la ciudadanía sobre un objetivo de gasto a todas luces arbitrario, mientras se tratan de cuadrar las cuentas pasando por gasto de seguridad y defensa inversiones de caracter civil ya planeadas.
Si de algo podemos estar seguros es de que este juego de trileros sólo está empezando . No faltarán trampantojos como los apuntados : todo ello quedará en evidencia hacia finales de la década, cuando la OTAN revise el cumplimiento de los objetivos. Al menos España ha mostrado en este asunto honestidad y  aplomo por parte  de su Gobierno.
SOBRE LA FIRMA:
Nicolás González Casares es diputado del Parlamento Europeo por el PSOE y miembro del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D)
 QUIÉN ES QUIÉN
 QUIÉN ES QUIÉN A MANO ALZADA
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