Transcurridos seis meses desde las últimas elecciones generales y tras la investidura por un tercer mandato de Pedro Sánchez, Demócrata ofrece una nueva entrega de su agregador de encuestas. El año 2024 comienza como cerró el anterior ciclo electoral: con el Partido Popular liderando los sondeos con una estimación de voto en torno al 36% (sacó un 33,1% el 23-J), según el promedio elaborado por este diario a partir de datos de más de 600 trabajos demoscópicos publicados desde finales de 2019 [conozca la metodología al final de la pieza].
El PSOE se movería en niveles similares a los cosechados en los comicios del pasado 23 de julio, cuando consiguió un apoyo en las urnas del 31,7 % (las expectativas de voto actuales estarían sobre el 30%). Perdura la disputa por la tercera posición en el ámbito nacional entre Sumar y Vox, donde ambas formaciones mantienen el empate técnico que ya registraron en las últimas elecciones a Cortes Generales, con una estimación del 11%. Entre las pocas novedades en este tiempo, el hecho de que Podemos comience a asomar de nuevo en las encuestas.
La fractura Podemos-Sumar, una incógnita sobre el electorado
Todavía es pronto para hacer un análisis fundamentado de los efectos de la decisión de los morados, el pasado diciembre, de romper formalmente con el grupo parlamentario liderado por Yolanda Díaz en el Congreso. Son pocos los estudios que recogen hasta la fecha información desagregada entre Sumar y Podemos, y los pocos que lo hacen no arrojan un patrón claro. En algún caso, la irrupción de las siglas que encabeza Ione Belarra supone un descenso claro para la coalición de Díaz, mientras que en otros la entrada de Podemos no implica una caída en la misma proporción para Sumar.
Aquí hay que tener todavía varias prevenciones. La primera, que es pronto para saber cuál será la oferta de partidos que concurran a las próximas generales. La segunda, extensible a los datos de todas las formaciones, es que no hay una convocatoria electoral en el horizonte. Sin una llamada a las urnas, hay ciudadanos dubitativos que incluso llegan a manifestar cierto descontento con el partido por el que sienten afinidad diciendo en los sondeos que no piensan ir a votar o que incluso optarían por otra papeleta de celebrarse en este momento elecciones. Sin embargo, como dice el refrán, "del dicho al hecho"...
La demoscopia y los históricos electorales demuestran que, una vez que se fija fecha para los comicios, el votante dubitativo comienza a fijar posiciones y que, salvo debacle de alguna fuerza, el ciudadano que antes decía que no sabía qué hacer o que incluso adelanta la posibilidad de cambiar de voto, apuesta por repetir sufragio en buena medida.
Descontento que no llega a las urnas
Para muestra, lo sucedido en la antesala del 23-J, cuando el PP lideraba sobre el PSOE de forma holgada los estudios de comportamiento electoral y al final la distancia entre Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez fue bastante estrecha (menos de un punto y medio). Más allá de errores y aciertos de campaña, los socialistas lograron ir movilizando una parte de la bolsa de votantes de 2019 que hasta el momento se mostraban apáticos o que incluso aseguraban que iban a apostar por los populares.
Está por ver cuánto hay de ese fenómeno (encuestados fluctuantes) en los datos del PP que recogen las encuestas en los últimos meses. Desde el 23-J se han sucedido la investidura fallida de Núñez Feijóo, las negociaciones y acuerdos del PSOE con varias formaciones para mantener a Sánchez en La Moncloa, la presentación de la Ley de amnistía y su tramitación o las concesiones a Junts para sacar adelante los últimos Reales Decretos-ley, por enumerar algunos de los hitos políticos acaecidos en este tiempo. Sin embargo, su impacto real sobre la intención de voto es algo que todavía resulta difícil de calibrar.
Es un hecho incontestable que algunas de las decisiones tomadas por el PSOE o el Gobierno generan rechazo entre quienes les confiaron su apoyo el año pasado, pero resultaría aventurado establecer una causa-efecto entre esos acontecimientos y las tendencias que dibujan las encuestas ahora mismo. Por un lado, porque apenas hay estudios con datos desagregados por entrevista que muestren recuerdo de voto, posicionamiento frente a la amnistía, por poner un ejemplo, e intención de voto (el CIS no ha preguntado hasta el momento por el parecer de la ciudadanía ante la medida de gracia judicial).
Objetivo, sellar los bloques ideológicos
Por otra parte, tampoco disponemos hasta la fecha de información sobre las prioridades actuales de los electores para decidir el color de su sufragio. No tenemos evidencias de si existe un sector del PSOE o Sumar —relevante en términos cuantitativos— que esté molesto con la amnistía o los acuerdos con los independentistas y que a la hora de ir al colegio electoral considere esos acontecimientos más importantes que, por ejemplo, ejercer el voto con afán de evitar un hipotético gobierno del PP con Vox.
Esa eventual fuga de votantes de Sánchez y Yolanda Díaz que pudieran terminar quedándose en casa o girando hacia el PP es lo que explica buena parte de la estrategia actual del PSOE, cuyos dirigentes cada vez repiten más que el partido es el garante o dique de contención "contra las derechas". Con el PP con Vox, UPN y Coalición Canaria como únicos socios posibles en este momento, la coalición de Gobierno necesita que si hay fluctuación de papeletas entre siglas, esta se produzca dentro del bloque de investidura y a ser posible entre formaciones situadas en la parte izquierda del eje ideológico.
Hasta ahora, esto se mantendría más o menos así si se analizan las matrices de transferencias de votos recientes de aquellas encuestadoras que las publican completas (40dB y el CIS). Si bien el PP mantiene la tasa de fidelidad más alta entre los principales partidos, el flujo de votantes desde la izquierda (PSOE y Sumar) hacia PP-Vox estaría entre el 3,5 y el 6% (es residual en sentido inverso). La principal fuga para el PSOE vendría de aquellos entrevistados que afirman que de haber ahora comicios, no sabrían aún qué hacer.
¿Qué pasó el 23-J?
Más certezas arrojan los datos en clave de pasado. Desde la anterior publicación del agregador de encuestas de Demócrata se conoció el estudio poselectoral de las elecciones generales del 23-J elaborado por el CIS, con una muestra de más de 10.000 participantes. Entre las cuestiones, a quién se había votado 2019 y cuál había sido la opción elegida en 2023. Los datos demuestran que la prioridad de Feijóo al llegar a la presidencia el PP, el mostrarse como una figura de cierta transversalidad entre los españoles y capaz de atraer tanto a gente de Ciudadanos (Cs) como del PSOE, tuvo cierto éxito. Pero menos del que seguro esperaban.
Respecto a cuatro años antes, con Pablo Casado como cabeza de cartel, el nuevo presidente de los populares logró arrastrar a uno de cada cinco antiguos votantes de Vox, al tiempo que un 7% (en semanas anteriores, las previsiones eran mayores) de quienes habían optado por Sánchez en 2019 apostaron en esta ocasión por el PP. No obstante, casi un 10% de los sufragios de Casado acabaron el 23-J en la cuenta de los de Santiago Abascal. El gran objetivo que se quedó por el camino fue el de absorber casi todo lo quedaba de Cs. Así, Feijóo se quedó con poco más de la mitad (57%) del censo que en noviembre del 19 todavía creyó en Albert Rivera, siempre según los datos del CIS.
Más exitosa fue la labor de pesca por parte del PSOE en el caladero naranja a tenor de las expectativas previas. Si cuando se convocaron las generales del 23-J la permeabilidad de Sánchez entre el elector de Cs era mínima, en las semanas de campaña esta escaló hasta lograr quedarse con casi un 10% de ellos. En el segmento de edad más joven, los que votaban por primera vez, casi una cuarta parte se estrenó apoyando al actual presidente del Gobierno (por un 16% a Feijóo)
En clave de fidelidad, los socialistas apenas lograron que dos tercios de quienes escogieron su papeleta en 2019 repitiera esta vez (otro 10% se desplazó hacia Sumar). Para que el listón electoral se mantuviera e incluso subiera, fueron determinantes también el 25% de quienes cuatro años antes habían elegido a Unidas Podemos, Más País o Compromís (las tres marcas fueron esta vez bajo el paraguas de Sumar) o el 10% de los ciudadanos que venían de votar antes a nacionalistas o independentistas (ERC, Junts, EH Bildu, PNV o BNG).
CÓMO SE HIZO ESTA INFORMACIÓN El agregador de encuestas de Demócrata recopila los datos de 607 trabajos demoscópicos publicados desde noviembre de 2019. El promedio de intención de voto para cada formación se estima a partir de un modelo que aplica a la información de cada encuesta tres factores de ponderación: tiempo, muestra y fiabilidad de la empresa encuestadora. Para el cálculo de cada uno de los promedios a lo largo del tiempo se utiliza una media móvil que incluye la información de los sondeos difundidos durante los 30 días anteriores. El peso de los estudios decae a medida que su trabajo de campo se aleja de la fecha de cálculo. Por otro lado, las encuestas también ganan o pierden peso en función del tamaño de la muestra. No se incluyen en ningún caso estudios con menos de 800 entrevistas, que no incluyan en su ficha técnica detalles como la fecha del trabajo de campo, el tamaño de la muestra o el método de entrevista, como tampoco se contemplan sondeos internos de formaciones políticas o difundidos en exclusiva por partidos. Por último, se introduce un tercer factor de corrección elaborado a partir de la fiabilidad que en el pasado han demostrado cada una de las empresas. Aunque una de las ventajas de promediar diferentes estudios de opinión es que de esa manera se diluyen o reducen los sesgos o efectos de los diferentes modelos de estimación de voto, el modelo de promedios de este diario rebaja el peso de aquellas encuestadoras con menor grado de acierto en las últimas generales. Estos factores se han recalibrado tras el 23-J y se aplican de forma individualizada para la estimación de cada encuestadora y cada partido. Tras los comicios del pasado julio, hay empresas que quedan excluidas de las estimaciones de voto, como ya sucedía con el dato salido del modelo estadístico del CIS dado su evidente sesgo. La agregación de intención de voto por bloques ideológicos se hace de la siguiente forma: a lo largo de la serie temporal, la izquierda incluye a PSOE, Unidas Podemos, Más País y, desde abril de 2023, a Podemos y Sumar. Por el lado de la derecha, se suman los datos de cada encuesta de PP, Vox, Cs y, cuando están disponibles, los de Navarra Suma/UPN.