Lobby, esa palabra tan denostada pero tan real como la vida misma. Porque hay muchos actores que hacen lobby, porque cualquier grupo de interés que promueva un cambio legislativo en base a la defensa de un interés legítimo está haciendo lobby.
Es importante entender que en el lobby no cabe todo. Solo cabe todo aquello que se haga en base a una ética, con transparencia y un ejercicio profesional. Como diría un buen experto en compliance, lobby sería todo aquello que no sea susceptible de ser portada de una noticia negativa para una organización y que genere un impacto positivo.
En el lobby solo cabe todo aquello que se haga en base a una ética, con transparencia y un ejercicio profesional
Pero no estaría planteando este debate o reflexión si en España existiera una regulación que delimitara las reglas de juego. Pero, por el motivo que sea, hasta la fecha lograr la regulación del lobby en nuestro país ha sido misión imposible.
Los que nos dedicamos a los asuntos públicos queremos una regulación, una norma que defina nuestras relaciones en base a la transparencia y la existencia de intereses legítimos por parte de organizaciones o empresas, que se vea lo que hacemos y que se vea que lo hacemos bien. Una regulación que sea además un revulsivo para fortalecer la colaboración público-privada en nuestro país y sirva de motor del cambio social, político y económico tan necesario en nuestra sociedad.
A 1.500 km de Madrid, en Bruselas, el lobby está regulado. No es perfecto porque también tiene sus fallos, pero al menos sabes quién habla con quién y para qué. En Bruselas existe un registro de transparencia donde las organizaciones declaran cuánto invierten en esta actividad, cuántas personas de su organización se dedican a influir y, sobre todo, donde se transparentan las relaciones y los intereses.
Queremos una regulación que defina nuestras relaciones en base a la transparencia y la existencia de intereses legítimos
No sé por qué lo que existe en las instituciones europeas no podemos tenerlo en España. Mientras la regulación no llegue, en la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI) seguiremos contando con nuestro Código de autorregulación y buenas prácticas.
Y es que no solo es importante la regulación del lobby, también es importante que seamos capaces de mejorar la oferta formativa para que cada vez tengamos profesionales mejor preparados en nuestro país.
Si la actividad de los asuntos públicos está viviendo un boom en estos momentos es porque las organizaciones se han dado cuenta de la importancia de participar en la vida pública, un derecho constitucional, ya contemplado en el artículo 23.1 de nuestra Carta Magna, por el que los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representación.
Conscientes de esta necesidad, las organizaciones de todo tipo ya sean empresas, asociaciones u organizaciones del tercer sector, están creando equipos que impulsen la colaboración público-privada y la transformación social de nuestro país.
Como profesión tenemos muchos retos, pero el principal, es ponerla en valor, regularla y demostrar que la interlocución público-privada no es solo democrática e importante, sino también necesaria para el desarrollo de mejores políticas públicas y para ganar mayor confianza con la sociedad.
Para ello, contamos con un nuevo equipo dispuesto a liderar APRI, la asociación que representa los intereses profesionales de los lobistas en España.
SOBRE LA FIRMA Carlos Parry Lafont es presidente de la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI) y responsable de la oficina de AstraZeneca en Bruselas desde donde lidera el equipo de EU Affairs. Previamente a incorporarse al sector de los asuntos púbicos, ocupó diversas responsabilidades en el sector público, destacando su paso como asesor en el Parlamento Europeo o en el Ministerio de Sanidad.