El desarrollo neurológico de los nietos puede verse afectado por la exposición a la contaminación industrial durante el embarazo de sus abuelas, revela una investigación de la Universidad de Utah (Estados Unidos).
Los niños presentan un riesgo elevado de sufrir discapacidades intelectuales si sus abuelas residían cerca de zonas industriales mientras estaban embarazadas de los padres del niño. Este riesgo es aún más significativo si la abuela materna estaba embarazada de la madre del niño. Además, se observó que una mayor concentración de instalaciones industriales incrementa el riesgo para el nieto.
Estudios anteriores indican que la exposición directa a toxinas en el útero, como la ingestión accidental de plomo o mercurio por parte de la madre, incrementa el riesgo de discapacidad intelectual en los niños. En este nuevo estudio, liderado por Sara Grineski, profesora del departamento de sociología de la Universidad de Utah, se establece una conexión entre el riesgo de discapacidad intelectual y la exposición prenatal a ozono, partículas en suspensión y contaminación industrial.
Para realizar la investigación, se emplearon datos del Registro de Autismo y Discapacidades del Desarrollo de Utah y la Base de Datos de Población de Utah. Estos registros ayudaron a identificar a niños diagnosticados con discapacidad intelectual, nacidos entre 2000 y 2014 en cualquier condado de Utah. La información incluía certificados de nacimiento con direcciones residenciales de los padres y abuelos, lo que permitió evaluar el nivel de industrialización en las áreas residenciales durante el embarazo.
Se utilizaron códigos del Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte para estimar los riesgos para la salud asociados con estas instalaciones, calculando la densidad de las mismas en radios de 3 y 5 kilómetros durante los embarazos de la madre y la abuela.
Roger Renteria, candidato a doctorado en el departamento de sociología de la Universidad de Utah, destacó que «la actividad industrial suele producir emisiones concentradas de contaminantes tóxicos que pueden persistir en el suelo, el aire y el agua durante décadas». Además, agregó que «Vincular los datos de las instalaciones con las direcciones residenciales históricas hace que los datos de exposición industrial sean especialmente valiosos para estudiar los impactos multigeneracionales en la salud, algo que rara vez es posible con otros riesgos ambientales».
Finalmente, la autora del estudio subraya la importancia de que «los profesionales médicos, las agencias gubernamentales y cualquier persona preocupada por la protección de las generaciones futuras deben tomar en serio el impacto multigeneracional de las sustancias tóxicas».










