Más de una semana después de las elecciones al Parlamento de Cataluña, se mantiene la incertidumbre sobre la investidura del próximo presidente de la Generalitat. Sin fecha todavía, antes deberá formarse la Mesa del Parlament, en una sesión constitutiva para la que tampoco hay aún convocatoria oficial. La postura de ERC, clave para investir a Illa o para forzar una repetición electoral, también será determinante para definir el color político de los puestos de la Mesa, entre ellos el de la presidencia de la Cámara autonómica.
El sistema político catalán se ha caracterizado desde sus inicios por un multipartidismo, siempre con al menos cinco partidos con representación en su parlamento, una fragmentación que se ha visto reflejada con composiciones de la Mesa muy plurales en la mayoría de las legislaturas. O al menos así fue hasta la llegada de Artur Mas a la Generalitat. Ya en la primera legislatura, todos los grupos salvo el Mixto contaron con al menos un asiento en el órgano rector. A socialistas y convergentes se les sumarían de forma alterna ERC e Iniciativa Catalana (IC), durante los tres mandatos siguientes.
El PP tuvo que esperar hasta la quinta legislatura (1995-99), cuando un acuerdo entre todas las fuerzas de la oposición le posibilitó acceder por primera vez a un puesto en el Parlamento de Cataluña. Fue la vicepresidencia segunda, que recayó en Simó Pujol, cargo que repitieron cuatro años más (1999-2003), con Dolor Montserrat Culleré, madre de la exministra de Sanidad, actual eurodiputada y cabeza de lista del PP para los comicios europeos, Dolors Montserrat Montserrat. Ahora, los populares aspiran a una de las secretarías. De materializarse, volverían así a la Mesa casi una década después.
En consonancia con la tendencia marcada durante el proceso secesionista, la composición de la Mesa de la última legislatura, la XIII (2021-2024), fue la menos plural, cuando los independentistas (ERC, Junts y la CUP), con 74 escaños y el 48% de los votos, se repartieron cinco de los siete asientos. Hay que remontarse a la IX Legislatura (2010-2012), la primera de Artur Mas en la Generalitat, para encontrar un «rodillo» semejante. Entonces, CiU (62 diputados y 38,4% de votos) alcanzó un acuerdo con el PP por el que estos lograban la secretaría primera y los convergentes se hacían con un total de 5 asientos (Mas terminó siendo investido en segunda votación con la abstención del PSC).
¿Cómo se elige al ‘president’ del Parlament?
La elección del president, como la del resto de integrantes de la Mesa, se lleva a cabo en el arranque de la legislatura, durante la sesión constitutiva del Parlament. La convocatoria del pleno es potestad del presidente de la Generalitat de la funciones, Pere Aragonès (ERC) en estos momentos. Aunque todavía no se ha pronunciado al respecto, la Ley de la presidencia de la Generalidad y del Gobierno fija para ello un plazo máximo de 20 días hábiles tras las elecciones (artículo 10.d). Así, la fecha límite será el próximo 10 de junio, la jornada posterior a los comicios al Parlamento Europeo.
El órgano rector del Parlament lo forman siete cargos: la presidencia, dos vicepresidencias y cuatro secretarías. El asiento más preciado, el de la presidencia, se elige en una votación secreta por papeleta, en la que cada parlamentario tiene que escribir el nombre de la señoría a la que apoya. Para ser elegido en primera votación hay que obtener mayoría absoluta (68 votos). Si no es así, se celebra una segunda votación con los dos nombres más votados como únicos aspirantes válidos, de la que saldrá elegido quien consiga más apoyos.
En caso de empate, la votación se repetirá hasta en cuatro ocasiones, momento en el que, de persistir la igualdad, será elegido el candidato del grupo con más diputados.
La elección de vicepresidencias y secretarías
La elección de las dos vicepresidencias se lleva a cabo en una misma votación, también secreta por papeleta. Cada señoría escribirá el nombre de un aspirante y saldrán elegidos los dos con más apoyos. En caso de empate se procederá como en el caso anterior: repetición del proceso hasta que se rompa la igualdad, con cuatro intentos como máximo.
El PSC solo ha presidido la Cámara en la V Legislatura, cuando toda la oposición se unió para disputarle el puesto a CiU
De forma análoga se cubren las cuatro secretarías, en una sola votación y con papeletas. Saldrán elegidos los cuatro nombres más repetidos y en caso de que hubiera algún empate se dirimirá como en los procesos anteriores.
11 presidentes en 13 legislaturas
Desde la restauración democrática y la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña, la Cámara autonómica catalana ha tenido once presidentes. El Parlament tiene una larga tradición por la que la máxima autoridad sirve para compensar a uno de los socios de coalición del Gobierno catalán. Durante los gobiernos de CiU, Convergència se reservaba la Generalitat y Unió (Unió Democràtica de Catalunya) ostentó siempre la presidencia del legislativo autonómico. La historia se repitió durante los tripartits encabezados por el PSC y en los tres últimos gobiernos independentistas, con el socio menor de la coalición (ERC o Junts, según el caso).
A lo largo de estos casi 45 años, solo tres nombres han repentido mandato: Joquim Xicoy (Unió), entre 1988-1995; Ernest Benach (ERC), durante los dos gobiernos tripartitos (2003-2010) y Núria de Gispert (Unió), entre 2010-2015.
El primer presidente de la institución, en 1980, fue el entonces secretario general de ERC, Heribert Barrera. Aunque CiU resultó vencedora en aquellas elecciones autonómicas, Jordi Pujol, con 43 escaños, quedó lejos de la mayoría que le permitiría gobernar. Para su investidura necesitó los votos de la UCD (18) y ERC (14), que aunque fue quinta fuerza se hizo con la presidencia del órgano rector de la Cámara. Los republicanos volverían a hacerse con el puesto en otras cuatro ocasiones, las dos últimas con Carme Forcadell (2015-17,dentro de la coalición JuntsxSí) y Roger Torrent (2018-2021) como presidentes.
Por su parte, el PSC, segunda fuerza durante muchas de las legislaturas, solo ha estado al frente del Parlament una vez. Sucedió en la V Legislatura (1995-1999). Tras tres mayorías absolutas, Pujol se quedó en 60 diputados. Frente a CiU, el resto de formaciones con representación (PSC, PP, ERC e Iniciativa Catalana) aunaron sus votos en torno al candidato de los socialistas, el que fuera fundador del PSC, Joan Reventós, que resultó elegido con los 75 votos de la oposición. Luego, tanto los socialistas catalanes, como PP y ERC acabarían absteniéndose en segunda votación para facilitar una nueva investidura de Pujol.
En la última legislatura se vivió una situación inédita en el Parlament. Tras menos de año y medio de legislatura, la presidenta, Laura Borràs (Junts) era inhabilitada para cargo público por una condena por corrupción (fue suspendida el 28 de julio de 2022). Durante casi un año, su formación se negó a proponer sustituta, en rechazo a la sentencia contra la también dirigente del partido. Al final, en junio de 2023, el Pleno votó a Anna Erra (Junts) como máxima autoridad de la Cámara.
ERC: tercera fuerza, pero muchas papeletas
A la espera de cómo se desarrollen las negociaciones entre partidos, ERC, que quedó en tercer lugar en las pasadas elecciones, es la formación que parece mejor situada para hacerse con la presidencia del Pleno del Parlament. Su condición de bisagra a la hora de decantar el futuro de la legislatura, posibilita que tanto Junts como PSC puedan otorgarle sus votos. Los de Carles Puigdemont (35 escaños) buscan aglutinar apoyos con los que el expresidente de Cataluña pueda ir a una investidura. La suma de Junts y ERC alcanzaría 55 votos, frente a los 42 del PSC (48 si consensuaran un candidato a la presidencia con los Comuns). En ese caso, el PSC necesitaría al PP para hacerse con la máxima autoridad de la Cámara.
Por el contrario, si finalmente desde ERC se avienen a negociar con los socialistas catalanes, la presidencia del Parlament quedaría prácticamente atada con 62 escaños (incluso en primera votación si se sumaran al pacto los comunes). Frente a ellos, una amalgama de partidos entre independentistas (Junts, la CUP y Aliança Catalana) y fuerzas de ámbito nacional (PP y Vox), cuya unión para consensuar una candidatura alternativa es una quimera.