Residentes de las metrópolis españolas enfrentan un incremento significativo en los trastornos de salud mental en comparación con quienes habitan en pequeñas localidades o zonas rurales, según revela un estudio del Foro NESI basado en datos del IX Informe sobre Integración y Necesidades Sociales (FOESSA 2025).
El análisis detalla que el 18 por ciento de los ciudadanos en grandes ciudades tiene diagnósticos de salud mental, mientras que este porcentaje desciende al 8 por ciento en ciudades menores y al 9 por ciento en áreas rurales. A pesar de que Madrid y Barcelona muestran una tasa intermedia del 12 por ciento, la percepción negativa alcanza el 19 por ciento, comparada con el 16 por ciento en ciudades pequeñas y el 11 por ciento en el campo.
Diego Isabel La Moneda, director del Foro NESI, comenta que “Ese mantra de que el éxito está en la ciudad cada vez es menos cierto”, y atribuye el mayor malestar emocional en las ciudades grandes a factores como el estrés laboral, la dificultad de conciliación y tiempos de desplazamiento prolongados.
El estudio también pone de manifiesto que en las grandes urbes la frecuencia de interacciones personales es menor, con un 35 por ciento de la población indicando poco contacto con familiares y un 34 por ciento con amigos. En cambio, estos porcentajes caen al 22 y 24 por ciento, respectivamente, en municipios más pequeños.
“El ritmo de vida, de estrés, de no poder acceder a una vivienda digna o tener que compartir piso, no poder conciliar en la gran ciudad, hace que la gente tenga más problemas, más probabilidad de tener más problemas de salud mental frente a otros territorios”, explica La Moneda.
La Moneda también subraya la necesidad de una estrategia de descentralización económica y laboral para promover un equilibrio territorial que disminuya las desigualdades y mejore la salud mental y social, concluyendo que “Las condiciones de vida urbanas se han convertido en un determinante directo de la salud mental, y este análisis territorial demuestra que debemos repensar el modelo urbano, descentralizar el empleo e impulsar territorios más equilibrados, habitables y conectados humanamente. Ya no es solo una cuestión de sostenibilidad, sino de salud mental colectiva”.















