El 9 de junio celebramos unas elecciones europeas en las que están en juego asuntos de enorme importancia. El debate –cuando lo hay, porque las cortinas de humo y las distracciones desde La Moncloa no ayudan— necesita fijarse en las prioridades estratégicas de la UE y el papel que las políticas y la economía de cada país pueden jugar a escala nacional y en el conjunto de la Unión.
Me gustaría centrarme hoy en las prioridades económicas de Europa y España en la nueva legislatura del Parlamento Europeo. Para la UE, la palabra clave es competitividad. Tanto la Comisión Europea como el Parlamento necesitan poner por delante este objetivo.
Situar la competitividad en lo alto de las prioridades es vital, es la piedra angular de la arquitectura europea
Situar la competitividad en lo alto de las prioridades es vital. Es la piedra angular de la arquitectura europea. Solo si la UE es competitiva en el escenario global –solo si es relevante– podrá seguir exportando al resto del mundo sus exigencias y normas en materia de derechos humanos y sostenibilidad y aspirar a ser un actor geopolítico importante.
¿Cómo se hace esto? Con un auténtico tsunami de inversión pública y privada para incentivar la creación de empresas punteras, haciendo más competitivas frente a China y EE UU las ya existentes y apoyando la innovación y el desarrollo en sectores clave para el futuro de la UE.
Se estima que en los próximos años Europa necesitará el equivalente a un NextGeneration EU anual (en torno a 750.000 millones de euros) para cubrir sus necesidades inversoras. La mejor forma de conseguirlo es mediante un instrumento europeo de inversión para financiar proyectos y defender intereses netamente europeos, aprendiendo de los errores de NextGeneration.
Inversión pública y privada
Uno de esos errores fue sustituir la inversión privada con pública, en vez de atraerla. La inversión pública debe ejercer de catalizador del gasto privado en innovación y desarrollo. Europa debe ser un lugar en el que merezca la pena invertir.
Se estima que en los próximos años Europa necesitará el equivalente a un NextGeneration EU anual (en torno a 750.000 millones de euros) para cubrir sus necesidades inversoras
Para ello, es preciso eliminar el sinfín de trabas burocráticas que dificultan enormemente a nuestras empresas y autónomos la solicitud de financiación pública, e introducir incentivos fiscales, mucho más fáciles y rápidos de aplicar.
También es clave ampliar las oportunidades para la inversión privada. Sabemos cuál es la solución: fortalecer el mercado único de bienes y servicios y desarrollar el mercado único de capitales y la Unión Bancaria. Solo falta voluntad política para aplicarla.
España tiene que moverse con inteligencia y asegurar su implicación en el diseño del futuro instrumento europeo de inversión. Nuestra situación fiscal es complicada, porque la deuda pública es descomunal; no nos podemos permitir las generosas ayudas estatales que otorgan a sus empresas países como Alemania, que tiene las cuentas saneadas y un gran músculo fiscal.
La inversión pública debe ejercer de catalizador del gasto privado en innovación y desarrollo
Además, necesitamos una estrategia de inversión verdaderamente europea, que financie proyectos estratégicos comunes que nos beneficien a todos. España debe liderar el impulso para la creación de este instrumento de inversión y convencer al resto de socios de que la competición no es entre los 27, sino de Europa frente a EE UU y China.
Países frugales
Si Europa quiere seguir siendo relevante en la esfera internacional, los países frugales necesitan poder confiar en los del sur, y estos últimos, a cambio, deben ser fiscalmente responsables. Tenemos que trabajar unidos.
Si España quiere asumir tal responsabilidad, si realmente quiere ejercer su liderazgo, tendrá que hacer primero algunos deberes en casa. Seguimos a la cola en productividad, empleo y salarios; el PIB per cápita ha crecido solo un 4,1% desde 2008, comparado con el 8,8% en la Eurozona.
Necesitamos una estrategia de inversión verdaderamente europea, que financie proyectos estratégicos comunes que nos beneficien a todos
La situación de los jóvenes es especialmente grave; los menores de 35 años perdieron un 25% de poder adquisitivo entre 2020 y 2022. Además, la inestabilidad política desfavorece nuestra credibilidad. Con un Ejecutivo incapaz de gobernar, sometido a chantajes constantes por sus socios, es imposible transmitir confianza.
En definitiva, España debe aplicar las reformas de calado necesarias para asegurar la sostenibilidad de las cuentas públicas. También debe invertir en potenciar los sectores más productivos, mejorar la productividad de todas las empresas y garantizar el acceso a energías más baratas y limpias; invertir en innovación y nuevas tecnologías, formación y educación para el futuro y creación de oportunidades para los jóvenes. Y, sobre todo, España debe cumplir lo que promete y dejarse de distracciones electoralistas.
SOBRE LA FIRMA Eva Poptcheva es eurodiputada y vicepresidenta del Comité de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo. Además, es candidata del PP en las elecciones del 9 de junio