Como es sabido, los servicios en línea han demostrado un enorme potencial para ampliar el acceso de los consumidores a nuevos servicios, a información de valor y a potenciar las relaciones sociales.
Sin embargo, no todo son ventajas: según datos aportados por el Comité europeo del mercado interior y protección del consumidor (por sus siglas en inglés IMCO) en un borrador de informe presentado este pasado mes de julio, las personas consultamos el móvil unas cien veces al día, mientras que los jóvenes de entre 16 y 24 años pasan una media de siete horas al día conectados, incrementando el riesgo de problemas mentales de los adolescentes afectados. Además, uno de cada cuatro niños (el 25%) desarrollan conductas disfuncionales derivadas de un uso excesivo de smart phones, a un nivel que se considera que pueden terminar en trastorno médico.
Y es que, efectivamente, hemos llegado a un punto en el que consultamos nuestro dispositivo móvil y nos quedamos conectados cada vez más tiempo del previsto, muchas veces sin saber por qué, a la par que aumentan los efectos perjudiciales del abuso de la conectividad (estrés, falta de sueño, desinformación, falta de concentración, etc.), en particular sobre la salud mental de los ciudadanos y de los consumidores más jóvenes.
Hemos llegado a un punto en el que consultamos nuestro dispositivo móvil y nos quedamos conectados cada vez más tiempo del previsto
Un diseño ¿adictivo?
Los motivos que, a juicio del IMCO, provocan este tipo de situaciones tienen que ver con que los actuales servicios digitales están diseñados intencionalmente para ser adictivos, y que utilizan técnicas psicológicas para captar la atención, atraer y retener a los usuarios en sus plataformas el mayor tiempo posible, sin importarles las repercusiones que ello pueda tener en su bienestar mental.
En Europa hemos sido testigos de casos similares que también han sido considerados idóneos para provocar adicción entre los consumidores (como el tabaco, el juego y el alcohol), frente a los cuales la Unión Europea ha actuado e invertido esfuerzos para reprimir la promoción y el fomento de su consumo.
Sin embargo, el grave problema del diseño adictivo de los servicios en línea no está actualmente regulado (ni en la DSA, ni el nuevo Reglamento de Inteligencia Artificial, ni en la Directiva sobre prácticas comerciales desleales parece abordarse esta cuestión de forma expresa), cuando -en la práctica- los efectos secundarios que muestran las adicciones relacionadas con el uso de internet parecen ser, a juicio del IMCO, similares a las adicciones relacionadas con las citadas sustancias.
¿Es necesaria una regulación específica?
Por ello el Comité Europeo reclama una acción urgente por parte del legislador comunitario, por varios motivos que merece la pena destacar:
De un lado, porque no podemos hacer descansar en el consumidor la responsabilidad de evitar la tentación que supone la avalancha diaria de distracciones a las que nos enfrentamos, tales como notificaciones, likes, scrolls interminables o recomendaciones, por citar solo algunas.
De otro lado, porque no puede confiarse en que la industria resuelva una situación, creada por ella misma, que le resulta altamente beneficiosa y sobre cuya estrategia descansa, en gran parte, su modelo de negocio.
Esta falta de responsabilidad y diligencia de las empresas provoca -según el IMCO- la necesidad de legislar y aprobar normas europeas robustas que garanticen un alto nivel de protección al consumidor contra el diseño adictivo de los servicios en línea, a la vez que se garantiza, también, un escenario económico seguro y de leal competencia entre las empresas.
¿Es el diseño ético de los servicios en línea la solución?
El citado informe también propone el desarrollo de lo que denomina «derecho a no ser molestado» digital (“right not to be disturbed”). Este concepto, tendría como objetivo proporcionar a los usuarios la capacidad de desactivar las características que buscan la atención por defecto, en aras de reforzar la protección de la salud mental de los usuarios de este tipo de servicios.
Para ello, se requiere a la Comisión Europea a que lidere una iniciativa legislativa que promueva prácticas de diseño ético, identificando una serie de prácticas prohibidas por su carácter potencialmente adictivo o manipulador, además de concienciar a los usuarios a que implementen actitudes como la de «pensar antes de compartir», desactivar todas las notificaciones por defecto, proporcionar recomendaciones en línea más neutrales basadas en el orden cronológico, mejorar el control del usuario, ofrecer una clara elección entre el color de la propia aplicación, e implementar advertencias después de que los usuarios hayan pasado una cantidad específica de tiempo en un servicio.
En una era digital marcada por la constante innovación, estas medidas propuestas revelan el deseo de la Unión Europea por invertir esfuerzos en encontrar un equilibrio entre los beneficios que aportan a las empresas el desarrollo de los servicios en línea y la implementación de medidas de prevención y mitigación del daño potencial causado por el diseño adictivo de tales servicios.
Sin embargo, podemos imaginarnos la resistencia que van a mostrar las grandes plataformas de internet ante una iniciativa de esta naturaleza, la cual queda ahora pendiente de próximas decisiones que nos permitan ver el grado de avance de esta propuesta en el seno del legislador europeo.
SOBRE LA FIRMA Francisco Pérez Bes es socio en el área de Derecho Digital de Ecix Group y ex Secretario General del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).