El 12 de octubre lleva desde 1892 marcado en rojo en el calendario de los españoles. La conmemoración del día en el que se descubrió América ha sido motivo de celebración desde entonces. Pero la consideración e importancia institucional que ha adquirido esta jornada se ha ido incrementando con el paso del tiempo. No hay otra fecha con el mismo estatus en todo el año.
Lo que hoy se celebra como Fiesta Nacional ha sido festejado durante casi tres décadas como «Día de la Hispanidad», terminología que, aunque en la actualidad se sigue empleando en algunos sectores, es del todo incorrecta desde 1987.
Dictado de Franco
Desde su establecimiento como festivo en 1892, coincidiendo con el IV centenario del «día en que las carabelas de Palos de Moguer arribaron a las costas de Guanahaní, con el pendón de Castilla en la proa, y en la vela del trinquete, la Cruz» hasta 1918, la forma habitual de referirse a él era haciendo alusión a la Fiesta Nacional.
Año en el que el Consejo de Ministros presidido por Antonio Maura aprobó un decreto en el que se reconocía que la denominación oportuna pasaría a ser «Fiesta de la Raza«. Posteriormente, en enero de 1958, en plena dictadura, Franco apostó por rebautizarlo.
Así consta en el decreto del 10 de enero de 1958, por el que se declara el 12 de octubre fiesta nacional, bajo el nombre de «Día de la Hispanidad». En la exposición de motivos que apelaba a la decisión en Argentina de «extender a todo el ámbito de la Hispanidad la celebración de la Fiesta del Descubrimiento«.
«El ejemplo argentino logró una inmediata adhesión por parte de las naciones hispanoamericanas, probándose por la vía de tan fervorosa unanimidad que había en ello algo más profundo que un mero afán de ritos perecederos», señalaba el decreto.
Un «hito» para el régimen que bien merecía que el aniversario se tuviese que entender «como una prometedora vertiente hacia el futuro (…) que alcanza con idéntico rigor a España y a todos los pueblos de la América Hispánica«.
Adecuada solemnidad
Ya en democracia, la fórmula para referirse a la festividad del 12 de octubre pasó a ser «Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad», como se puede comprobar en el Real Decreto 3217/1981, de 27 de noviembre, por el que se establecen normas para su celebración.
La eliminación definitiva del término «Hispanidad» llegó en 1987, a la par que el gobierno de Felipe González consideró que había llegado el momento de aclarar y dotar a esta fecha de «la adecuada solemnidad».
«La normativa vigente en nuestro país a este respecto se caracteriza por una cierta confusión, al coexistir, al menos en el plano formal, distintas fechas como fiestas de carácter cívico o exclusivamente oficial», se puede leer en la exposición de motivos de la Ley 18/1987, de 7 de octubre, que establece el día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre.
Una norma que logró el apoyo mayoritario del Congreso y fue aprobada con 243 votos a favor, tres en contra, ocho abstenciones y uno nulo.
Luces y sombras
El proyecto de ley aterrizó en el Congreso el 16 de septiembre de 1987, cuando el vicepresidente de la Cámara Leopoldo Torres Boursault (PSOE) anunció a sus Señorías que la Mesa y la Junta de Portavoces habían acordado la tramitación directa y en lectura única del mismo. El debate se produjo al día siguiente, y aunque hubo gran unanimidad entre los grupos mayoritarios también quedó espacio para el desencuentro.
Por el gobierno defendió el proyecto el ministro de Relaciones con las Cortes Virgilio Zapatero, quien señaló la importancia de la elección de una fecha «capaz de conectar eficazmente con la sensibilidad histórica y política de la gran mayoría de los ciudadanos«.
El ministro, además, señaló en repetidas ocasiones la idoneidad de que la festividad más importante del país se hiciese coincidir con la efeméride de un día «que no solamente da la medida de la significación histórica de España, sino de la importancia que adquiere para nosotros el 500 aniversario de un encuentro y de un descubrimiento que marcó la historia de la civilización universal».
«Nunca se ha sido una gran potencia cultural y política sin pagar un cierto precio», quiso añadir Zapatero, consciente de las discutidas interpretaciones realizadas a lo largo de la historia sobre el descubrimiento de América y sus consecuencias.
Una tesis en la que insistió el diputado del PSOE José Vicente Bevía Pastor en el turno de palabra del Grupo Socialista: «Nosotros estamos convencidos de que la sociedad española actual, desde su madurez democrática, está en condiciones de asumir en su totalidad, en su conjunto, con las luces y las sombras, la empresa del 12 de octubre».
«Un gobierno socialista»
En el turno del CDS (Centro Democrático y Social) -partido entonces liderado por el expresidente Adolfo Suárez– su portavoz, Miguel Martínez Cuadrado, quiso destacar el carácter «socialista» del ejecutivo promotor del proyecto de ley. «Constituye sin duda algo más que un gesto y una fecha«, manifestó desde la tribuna.
Además definió como un «lenguaje probablemente no muy logrado» la histórica mención a la Fiesta de la Raza que aseguró, se remontaba al s. XV.
Por su parte, los diputados del principal grupo de la oposición, Alianza Popular, también votaron a favor de la medida. Y a pesar de compartir el fondo de la norma, como quedó de manifiesto en la intervención de su representante Juan Ramón Calero, «este Grupo Parlamentario está de acuerdo con muchas de las afirmaciones que se han vertido a lo largo de esta mañana», no desaprovecharon la oportunidad para recriminar al gobierno la ausencia de debate sobre «los problemas reales que en este momento tienen los españoles».
La nota discordante
El único grupo que votó en contra fue el de Izquierda Unida-Esquerra Catalana, que además había presentado una enmienda a la totalidad. El encargado de defenderla fue Ramón Tamames, exlíder del PCE durante la Transición.
Para Tamames el problema no era que se celebrase el 12 de octubre, ni la conmemoración del descubrimiento de América. El problema era el rango que se le quería conceder a esta festividad, situándolo por encima de todas las demás del calendario. El grupo al que representaba consideraba que ese estatus debía recaer en el 6 de diciembre, día de la Constitución.
«Plantearemos la necesidad de que el 6 de diciembre sea la verdadera fiesta nacional, sin olvidar que el 12 de octubre puede ser una fiesta común de muchos pueblos que hablan nuestra lengua y que tienen una parte de su pasado histórico en común con nosotros», aseguró.
«Ni un solo elemento polémico»
En octubre el proyecto de ley llegó al Senado. Cámara que bajo la consideración del popular José Miguel Ortí Bordás merecía estar de celebración: «Debemos felicitarnos por el hecho de que no se haya presentado ni una sola enmienda a este proyecto de ley que ahora debatimos y también por el hecho de que, a diferencia de lo ocurrido en el Congreso de los Diputados, aquí no se haya suscitado un solo elemento polémico«.
Precisamente, el ministro Zapatero se refirió a esas objeciones «muy poco significativas en términos cuantitativos, que tanto dentro como fuera del Parlamento se han podido hacer a esta decisión del Gobierno», en su primer turno de intervención:
En línea con el sentido patriótico apelado por el ministro, el representante del Partido Demócrata Popular, Jaime Ignacio del Burgo aseguró que «algunos pueblos de España en aquellos momentos no participaban todavía en la Conquista, pero España existía mucho tiempo antes de que se produjera su integración política. Lo ha dicho muy bien el Senador Prat; se ha referido incluso a los tiempos de Roma».
El senador de todos
El senador al que se refirió de Burgos era José Diosdado Prat (PSOE) y su intervención fue la más aplaudida y comentada del Pleno al dejar momentos de gran emoción -también recogidos en el Diario de Sesiones– como el siguiente:
«Parece casi una osadía hablar después de la brillantísima y emocionada intervención del Senador Prat, Senador que, por encima de cualquier grupo político, para muchos -por lo menos para mí- está considerado como un Senador institucional, un Senador de todos los Grupos de esta Cámara», confesó al inicio de su turno el senador del CDS Alberto Dorrego.
Durante la Guerra Civil, Prat formó parte del gabinete del presidente Juan Negrín y tras el triunfo de Franco en 1939 permaneció exiliado en Colombia hasta 1976.
Prat tomó la palabra en el turno a favor, pero la encargada de fijar la postura del Grupo Socialista fue Ana María Ruiz Tagle -única mujer que intervino en la discusión de la norma tanto en el Congreso como en el Senado- que reconoció la dificultad de cumplir en ocasiones con sus «tareas parlamentarias» como portavoz:
Finalmente, efectuada la votación quedó aprobado «definitivamente por las Cortes Generales el proyecto de ley que establece el Día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre», quedando así eliminada cualquier referencia formal a la «Hispanidad».